A los maestros y maestras con cariño

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La primera imagen que tengo de los maestros es de la escuela primaria. Entré a primer grado. El maestro era Carlos Martínez Cabello. Entraba sonriente. Era muy joven. Solo que a esa edad de uno, los miramos mayores. Él cada día empezaba la jornada con una canción para que la cantáramos. Era de un libro de bolsillo que traía muchas canciones de Cri-Cri, el Grillito cantor. "Que dejen toditos los libros abiertos. Ha sido la orden que dio el general..." Así por una semana. Y a la siguiente semana era otra del mismo libro. "Métete Teté, que te metas Teté..."

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La segunda imagen que tengo por esos mismos días, es la del maestro Enrique, que no me dio clases, por lo que sus apellidos no me sé. Él era el maestro de quinto grado. Yo a la hora del recreo caminaba por los corredores, curioso, y me asomaba por los otros salones. Era una escuela grande. La Cuahutémoc. El maestro Enrique usaba lentes fondo de botella. Él ya más grande de edad, quizá pienso ahora que tendría unos 50 años. Yo miraba siempre sus zapatos: viejos y rotos. Su camisa y pantalón: ropa muy usada. El.maestro Enrique tenía la sonrisa más bondadosa del mundo.

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Otra imagen es de la maestra de segundo grado: Antonia Correa Vera. Jovencísima, muy guapa y de gran corazón. Siempre alegre. A ella la imagino como la maestra de la canción de Joan Manuel Serrat, preocupada por sus chicos. "Sí alguna vez piensa en mí, maestra, que de sus ojillos azules nazca siempre aquella paz que me hacía un poco más dulce la escuela y que no se le haga un nudo en la garganta diciendo: «qué han hecho...», «a dónde han llevado a mi puñado de pequeños...»..."

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El quinto grado me dio clases el maestro Héctor Urbina. Cuento siempre la construcción de visión que hizo en mí para vislumbrar mi futuro con dos preguntas. Era el agradable recreo. Y me detuvo al paso: "Toño, ¿de grande quieres trabajar bajo el sol?", "Toño, ¿de grande quieres vivir como viven ahora?" Y a mi respuesta categórica de "No", completo su intención:"Entonces Toño,debes seguir estudiando y tratando de sacar las mejores calificaciones. El maestro de sexto, el maestro Ignacio, "Nacho", hablaba con nosotros sobre lo difícil que es la vida, sobre la vida de los pobres, intentando hacer conciencia sobre nuestra situación.

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En la secundaria grandes maestros. Imposible mencionarlos a todos. El director, Maestro Filemón, con sus clases de historia para ubicar nuestra mente en tiempo, lugar y circunstancia. Recuerdo bien su plática sobre la fundación de Roma con la loba amamantando a Rómulo y Remo. Transmitía los conocimientos con tanta emoción. En la ceremonia de fin de cursos a nuestro término de tercer grado, en su participación de clausura de ciclo leyó el siempre inolvidable y motivador poema de Kipling, "Si", que dice en el fragmento final: "...¡Cuando todo esté peor, más debemos insistir! / Si en la lucha el destino te derriba,/  si todo en tu camino es cuesta arriba,/ si tu sonrisa es ansia satisfecha,/  si hay faena excesiva y vil cosecha,/ si a tu caudal se contraponen diques,/ Date una tregua, ¡pero no claudiques!."

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Y en esa misma secundaria el maestro Raúl Torres Torres, de civismo. Moreno y recio. Originario de Miquihuana, municipio de la Sierra de Tamaulipas. Él era el responsable de la banda de guerra. "Tú tocarás tambor", me dijo aunque yo quería corneta. "Es que estás muy flaco y te puedes lastimar". Ya en clase nos decía: "el problema de nuestro México es que cada seis años entra un presidente nuevo y trata de borrar lo bueno del sexenio anterior". El libro se llamaba "El buen ciudadano". Y nos hablaba de los derechos, entre ellos el de salud y educación. Nos lo decía a todo el grupo, en todos los grupos, a todos nosotros, que proveníamos de las familias más pobres de la ciudad. Revolucionaba nuestras mentes con la.emoción puesta en los temas de clase.

