Me gusta manejar por carretera

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Otros han de preferir el avión, y tienen razón por lo rápido, por lo práctico, y porque en muchos casos, como cruzar el mar, no hay de otra. Pero a mi me gusta manejar por carretera. Olvidado de todo, va uno hacia adelante en esas carreteras mexicanas que de pronto ya no sabes ni por dónde vas, o ya andas en oro estado que no estaba dentro del plan. O salta el auto al enfrentar un tope con un letrero que dice: TOPE AQUÏ.

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No como un bólido que va en carretera, sino como un profesor que ama la vida y el viajar, recorrí infinidad de veces la carrretera Villahermosa, Matamoros, recorriendo pueblos y ciudades, y siendo un trayecto de 24 horas en las angostas y sinuosas carreteras de antes, pernoctaba en la bella Poza Rica, en Veracruz, hospedándonos en el Hotel Victoria o San Juan que nos quedaba al paso, ya dentro de esa porosa y polvorosa ciudad.

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Manejar por carretera era pueblear, y con la seguridad de hace cuarenta años que bien te podías quedar a dormir a la orilla de la carretera o estacionado en una gasolinera sin peligro que te asaltaran cuatreros asaltantes de caminos. Y digo por esas veces de cuando ya estás cansado, las pestañas se juntan y tienen que hacer un alto por seguridad y dormir media hora o una hora para seguir.

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Una vez luego de rercorrer dicho trayecto del que hablo, y que en kilómetros son como 1500, mi hermana mayor, que vive en Harlingen, Texas, a una hora de Matamoros, me dice: "¿Cuándo vamos a Michigan?", pregunta que siempre cada año me la hacía. Y yo siempre tenía la respuesta que "quizá el próximo año", mas mi respuesta fur muy distinta: "Vamonos ya". No me creía, pero yo iba preparada. Yo andaba en un viejo auto Caribe beige de la Volkswagen.  Estaba el auto preparado. Esa vez hasta las cuatro llantas nuevas de la Good Year, de cara blanca.

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Dos días después salimos hacia Michigan, que de allí de Matamoros, son como 36 horas de viaje. Recorrimos aparte de Texas, el estado de Tenessi, Alabama, cruzamos el río Misissipi, pasamos a un lado de Detroit, y llegamos finamente a un pueblito de nombre Holland, ciudad que hace honor a su nombre, por los tantos jardines con flores de tulipanes y lirios.

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A Michigan, porque allí viven aún un sobrino y dos sobrinas, con sus familias. Todas las peripecias del viaje las registré en un texto que espero rescatar de los archivos perdidos. Mi hermana Paz iba con su esposo Ernesto QEPD, nosotrosatrás siguiéndolo. Yo ni me fijaba en la ruta porque de regreso bastaba seguirlo solamente. Pero el caso fue que quince días después, antes del regreso me dijo que ellos se quedaban, y que yo tendría que regresar solo con mi familia. Lo cual tenía la dificultad de que en la ida yo no había puesto atención.

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Hace ocho años, cuando todo estaba descontrolado por la violencia, hice el último viaje Villahermosa-Matamoros, con miedo. Hay un tramo muy solitario como de deshoras de Soto la Marina, Tam, a la "T" que se forma con el tramo Victoria-Matamoros, ya cerca De San Fernando (donde hace algunos años encontraron una fosa con 72 cadáveres), y vi varios autos quemados de un lado de otro de la carretera. Un restaurante hotel en Soto La Marina, donde desayunábamos estaba cerrado. Lo mismo que una amplia gasolinera que estaba en la "T", cerrada. Y entramos a desayunar en un restaurant de carretera en San Fernando, que estaba solitario y las mesas con polvo. Ni las moscas se acercan, y fuimos los únicos comensales que estábamos, y nadie llegó en ese lapso de nuestra estancia.

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Sumado todo ello a otras peripecias de ese viaje, decidí nunca más viajar por carretera. Hasta hace tres años que de nuevo me he animado, aunque por la ruta del centro del país: Puebla, Queretaro, San Luis Potosí, Tamaulipas que tienen unas carreteras formidables. Se nota una gran seguridad, sobretodo el arco norte. Solo que en estos meses he visto las noticias que los asaltantes aprovechan las colas que se forman ante un presunto choque y asaltan a todos las personas que están varados con su coche, precisamente en esa super carretera.

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Es grato ser marinero de tierra (perdón licencia, marinero es de mar), y recorrer valles, montañas, cruzar ríos por puentes seguros, ver pueblos a la orilla de la carretera, bajarte y comer platillos típicos en cualquier lugar, recorrer uno u otro pueblo, ir a sus mercados, escuchar a su noble gente, que siempre está dispuesta a ayudarte, y tomar infinidad de fotografías. Este recorrido por pueblos era hace años, antes de que se construyeran las autopistas de cuota, donde vas rápido, casi seguro, buenas carreteras, pero no ves nada más que interminables carreteras. Pero bueno, va uno platicando, escuchando música, contando chistes repetidos, los mismos de siempre: el del argentino, el de borrachos,  el de María que pide solamente una flor... explorer, etc.

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Uno de mis sueños es recorrer el pacífico por carretera, sea en autobús o auto, ir de pueblo en pueblo, como uno de los últimos tramos por recorrer: Oaxaca, Guerrero, Jalisco, Las Baja California, luego recorrer los pueblos de la frontera norte, desde Tijuana a Matamoros, pasando por Juárez, Laredo, y Reynosa. No es tan grande ese anhelo, pero sería lindo volver a tomar una cerveza Pacífico en los pueblos de ese amplio litoral del país y los pueblos y ciudades del norte. Y cada día escribir y publicar crónica de los días con sus respectivas fotos.  Se ha de cumplir, mientras haya vida hay esperanza.


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