Vamos amarraditos los dos (o cada quien sus afanes)
Vamos amarraditos los dos (o cada quien sus afanes)
1
No es extraño que alguien al encontrarse con nuestra mirada, o darnos cuenta que se va a encontrar con nosotros en la acera, nos volteé la cara, cambie de acera, o nos quiera mostrar su lengua, o escupe a un lado cuando pasamos juntos. Sí, como niños. A veces coincide esa reacción, solamente, y no hay esa intención. Pero sea una cosa u otra, nada tiene que ver con uno. O solamente consignar el hecho. Sus razones tendrá, y amén.
2
Lo cierto es que cada quien con su origen y su presente. Diríamos, cada quien sus circunstancias y sus afanes. Y a veces, muchas veces, simplemente no son afines a los nuestros. Así de sencillo. Sea en el trabajo de oficina, la escuela, aquel compañero nos saluda con desgana, como tratando de evitarnos. Y ya nos creamos toda una película. Y resulta que sus problemas le pesan más a su alma. Uno deberá no tomar eso como una afrenta.
3
Afrenta sí, que te mienten la madre. Pero no es igual en todas partes. Decía yo al llegar a Tabasco en el 1979, y darme cuenta que en cualquier plática entre dos personas, siempre salían variantes de mentada, como responder "tu mama", o llamar a alguien con el nombre de la mamá: "¡Julianaaaa!". Y responder a ese Sui generis saludo con el : "¡Maríaaa!", decía que eso en el Norte, de mi origen, era una ofensa que se arreglaba a balazos, o mínimo a machetazos con consecuencias sangrientas. Y se reían, y su respuesta era que en Tabasco era una manera natural de platicar.
4
Uno de los motivos de separación de amistades, es el préstamo de dinero. "Te o pago en la quincena". Y pasa un año. Y ni un abono. "Te pago con el aguinaldo".Y si de manera natural en sus traslados pasaban por tu casa, ahora la rodean. Y ya no te hablan. Perdiste dinero y amistades (que no lo eran realmente). Y si se cansan de que les vayas a cobrar, te sacan un machete, te corren, y a ti te da diarrea o diabetes, del coraje y derrame de la bilis. A mí solamente una vez me pasó con un préstamo dado a la esposa de un "primo" de "un amigo". Pero allí queda eso. Donde nos vemos nos saludamos, y como que no pasó nada. Amor y paz.
5
Hay personas que andan muy serias. Y saludan como sin ganas. Tantas cargas llevan, quizá una madre enferma, quizá deudas, pagos difíciles de hipotecas, pérdidas un familiar o de empleo, etc. Lo mejor es no juzgar.
6
Además siempre debemos recordar que todos pensamos distinto, porque nuestro origen fue distinto y nuestras familias son distintas. No sabemos de los cardenales o moretones en el alma de las personas que conocemos y que realmente nunca llegamos a conocer totalmente aunque las tratemos a diario.
7
Las mejores deudas son las de los besos y abrazos, si te he dado cien, devolverlos es la paga, y si es con intereses, mejor.
8
Hay personas quienes acaban recién terminar con su pareja. Y andan tan dolidas que no saludan a nadie. Hay quienes se acaban de reconciliar, y por la misma razón no miran a nadie. No hay fórmulas de comportamiento y reacciones ante el otro. Así que nunca tome como personal lo que hacen los otros ante uno. Es más su reacción por lo que están pasando, que por lo que sientan ante uno. Aunque hay sus excepciones.
9
A esas excepciones se les llama enemigos gratuitos (siempre y cuando no nos salgan caros). Son aquellos que sufren cuando a uno le va bien. Cuando uno triunfa, parece que los derrotados son ellos. Si uno compra un carro nuevo, pasan y lo rayan, si uno pinta la casa, dicen sobre el color que es feo, si uno sonríe dicen que uno está loco. Y cuando les piden su opinión de uno, refieren que somos lo peor de lo peor. Pobre alma atribulada y envidiosa. Son esos misóginos o habitantes de clóset que si una mujer ocupa un cargo hacen alusión que lo obtuvo por cómo se mueve.
10
Lo mejor es que usted sonría. Que viva de acuerdo a como piensa y siente, y no como dicen los vecinos. Diría María Dolores Pradera en Vamos amarraditos los dos: "La gente nos mira con envidia por la calle,/ murmuran las vecinas, los amigos y el alcalde. Dicen que no se estila ya mas/ ni mi peinetón ni tu pasador,/ dicen que no se estila ya mas/ ni mi medallón ni tu cinturón./. Yo se que se estilan/ tus ojazos y mi orgullo,/ cuando vas de mi brazo/por el sol y sin apuro.
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