Matador de moscas

En la tierra se dedicó a matar moscas. Se alegraba al verlas caer reducidas a guiñapos una por una. Agarró tal experiencia, desarrolló tal destreza, que iba de fiesta en fiesta para alquilarse para tal efecto. Y además mandó hacer tarjetas de presentación, por lo que le llovían llamadas para nuevos contratos. Al principio era negocio familiar. Pero luego fue por necesidad reclutando desempleados a quienes les enseñaba la filosofía de matar moscas, teoría y  práctica. Millones de moscas caían por el trabajo de cientos de sus empleados. Instituyó la medalla al mérito laboral. Empleado del mes. Récord de moscas matadas. Y así. Más Se agrandó su cadena con franquicias en todo el país y en países de centro y sudamérica. 

Finalmente, como es de suponer, en la cima de su éxito, murió y las moscas se vengaron. El asunto no para allí. Al llegar a San Pedro, este le pregunta su nombre y ocupación. Duglas Pérez, matamoscas. "Oh, por Dios. Otras plagas debiste de matar. Otras. Las que acaban con los mares y deforestan. Otras, claro que sí. Las moscas son la especie amada que Dios creó para reinar en la tierra. Son las preferidas de nuestro Señor. Así que te vas al infierno". 

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