Más Julietas requiere la Patria

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La nueva maestra llega al aula por primera vez. Apenas recién acaba de salir de su escuela Normal. Se presentó ante el director. Este le dio la bienvenida. Le asignó grupo.  "El 3o C", le dijo. Y cortés, sabiendo que era maestra nueva, le ofreció ayudarla y resolver cualquier duda que tuviera. La chica se lo agradeció. El director la compañó al nuevo grupo. "Chicos, es su nueva maestra. Pórtense bien. Especialmente ustedes, Juan, Luis y Roberto. No quiero que le causen problemas a la maestra Julieta". Así fue el inicio.

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Julieta tiene dos opciones: Olvidarse del señalamiento de nombres escuchados para luego aprendérselos de nuevo junto a los de los demás, ya en el día a día. O tomar nota de quiénes fueron los señalados para acercarse a ellos y decirles: "Cuidadito, que a la primera los reporto con el director", diciéndole esto de manera seria, para inhibirlos en su comportamiento. Además- en esta opción- anotó los nombres en una libreta y agregó la nota: "Con ellos hay que tener cuidado".

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Usted, lector ¿qué haría? El trabajo educativo no es fácil. Nunca ha sido fácil. Y tomemos en cuenta que la educación base, la de los cimientos, es precisamente el preescolar, primaria y secundaria, que en conjunto se les llama precisamente educación básica. ¿Usted qué haría? De entrada creo que la mayoría no estudiaría para ser maestro de escuela. Los primeros años corresponde trabajar en el medio rural. Y antes, las peripecias para obtener plaza mediante examen nacional. Y para llegar al centro de trabajo es despertar desde las 3, 4 o 5 de la mañana (según la distancia de la comunidad). Trasladarse en autobús. Transbordar. Y regresar a eso de las 4 o 5 de la tarde a la casa. Y preparar ya entrada la noche las actividades para el día siguiente. La otra es semanear. Es decir, quedarse en una casa de la comunidad y viajar cada viernes en la tarde a su casa, para viajar de nuevo el lunes en la madrugada. ¿Para pensarlo, no?

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Pero ese es su trabajo, dirá uno. Es su vocación, dirá otro. La maestra Julieta ya está en su grupo. Tiene 33 alumnos. Aplicará lo que ha aprendido en la Normal, y algunas reglas que aprendió en casa. Sus valores, ante todo. "No hay que humillar a nadie en la vida", le decía su abuelito. "No hay niño malo", le decían sus maestros. "Los hay que no tienen padre y madre y viven con los abuelos o tías. Hay quienes tienen padrastro o madrastra. Hay quienes son inquietos porque tienen hambre". Sin que nada de lo anterior sea un prejuicio. Cada uno trae sus propios aprendizajes de casa. El trato que les han dado (sea de ritos o de bondad). Y responden a como han sido tratados. Le toca el turno a la escuela. Y en este caso a su nueva maestra. Julieta.

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Juan, Lus y Roberto, representan a los niños de todos los grupos de las escuelas del país que son inquietos, y hasta muy inquietos. Cada grupo tiene los propios. Su maestro y maestra de 1ero y 2o, los tenían en una lista negra. Los reportaban a la dirección. Mandaban a llamar a sus padres o tutores , estos los golpeaban en cada reporte, "porque les quitaban tiempo". Y les anunciaban golpes cada vez más fuertes ante próximos reportes. Los niños ya eran resistentes a esto. Estaban curtidos en el maltrato de su casa. Y de la indiferencia de sus maestros y de los reportes con el consabido castigo, que inició con regaños y luego golpes, con vara y alambre de la luz. Y ni así. "Arbol que nace torcido jamás su tronco endereza", se escucha en la canción. Así lo decían sus anteriores maestros.

