Mujeres

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Mujer, negra y esclavizada. Harriet Tubman. Las palabras esclavizan, porque hacen sentir como normal una condición, sin acusar a nadie, sin denotar la circunstancia. No esclava; esclavizada, es muy distinto, y además certero.  Significa que se le impuso una condición contra su voluntad. Harriet, cuando entró en razón, se dio cuenta que pertenecía a un dueño, lo mismo que sus abuelos y padres. Y empezó su rebeldía, recibiendo golpes y humillaciones de los capataces. Mas no se doblegó. Al contrario: decidió que su vida sería luchar contra ese estado abominable de la perversidad y codicia humana.

2

A Harriet Tubman, nacida Araminta Ross, se le asocia con el concepto de "tren subterráneo". Que esencialmente es una clave metafórica, para definir las rutas que utilizaban los esclavizados en su huida. Caminaban de noche. Los guiaba un "conductor". Pernoctaban en "estaciones", que eran casas de personas solidarias. Y seguían su camino hasta los estados del norte de Estados Unidos, o al cruce con la frontera con México. Harriet, como "conductora", logró guiar a más de 300 personas. Le apodaban "Moisés", por su dedicación a salvar personas de la esclavitud. Después, hasta su muerte, luchó para conseguir para las mujeres el derecho a votar y ser votada. Nació en Maryland en 1822 y falleció de pulmonía en New York, en1913. Por su ejemplar lucha, se le distinguió con su ingreso al salón de la fama en New Jersey y Maryland. Así como el salón de la fama nacional en EEUU.

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Y así pudiéramos seleccionar la vida de muchas mujeres cuya vida ha sido ejemplo de lucha indibegable. Y lo han sido en diversos campos: en la academia, en la siembra, ciencia, periodismo, arte, deporte, en la docencia, en la medicina, etc. Mas se debe distinguir asimismo a quienes forman grupos de ayuda mutua, cooperativas, sindicatos, talleres, grupos de estudio, de apoyo jurídico, de producción, de sanación emocional, etc. Antes y ahora. Y seguramente seguirá habiendo en el futuro mujeres de lucha. Así las llamen locas, conflictivas, brujas. No importa. Pero son tan necesarias. Imprescindibles.

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La lucha es de todos. Corresponde a cada quien ubicar la propia, con sus haberes y deberes. Y es contra la estructura patriarcal, que se apoya en una estructura jurídica, tanto laica como religiosa, económica y social. Todas ellas muy bien cimentadas y aceitadas para su funcionamiento. Cuyos preceptos ubican a la mujer esencialmente como sumisa, débil. Esas estructuras injustas, las más de las veces se materializan en un individuo hombre, pero también en mujeres, cuyo pensar ha sido conformado con las ideas de que así es y así debe ser, sea consiente o no; y esto se reproduce al interior de las familias (se espera varón, se diferencia en actividades al niño y a la niña). Por eso se requiere una verdadera educación que libere, y no que perpetúe, reproduciendo y reafirmando, dichas condiciones. 

5

"Me han estremecido un montón de mujeres", canta Silvio Rodríguez. Y hace una lista. Cada quien hagamos la propia, y seguramente coincidiremos. La abuela aquella que parió 15 hijos, y que aún cuidó muchos nietos, imponiéndoles disciplina y demás valores. La madre que llevaba a sus hijos en fila, de la mano, hacia el centro de salud cuando las campañas de vacunación. Y allí te encontrabas a otra madre, la enfermera, inoculando la salvación preventiva contra la tuberculosis y la tos ferina. Y la madre que no dormía, carajo, por cuidarte en esas madrugas de alta temperatura, tos o empacho. Y esa madre carajo, que te cargó nueve meses, y que te cantaba canciones de cuna aún antes de nacer. Y con ellas la hermana heroica que cuidó de los menores y a lo mejor sacrificó la escuela, tuvo que trabajar en casas o maquiladoras, para que esos menores tuvieran los recursos económicos para asistir a un salón de clases. Y la maestra que atendió a otrso niños en los festivales y no pudo asistir al de sus hijos. 

6

Cómo no estremecerse. Con la Adelita verdadera, no la que siguió a su Juan, sino que siguió su ideal, soldada, guerrillera, que al fragor de la batalla murió o vivió, para seguir luchando en la paz y que sus gobernantes emanados de la revolución, de su inmanente lucha, cumplieran con los ideales. Y no se decepcionó a ver que fallaban ya adictos al poder, y siguió luchando, como imprescindible, toda la vida, por las utopías.

7

Cómo no estremecerse ante la doctora en la pandemia que arriesgó su vida para salvar a decenas, cientos y miles del virus, sobreviviendo con secuelas, desfalleciendo de cansancio, o falleciendo ante la imposibilidad de librarse del microscópico bicho, aún contra todas las precauciones. La doctora, sí, la enfermera y el personal de limpieza, sí, de los hospitales privados o públicos y de las comunidades más apartadas.

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Cómo no estremecerse cuando toda la sociedad está sostenida no por los políticos, ni por los académicos, sino por los y las trabajadores del campo y la ciudad, y aún más, las mujeres ponen hombro y espaldas, con sacrificios, esfuerzo, abnegación, servicio, solidaridad, entrega, entusiasmo, esperanza. Puede parecer anacrónico este planteamiento. Pero que cada quien recuerde a su madre, a su abuela, alguna tía, y repasen el papel que significan, significaron y lo siguen significando, en la vida de los hijos, sobrinos, nietos, etc.

9

¿Hay papel social específico para la mujer o el hombre? Arriesgo a equivocarme, al afirmar que no. Esos son roles impuestos por las estructuras ya mencionadas. Hay funciones biológicas, sí. Eso es muy diferente. Los cuidados para con los niños corresponden a ambos por igual. Madre y padre. ¿Hay situaciones que no encajan con estas afirmaciones? Sí, pues. Pero están solo planteadas de manera general. No en lo específico. Hay de circunstancias a circunstancias.

10

Da coraje ver, constatar, leer el trato que se le da a las mujeres. A muchas de ellas, a la mayoría. En la sociedad. En el trabajo. En la familia. Se les juzga si abortan. Si se rebelan. Si se divorcian. Se les juzga si pintan un monumento. Si rompen un vidrio. SI se van y no vuelven. Si cambian de pareja. Si usan maquillaje. Si no lo usan. Si se gana el pan para sus hijos con otra parte de la frente. Se les señala. Se les aparta. Y se voltea la mirada si se les golpea, se les rebaja, se les tira ácido, se les asesina, se les mutila. 

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Yo acuso a los perpetradores de estos crímenes y a los indiferentes. Yo acuso a quienes perpetúan este trato. Hagamos un alto. Y este 8 de marzo, y todos los demás días, pensemos sobre qué hacer. Sobre qué más hacer. Y actuemos en consecuencia. Esto no puede seguir así. Los discursos este día están bien. Solo que en congruencia pasemos de los dichos a los hechos.












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