Infierno y paraíso

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A veces se enfrasca uno en discusiones estériles. Esas que no conducen a ningún lado. Y sería buen ejercicio de reflexión y debate si ambos nos escucháramos, si las dos partes trataran de entender al otro, pero cada quien se cierra más en sus propios argumentos, limitados sí, porque el conocimiento de las cosas es tan extenso y complejo, que solo conocemos parte mínima de lo que llamamos realidad.

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Sí claro, me refiero a las posiciones encontradas en la parte política que desencadenarán en conflictos pos electorales, pero que se concretan el próximo domingo en las elecciones en las que se disputan quince gubernaturas, congresos locales y el congreso federal.

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Yo soy de mecha corta y por lo tanto rehuyo discutir sobretodo con quienes tienen una posición contraria con la mía. Y prefiero platicar con quienes de alguna manera coicidimos, aunque detallamos algunas diferencias, mínimas, pero que matizan nuestras pláticas.

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Nada es blanco y negro, ya ni las televisiones que ahora transmiten con millones de colores, cuando yo en la primaria creía que había solo doce colores de la brujita, aunque en mi casa solo me pudieran comprar cajita de seis. 

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Les cuento que ayer yo afirmé que no existe infierno y la otra persona me aseguraba que sí. Y cada quien dimos nuestros argumentos entre la biblia y la ciencia, y el pastor de rebaño dice, y Darwin dice. Hasta que me di cuenta de lo evidente: cada quien tiene los argumentos que nos ha proporcionado el parcial recorrido entre escuelas e iglesias. Y que cada uno anda provisto de sordera para no solo no creer lo contrario, sino estar seguro que el otro está perfectamente equivocado y hasta quisiéramos decirle la palabra idiota, que obviamente no la decimos.

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Lo mismo sucede en la política actual en estos años y precisamente en estos meses de campañas electorales. Tengo dos amigos que son primos entre ellos, ambos maestros, y con posición antípoda, cada uno con la seguridad de tener razón en apoyar a un bando u otro del escenario político del país. Y se los hice saber que me gustaría escuchar un debate entre ambos alrededor de una carnita asada con la seguridad que dicha discusión no llegará a pleito y ninguno de los dos aceptará argumentos del otro. Y todo terminaría en risas, abrazos y satisfechos de comer carnita asada con guacamole.

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Yo realmente creo que no hay otra vida y que no hay infierno, ese lugar físico pintado por los artistas renacentistas, en donde llegarán a purgar una condena eterna los mentirosos, los traicioneros, los infieles, los borrachos, los de la mafia, las mujeres de la vida nocturna y difícil, los capitalistas, los malagradecidos, los que no pagan deudas, los que roban el trabajo al otro, los que son corruptos, etc. Ni tampoco cielo a donde lleguen todos los demás, las almas nobles que solo hicieron obras piadosas en beneficio de los que menos tienen.

 

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Hay un chiste que me gusta mucho. Un hombre muere y acude ante San Pedro, y este le pregunta a dónde quiere ir, al cielo o al infierno. “¿Se vale escoger?”, “Sí, claro”, le responde ufano San Pedro. “Pero no sé, me gustaría conocer uno y otro lugar antes de decidir”, se anima a decir. Y San Pedro le acepta y dice que se vaya a la derecha y que entre al lugar donde dice en letreros grandes INFIERNO. Y hace caso entra y se encuentra a Chico Che, Frédéric Mercury, Luis Eduardo Aute y Rigo Tovar cantando, los aires acondicionados están a todo lo que da, hay bebidas y comidas para todos, mujeres ligeramente vestidas danzando esos bailes en los que mueven sensuales cadera y ombligo, por allá Pedro Infante y Tongolele, Miroslava y la Marylin Monroe, comediantes, poetas escribiendo sus versos, etc.

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Maravillado regresa con San Pedro, y le dice que ahora quiere conocer el cielo, y el santo le da las mismas indicaciones que vaya ahora a la izquierda y entre al lugar donde dice con letras grandes de neón CIELO, y así lo hace. Entra y mira puros angelitos, grupos tocando con trompetas celestiales canciones lentas propias para tocar en iglesias; todo tranquilidad, paz y armonía. Regresa con San Pedro y le dice que ya eligió el infierno. San Pedro le alerta que es por siempre, por toda la eternidad y no hay retorno. Y este con la seguridad de lo bien seleccionado le reitera que sí, que sabe que es por siempre, que elige al infierno. 

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Entonces va al día siguiente de nuevo al infierno, entra, se cierra tras de sí la puerta, y mira todo lo contrario: fuego, peroles con personas en agua hirviendo, ayes de dolor, llamas por todos lados, calor infernal, y se dice a sí mismo, "me engañaron". Camina hasta donde está la oficina donde el mero mero tiene su despacho, entra y le dice: "oiga señor Diablo, ayer vine, estaba todo muy distinto, había fresco, mujeres semidesnudas, cantantes famosos, bebidas y comidas, todo incluido, y ahora muy distinto: fuego, gritos, sufrimiento, me han defraudado…"

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Con voz grave Don Chamuco, le dice: “No muchacho, solo que ayer que viniste fue el último día de campaña”. 

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Ándale. No te digo pues.


Fotos tomadas de internet meramente ilustrativas.


*si me haces favor de compartir, te lo agradezco de antemano. 

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