Peripecias de viaje

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El Matamoros Monterrey fue en un autobús del Noreste, cómodo. En el viaje me enteré por mi vecina de asiento que cerca de Reynosa un autobús que trasladaba derechohabientes del IMSS que tenían cita en Monterrey, se volteó y murieron 9 personas. Luego revisé la nota por internet, y decía que al parecer pasando por Reynosa a las 4 am fueron seguidos por vehículos al parecer de la “maña” y en su intento lógico y entendible de escaparse y no dejar los asaltaran, el chofer aumentó la velocidad y se chocó contra los muros de división, quedando volteado y dejando el saldo señalado de muertos y los demás heridos, quienes fueron trasladados a hospitales de Matamoros (a 90 kilómetros de distancia) y Reynosa. A esa hora ya habían aumentado a 12 las personas fallecidas. 


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El chofer del Transpaís donde íbamos hizo un giro en U que nos causó extrañeza, una señora fue a preguntarle, y dijo que la carretera donde iba estaba aún (eran las 13 horas) cerrada por el fatal accidente. Más adelante nos paró la Guardia Nacional. Yo creí que era una revisión de rutina, como antes los agentes de Migración, pero no, fue directamente a un asiento y le pidió bajar a una persona, que yo creí pudiera ser migrante. Por ventanilla vimos que lo interrogaban los agentes. Estos verificaban algo en sus teléfonos y luego hacían una llamada. Luego le hicieron la seña al chofer de seguir adelante y se quedaron con el detenido.

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Mi suposición es que los agentes le daban seguimiento a la persona desde antes, vieron que en la Central de Matamoros abordó el Transpaís. Y luego iban vigilando el autobús hasta que lograron obtener la orden de aprhensión correspondiente, lo que sucedió en el transcurso del viaje, para poder actuar y detenerlo. Por el mismo motivo de no tener dicha orden del juez, no lo detuvieron en la misma central de Matamoros.

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Y recordé de cuando circuló en Villahermosa hace unos cuatro años un video donde presuntamente un hombre en un restaurant al parecer acariciaba a una niña en sus partes íntimas. Luego lo localizaron cuando abordó un autobús rumbo a Puebla, y en el transcurso del viaje obtuvieron del juez la orden de aprhensión y lo detuvieron en el trayecto casi llegando a la bella Puebla. 

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Todo lo demás del viaje a Monterrey normal. Ya en la central comí una suculenta hamburguesa económica. Y luego tomé un taxi al aeropuerto. En el trayecto platiqué mucho con el chofer. Don Donaciano, nativo de Apodaca, ya señor de edad, unos 70 años, que tiene familiares en Dallas, Texas y que cada vez que puede viaja allá, por lo que esta esperando que abran la frontera. Me cuenta que varios choferes compañeros murieron por covid, muy amigos, y que no pudo ni despedirlos. Varios de ellos no creían en la epidemia, esa es la razón. Y que su esposa le dio con síntomas leves que fueron atacados desde el principio. “A cual área del aeropuerto va”, me pregunta cordial. “Eso sí no sé”, le dije sorprendido por la pregunta. “En cual compañía vuela”. “Viva aerobús”, fue mi respuesta. “Ah, entonces es a la “C”. Y me dejó allí y nos despedimos de mano, deseándonos lo mejor.

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El vuelo fue normal. Siempre me sorpende cómo el pájaro de acero con todo su peso se eleva. Y recuerdo cuando volé por primera vez, allá en el 2002, recién muerta mi madre. Y cómo maravillado me asomaba por la ventanila y veía las nubes con todas sus formas. Y mencionaba el nombre de Leonor y la pregunta dónde estás. Y esperaba de ella una señal entre todas las nubes.

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Antes de abordar, las peripecias con las maletas por el exceso de peso. Siempre carga uno cosas de más en el regreso. Sobretodo, en mi caso, los regalos de las hermanas que no puedes dejar. Y hay una báscula con un atento muchacho que te asesora y ayuda a conocer el peso que llevas en cada maleta del equipaje. Y a pasar de una a otra, si es necesario. Y lo que no debe llevar uno en la maleta de mano: “nada con lo que se pueda matar a una persona”, me dice de broma. Y en efecto, yo traía un cuchillo antiguo que estaba abandonado en la casa de papá, al que hay que quitar el herrumbre y lijar su asidera de madera o resanarla, para que luzca retro, como nuevo y se pueda utilizar.

 

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Entre los heridos del accidente en Reynosa me informan iba una sobrina nieta, de nombre Neiva H. Lira, nieta de mi tía Socorro. Espero su pronta recuperación.


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Ya en Villahermosa, “mi agua”  empezó a llover en el trayecto a la casa. Pasamos a una tienda de conveniencia y estaba cerrada (10: 30 pm). Pasamos a una farmacia a comprar refrescos, y en el estacionamiento arribaron policías en una camioneta sin logotipo y con las armas ya listas para disparar bajaron a las personas de un carro blanco que se acababa de estacionar. Los amagaron (yo hablaba por teléfono con mi hermano para avisarle que ya estaba en Villahermosa) luego que se identificó y reclamó uno de los del auto, los dejaron y se retiraron, luego de un susto, condiciones tales que pueden desencadenar una balacera, lo que afortunadamente no ocurrió.

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Y sí, ya en Villahermosa, disponible para cafés y las interminables charlas para arreglar este mundo tan bello y a la ves tan desquiciado. 

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