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Pero con la maestra Julieta fue muy distinto. Se presentó sonriendo. Luego pasó al lugar de cada uno de sus alumnos y alumnas. Les preguntó su nombre, no para aprendérselos desde el mismo momento, sino para que ellos escucharan de su propia voz su nombre. "Yo me llamo Antonio", "Yo me llamo Rosa", "Yo me llamoCristina", y así con cada uno. Y así dijeron su nombre Juan, Luis y Roberto, sin distinción alguna. Y a cada uno y una la maestra Julieta les ponía la mano en la cabeza de manera suave. Y a cada uno les decía que estaba segura que era un "buen" alumno o "buena" alumna, según el caso. Y lo mismo con ellos, los señalados por el director. Ellos estaban que no se la creían. A todos les puso la misma atención, sonriéndoles y mirándolos a los ojos. Julieta fue la diferencia. 

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Los maestros y maestras como Julieta hacen la diferencia en las aulas escolares. Trabajar en la educación no es llenarles la cabeza de conocimientos, como si fueran costales vacíos. Es un vibrar en armonía. No es sencillo, claro, ni es difícil. Dependiendo el enfoque que se tiene sobre la disciplina dentro del salón. Si es policiaca o si es educativa. Esta conlleva diálogo, juegos, responsabilidad. Esta conlleva liderear a los inquietos, entregarles a ellos la misma confianza como a todos. Como esa anécdota del maestro jubilado que se encuentra a un muchacho que fue su alumnos y que se hizo profesor por un acto generoso de su maestro en la infancia.

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El niño se había robado un reloj. El maestro les pidió que se formaran y que cerraran los ojos. Y pasó a revisarles a cada uno en los bolsillos. Y a la mitad de la fila encontró el reloj. "Ahora abran los ojos, ya lo encontramos", anunció el maestro en aquella lejana ocasión. . "Y usted nunca me dijo nada, ni me señaló de ladrón", le dijo el maestro a su viejo maestro. Por ese acto, porque usted no me humilló y rescató mi dignidad y decoro, estudié para maestro. "Yo no supe, porque también tenía los ojos cerrados al revisar", le respondió el viejo maestro.

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Julieta ya haba recibido ese primer día la lista de los documentos que le pidió el director, que le pidió el supervisor, que le pidió el Jefe de sector, que le pidió el jefe de departamento, que le pidió... Lista de asistencia, planeación, gráficas de aprovechamiento, sociograma, informe de lectura, evaluación diagnóstica, libreta de incidencias, Informe de comisiones, Proyectos especiales educativos, Portafolio de grupo, Inventario de salón, Fichas descriptivas grupal y por alumno (FODA), Hoja socioeconómica por cada alumno, Programa analítico, Acuerdos de convivencia, Etc. Claro, sí, esta lista aumenta o disminuye. Varios de estos documentos son necesarios. Y cambia de estado a estado. De región a región. La maestra puso atención cuando le dieron la lista. La primer semana le pregunta el director cómo le va con Luis Juan y Roberto. "Muy bien, son excelentes chicos", dice ella. No miente. 

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A los 15 días, sus compañeros le dijeron: "No te van hacer un monumento, Julieta". La veían entrando y saliendo puntual. En la hora del recreo se ponía a platicar con alumnos y alumnas. Llegaba a la escuela con material. Sonreía. Y caminaba grácil como si no pisara el suelo, como si se deslizara elevada a cinco centímetros de la superficie. Por supuesto que existen muchas maestras Julieta en el sistema educativo nacional. Ellas saben que bastan unas palabras, una mirada de bondad, para cambiar la ruta de los alumnos en la mejora de su destino. 

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Vi hace días un video donde el personal docente y administrativo de una escuela están bebiendo cerveza. Es de noche ya. No juzgo. Llega el pdte de la mesa directiva del turno matutino y a la vez policía de esa área. Hablan. "Estamos bebiendo, sin hacer escándalo", se escucha decir. "No es el lugar adecuado", refuta el padre. Al final se van. Y efectivamente no es el lugar. Solamente eso.

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Hace años visité una escuela telesecundaria en la colonia Casablanca (cerca del mercado de Villahermosa). Era homenaje. Al término de este saludé a unas madres de familia. Una de ellas viajaba unos 20 kilómetros para llevar a su hija a ese centro escolar. "¿Y por qué no va a ña escuela de su poblado?" Vivía en Parrilla o Playas del Rosario. Su respuesta me dejó anonadado: "Porque en esa escuela de allá donde vivo no aceptan alumnos con discapacidad. Y en esta de Casablanca sí".


 






  


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