Catres y otros artefactos para dormir

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Toda casa debe tener un catre. Y no porque sea necesario y menos urgente.  Sino que siempre es bueno experimentar en nuestro patio, dormir una tarde bajo la sombra de un frondoso árbol. Simplemente descansar al aire libre o leer un libro que nos refresque la memoria. 

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Yo tengo uno ya viejito. Es con una lona sujeta con resortes a la estructura metálica.  Y en él duermo bien, como angelito. Soy bueno para el catre. Y además se requiere cuando nos llega una visita inesperada, aparte de las inesperadas visitas que ya ocupan el cuarto de visitantes.

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En Tabasco es muy de uso común la hamaca. Y en las zonas geográficas más retiradas es de uso común el petate. Este es un tejido de palma, ya seca, que se pone en el suelo bien barrido. Hay igual de cuatro tamaños. Individual, matrimonial y tamaño rey o King. Se duerme bien en ellos, sobretodo lo fresco. Ya para otras cosas dicen que se pelan las rodillas.

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En 1980 un grupo de maestros jóvenes antes de ir a la playa pernoctamos en el poblado Chichicapa. En casa del papa de Gilda María. Para dormir a mi me asignaron un catre de tijera. Esta es una lona gruesa fija en dos extremos a lo largo formados con maderos en forma de tijera que al abrirlos queda el espacio para descansar. 

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Muy distintas son las literas. Esas camas acomodadas hacia arriba una de otra. Yo nunca he dormido en ellas. Miedo de que el de arriba caiga sobre el de abajo. Pero me dicen que no, que vienen bien reforzadas. Menos mal. 

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Lo que sí es recomendable es que la persona de menor peso vaya arriba, por si sucede la caída. Y de preferencia si una de las dos se orina por las noches, es mejor que vaya abajo. Aquí ya son consideraciones de acomodó por parte del dueño.

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En mi casa de Matamoros,  la de mi infancia, siempre hubo una litera, con el uso solo de una persona. Salvo quizá alguna ocasión que llegó una pareja de amigos. Sólo que me confundí. Y no supe quién inició a dormir abajo y amaneció arriba.  Lo cierto que luego se casaron. Mi madre se reía cuando lo platicábamos años después. Ellos eran estudiantes de verano, como yo, en la Normal de Ciudad Victoria, originarios de Querétera. 

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Si creo que es conveniente que cada casa tenga un catre propio. No porque urja. No. Sino que es de los muebles más humildes y sencillos. Y creo que ha de ayudar a que las personas valoren lo que tienen y les forjen en esos valores de la sencillez y humildad.

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Por supuesto, yo tengo el mío. Lo compré hace años en una de esas tiendas trasnacionales que se llaman Samuel's Club. Era una barata. Y me decidí a comprarlo. Me ayuda mucho. Ya está viejo. Lo he prestado a algún cuando las inundaciones comunes en Tabasco. O cuando van a la playa. Y cada vez sus resortes están más guangos. 

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En mi casa de Matamoros, esta vez reciente que fui, vi un metate. Ese artefacto de piedra que sirve para mover maíz. Consta de dos partes, el metate propiamente, y su mano, que es una piedra alargada, y para golpear también sirve. 

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Precisamente hay un dicho que dice: salió mala para el metate y buena para el petate. Se refiere a la persona que no le gusta moler pero sí le gusta descansar y dormir en el fresco y oloroso petate. O algo así.


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