La somnolienta muerte
1
Yo vi el cadáver que estaba en un salón especial destinado para uso múltiple de la colonia. Lo habían puesto allí por indicaciones de la familia. Antes lo habían sacado de la laguna posterior de ese asentamiento de burócratas. “Se ahogó, Carlos”, corrió el rumor como pólvora, y alcancé a ver como entre sueños, que lo llevaban cargado, húmedo todo su cuerpo, chorros de agua le escurrían del cabello y la ropa. Tristes y llorosos los vecinos que lo cargaban.
2
Momentos antes Carlos andaba vagando por la colonia, de un lado a otro, entre un andador y otro. Era muy conocido por su buen don de gente, amiguero, solidario, y siempre auxiliaba en lo que podía, en trámites de la institución en la que trabajaba. Se detenía en una fiesta de casa, y era bien recibido. De allí se iba a otra, y lo mismo.
3
“Vamos”, le dije a unos vecinos, para acompañarlo en su velorio atípico y fantasmal. Había neblina en la colonia y sus alrededores. Varios amigos nos reunimos para despedir al amigo que se fue, según nosotros y las evidencias que estaban por doquier. Y más aún: el cuerpo en una caja normal para muerto, de cedro lustroso, y los cirios alumbrando tenues el gran salón habilitado para ello. No, no era un sueño, ojalá que lo fuera. Yo me pellizcaba para constatar si era real o no, lo de la muerte. Y me dolía mi cuerpo por el pellizco.
4
Íbamos con ramos de flores, llorosos, somnolientos. Era medianoche. Pasamos por frente a la casa de la vecina del salón de eventos. Nos hizo señas para indicarnos algo, que no entendimos, pero imaginamos que dichas señas se referían al dolor y la confusión del impacto: el estimado vecino muerto.
5
Cuando entramos al salón alcanzamos a ver que la tapa de la caja se levantaba y se incorporaba también a la vez nuestro amigo, como en una película de terror, pero que además era un tipo de terror grato, porque ni el amigo estaba muerto, y no era real nada de eso. Y me di cuenta que él se levantó enojado porque creyó que le estábamos haciendo una broma. Y nada. Todo había sido tan doloroso por la muerte por ahogamiento del amigo, tan real como un sueño, que lo era, y tanta alegría nos dio ver que no estaba muerto, que había sido ese tipo de aparente muerte donde los signos vitales se van a lo mínimo, y no son detectados por los paramédicos.
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Y para completar, el trámite es tan engorroso que a veces los médicos que firman el acta de defunción andan en otros asuntos, de negocios o quereres, que le confían todo al dictamen práctico de los paramédicos. “Está muerto, no tiene signos vitales”, le dicen, y este firma sin constatar lo que le dicen que es muy evidente.
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Dice la vecina que nos hacía señas, que no entendimos, porque ella desde su casa escuchaba golpes como de nudillo en puerta, y que escuchaba también unos gritos ahogados, como de ultratumba y le dio miedo. Eso era lo que nos trataba de decir, para que tuviéramos cuidado y no entráramos tan confiados.
7
Tenía tiempo que no soñaba yo algo así. Hay quienes interpretan los sueños, que si sueñas “con serpientes, con serpientes, de mar, de cierto mar…”, es que amas la música de trova, especialmente a Silvio y Pablo. Que si sueñas excremento de perro callejero es que vas a tener dinero abundante. Que si sueñas dinero es que vas a tener estrecheces económicas. Si sueñas a tus padres muertos, es que ellos descansan en paz, y si tienen la paz de la sonrisa, es que te cuidan donde se encuentran, y si sueñas con una ex amistad, es que esa ex amistad igualmente te recuerda, y etcétera.
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Pero en el caso en el que sueñas que una persona muere, es que le estás deseando que tenga larga vida. Y así le deseo salud y larga vida a mi amigo Carlos, vecino, que es así como lo describo, solidario, y alegre.
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“Sobre qué escribir”, dijo delante de mí Juanita Escobar, luego que llegó buscando un taller de lectura, y le dije yo que era un taller de escritura el que yo coordinaba. Y le dije que todos somos material de sueños, que podemos escribir sobre recuerdos, y que los sueños son fuente inagotable de temas para escribir. Y dicho y hecho, a los quince días llegaron ella y sus amigas con texto, pero eso he de platicarlo a plenitud en el tema de talleres literarios, específicamente en el cómo motivar a que las personas que no escriben, ni creen poder escribir, lo hagan de una manera calificada como buena o muy buena.
10
Y otra experiencia ha de ser que uno mismo se sueñe muerto, lo que no me ha sucedido, a menos que esta que vivo sea de muerto que se sueña vivo y realiza todo lo que conocemos como vida, pero solo se aun sueño, como decía en su poema Pedro calderón DE la Barca, que la vida es un sueño, y los sueños sueños somos.
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