Luz de luna, buena para matar puercos
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Mentiría si dijera que salgo todos los días a caminar. A veces sí, y a veces por flojera no. Pero hoy sí. No mucho. Apenas 3 kilómetros alrededor de unas cuadras cerca de mi casa. Y tan pronto al salir y empezar, allí estaba la luna, vigilante, como cómplice que lo ha sido por muchos años, sea por una canción, porque en efecto me ha vigilado, o porque ha sido indiferente a nuestras cuitas y dolores. Esplendente y maravillosa ella en este nuevo día.
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Hace alunos pocos años yo veía caminar a algunos vecinos, y mi admiración por ellos y mi remordimiento por la flojera mía rayana en dejadez. Y como son amigo de confianza, les pregunté y su respuesta me sorprendió: "no salgo a caminar porque me guste, sino por recomendación médica", me dijeron en coincidencia ellos. Y me explicaron que salieron altos en triglicéridos y colesterol. Uno de ellos con hígado graso, y entonces caí en la cuenta que uno debe salir por prevención a las enfermedades. Y si le encontramos gusto, mucho mejor.
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Pero estaba hoy en la mañana un cielo exactamente azul. Lo curaban unas aves en fila. Y la luna reinando en lo alto. La famosa luna de día, de la canción de Joan Manuel Serrat. Yo le tomé algunas fotos, para ver si captaba su sonrisa, pero no, solo su belleza que ilumina corazones ilusionados y es bálsamo para los desilusionados.
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Antes uno se echaba andar. Y muy apenas se imaginaba en un cálculo empírico, la distancia presuntamente recorrida. Regresábamos a casa con hambre y muy sudados. Ahora hay aparatos que miden la distancia, los pasos, los latidos del corazón y hasta las calorías que uno quema en la actividad física. Nomás falta que adivinen lo que vamos pensando. Y no lo duden que en las próximas generaciones de celulares o relojes "inteligentes" eso suceda en el futuro.
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La luna de día o de noche, a veces entre nubes, nos acompaña. Lo mismo si tenemos ventana por donde ella se asoma. O si hicimos el amor alguna vez y ella tuvo posibilidad de asomarse sea en un auto en el campo, o en una ventana de casa veraniega, el caso es que nos ha acompañado. Yo recuerdo que de niño nos asomábamos al pozo de agua solo para verla. Y con José de Espronceda, en su Canción del pirata aprendimos que "la luna en el mar riela".
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Y en mi caminar, la luna me acompañó todo el trayecto. Por dondequiera que iba, me asomaba y allí estaba, coqueta, cómplice, displicente, juguetona. Como si yo quisiera jugar a huir y ella a alcanzarme. Pero ella tiene lamentada de ser incansable. Y yo en mi meridiana edad apenas alcancé a caminar tres kilómetros, me lo dice mi teléfono. Y también me informa que quemé 560 calorías. Di 5325 pasos. Dos mil quinientos veintiún suspiros. Ocho mil quinientos latidos de corazón. Y sudé medio litro.
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Ya me imagino cuando construyeron esta aplicaciones (app) para el teléfono que captan las señales de movimiento del cuerpo de uno. Imagino a los voluntarios que probaron las reacciones eléctricas y lumínicas para determinar cada una de las características y los técnicos pudieran afinar y calibrar mejor dichos programas digitales. Todo ello para que nosotros podamos saber toda la estadística que se genera con nuestro movimiento al caminar o correr.
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Pero también imagino que han de estar inventando las aplicaciones que detecten los besos o los movimientos de la cadera y puedan determinar tanto los fingimientos de éxtasis, las calorías que se queman, como los kilómetros equivalentes de caminata, y para ello necesitarán voluntarios que realicen esas actividades para que los inventores y sus ayudantes nos entreguen las aplicaciones lo más exactas posibles en sus mediciones.
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Pero decíamos de la luna. Y entre los seres humanos unos son más sensibles que otros. Así que cuentan que una mujer va con su novio caminando una noche clara y serena, cuando ella le señala la luna y lo brillante que estaba y se lo dice. Y este, rupestre y silvestre a más no poder, le responde: "sí, da tanta luz que es buena la noche para matar puercos".
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Y Álvaro Carrillo, compositor oaxaqueño, escribió y cantó: "yo quiero luz de luna, para mi noche triste... porque desde que te fuiste no he tenido luz de luna..."
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