¿Quién anda allí? "Yo, Ignacio López Tarso"

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Se levanta el telón. La vida es al revés. La butacaría es el verdadero escenario. Y este es el público, en el que está un hombre, identificado como Ignacio López Tarso, el histrión. Mira las dos mil personas sentadas. Y se fija en los detalles de los rostros, la manera cómo cruzan las piernas, el movimiento de las manos, su vestimenta. Y sueña con ser actor. La función ha terminado y aplaude por cinco minutos lo que sucede en la gradería: verdaderos actores silenciosos, anónimos, metidos en sus pequeños sueños, agitados por la política, preocupados por el alto costo de la vida, manipulados por los medios de comunicación, pervertidos por las redes sociales. Luego de aplaudir, López Tarso sale del teatro, para entrar a otro teatro, el de la vida en movimiento al exterior del edificio.

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Está en la calle. Al principio lo deslumbra la luz exterior. Da unos pasos lentos por sobre el escenario universal: calles, plazas, personas caminando con prisas, la calle atestada de vehículos echando humo por el escape. Los pájaros caen sobre el techo de las casas, los autos, la banqueta, las calles. Mira el primer actor a personas ciegas que a tientas caminan agarrándose de las paredes. "Así dejo esta ciudad", dice entre dientes. Sonríe. "Ah, chirrión, creí que esta obra era mejor", exclama como decepcionado. 

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Se le acerca un personaje que representa a la muerte, vestido con bata negra, descalzo. Por su rostro no se le identifica identidad de género. Ambos se extienden las manos. Ignacio López Tarso (ILT): Al fin nos hemos encontrado. Aún me queda algo de la agüita curativa que me diste para sanar enfermos. La quise aplicar conmigo. Pero te vi junto a mi cabeza. Y sé que en eso eres inflexible. Te conozco bien, aunque vengas disfrazado, bacalao. La muerte (LM: todo tiene un principio y un fin. No era asunto de apurarme para llevarte. Nadie se va antes ni después. ILT: Lo sé. Mas estoy tranquilo. Me gustaría saber si a donde voy también es teatro. LM: También es teatro, Macario.

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El primer actor y la muerte flotan mientras siguen dialogando. Es un parque. Las 6 de la tarde. Sentados, o caminando, se mira puras personas mayores de edad. Como si fuera patio de un geriátrico. Se apaga y se enciende la luz. Es el mismo parque. Ahora se miran puros niños y niñas que juegan entretenidos cada uno en el propio juego. Se escucha la algarabía propia de los recreos de escuela. Se vuelven a apagar las luces. Y se vuelven a encender. El parque está vacío. López Tarso mira a la muerte asombrada. Esta levanta los hombros como única respuesta.

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Siguen caminando por la ciudad. Es de noche. Se encuentran en el camino con un museo de cera. Entran. El guardia no se da cuenta. Ellos lo miran y es una escultura de cera. Adentro está Macario, Pito Pérez, Gabilondo Soler con un grillito cantor a su lado, el General Hilario Jiménez. Y cientos de esculturas de cera más. Algunas conocidas por él, la mayoría. Otras desconocidas. Pero están el total de personajes que interpretó. A López tarso se le salen lágrimas, discretas. Y le pide a la muerte que salgan. "Hay humo que me hace llorar", le dice. La muerte sabe lo que sucede, sonríe. Y salen.

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LM: Hubo una escultura que no viste. ILT: Cuál era. Son muchas que no vi. LM: Una en especial. ILT: Ya no me importa. Me era imposible ver todas. Sé que están los personajes que interpreté, las mujeres que amé, mi familia. Hay algunas que no quiero ver. Otras que no me importan. LM: Sí, pero hay una en especial. ¡Vamos a echar una vuelta. Y si nos da tiempo regresamos para que la veas. ILT: Correcto, mi estimada. (Siguieron caminando)

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Don Ignacio quiere conocer el misterio y trata de sacarle información a la muerte. ILT: Cuéntame de tu origen, de dónde vienes, a dónde vas. ¿Quién te encargo llevarte a todos? ¿Quién lleva la agenda? LM: ¡Ay, Nacho querido! Eso no te lo puedo responder. Porque ni yo mismo tengo respuestas a eso. Pero tampoco me las hago. Solo puedo decirte que no vengo ni voy. Que soy, y eso no requiere más explicaciones. Así como hay vida -que aplicadas esas preguntas a la vida misma no tienen respuesta, por más saltos filosóficos dé el ser humano- así también estoy yo. Viviré cuando muera la vida. No antes ni después. Morir para mí es vivir. ILT: Mmmm. ¿Será? Digo, ¿será que lo sabes y no me quieres decir?

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(Pasan por una montaña de polvo. La muerte se detiene. Y le pide a Don Ignacio que se detenga también) LM: Mire Don Nacho, esa montaña de polvo son los muertos de esta parte del siglo. Las montañas que se ven a lo lejos son de los muertos de siglos anteriores. Ya no se puede identificar a nadie. Allí están todos revueltos: albañiles, carpinteros, actores, reyes, presidentes, ladrones, honrados, enanos, gigantes, sacerdotes, santos y pecadores, artistas de renombre, artistas de pequeños poblados, anónimos. Nadie escapó, nadie escapará. Y es lo que queda de egos y autoestimas, sonrisas amores logrados y malogrados, envidias, triunfos, derrotas. Solo polvo. ILT: ¿Y allí estaré yo un día? (LM en su pensamiento: ya está y no se ha dado cuenta. Nadie se da cuenta cuando ya es polvo).

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(Siguen platicando) ILT: ¿Y no habrá una manera de escapar a ese destino? LM: ¿De la nada a la nada? No pues. Algunos tienen destino de estatua, sea de piedra, bronce, yeso o cera. Pero es inútil. Tú, por ejemplo eres primer actor. Habrá homenajes en tu honor. Se pondrá tu nombre a teatros, escuelas, calles, parques. Pero ya no serás tú, sino solo el vago recuerdo. (Don Ignacio cree que está soñando. Se restriega los ojos. En sueños se ve y trata de escapar. Hace movimientos de su cuerpo. Se agita. La muerte se le queda viendo. Lo aprecia y quiere. Sobretodo por la película Macario. Pero sabe que todo es inútil). ILT: Vamos de regreso. Me dijiste "eres primer actor. No, "fuiste". Cuando menos vamos al museo de cera, para ver mi escultura Y permite que me quede Alí. LM: Es inútil, Nacho. Pero vamos. (Se encaminan de regreso al museo de cera. Entran. Solo encuentran cera derretida de la mayoría de esculturas. Localizan la de Don Nacho. Empieza a derretirse).

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Se enciende el telón. Se escucha una música infantil conocida. En el escenario está el público que pregunta ¿Y quién es el que anda allí? Y en la butaca única ocupada, se levanta un señor y dice: ILT: Señores, yo no soy Cr-Crí. Soy Ignacio López Tarso. Los actores aplauden.











 

 

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