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No puedo dejar de mencionar al maestro Juan Pablo Puente, de Artistica. Me motivó para aprender lo poco que sé de música. Y por él es mi amor a la canción popular mexicana y en general latinoamericana. Veinticinco años después, siendo yo maestro de telesecundaria en Tabasco,  le escribí una carta para agradecerle lo que hizo por mí con sus alegres, sencillas y luminosas clases. Se la mandé con mi sobrino Ángel que le daba clases en la misma secundaria. Se la entregó el mismo Día del Maestro. No supe más. Como cinco años después de esa carta conseguí su número y le hablé igual el Día del Maestro. Contestó su esposa: "No está, ¿de parte de quién?". "Del maestro Antonio Solís, de Tabasco, ex alumno suyo". "Ay, maestro. Usted es el que le escribió una carta hace como cinco años. Fíjese que ese día llegó muy contento a la casa y me la leyó llorando, emocionado. ¡Muchas gracias! Y la cargaba siempre en su portafolio. Y cuando nos llegaba visita, la sacaba a la menor provocación y la leía y volvía a llorar..."

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"No está porque anda en sus clases de maestría". así me dijo ella. "Pues me sigue dando clases aún muchos años después, señora, porque fíjese que yo no he estudiado maestría, pero por ese ejemplo del maestro Puente, ya grande de edad, voy a estudiar una. Y así le hice. Estoy muy agradecido con él. Yo con él formé parte de la estudiantina y del mariachi. Yo era muy inquieto y me creía mucho. En un ensayo de estudiantina yo molestaba. Y él me regañó. "Entonces me voy", dije como para que él me dijera que no. Y al contrario, serio me dijo: "Como gustes, ni sobras ni haces falta". Y me fui. Pero al siguiente ensayo yo estaba en la ventana viendo. Me preguntó que si quería entrar, le dije que sí. Y continué participando en ambos grupos musicales (estudiantina y mariachi).

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En la Normal tuve otros grandes maestros. señorones de la pedagogía. Igual, por el espacio no nombro a todos. Vicente Cevada Vera era el maestro de "Español y su didáctica". "Nunca desprecien a un alumno. Si un niño se acerca a ustedes ofreciéndoles un taco de harina, de los que él está comiendo, y miran sus manos sucias y con moco que le escurre por la nariz, y ven que se limpia los mocos y y con esa misma manonsostiene el taco, no se lo rechacen, aunque no se lo coman. A él nunca se lo olvidará ese gesto: el rechazo por lo sucio, o la aceptación a pesar de ello". Y nos decía: "la naturaleza es muy sabia, los alumnos aprenden a pesar de tener malos maestros". Y otro: "No tomen alcohol, y menos en la comunidad donde trabajen. Que los padres de familia nunca los vean borrachos". "Maestro, ¿y si nos invitan a una boda o quinceañera en la propia comunidad?". El maestro Vicente se rascaba la cabeza con esa pregunta. Y respondía medio riendo. Bueno,quizá una para acompañar la comida. No más".

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Y el maestro Rafael Sandoval, que recién se acaba de jubilar nos impartía la materia de Ciencias Sociales y su didáctica. Siempre jovial y la materia la platicaba vinculando hechos pasados con la actualidad. La importancia del maestro en la sociedad. El alto deber. "Tres autoridades respetan las comunidades -decía- al médico, al cura y al maestro; siempre deberán de corresponder a ese respeto, porque este se gana y cuando se pierde no hay manera de recuperarlo". También nos decía: "sin entraron a estar carrera para hacerse ricos, entonces están en la carrera equivocada". Y también: "en ocasiones los alumnos se les sale la palabra papá o mamá cuando le van a decir algo a la maestra o maestro. Para ellos el maestro representa algo semejante, por eso se equivocan".

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Hace como diez años lo volví a ver al maestro Sandoval. me invitó a la escuela donde fue director toda su vida, la secundaria  "Gabriela Mistral". Me pidió que dijera unas palabras en los dos grupos de tercero. Ese día solo me dio tiempo para uno, porque ya casi era la hora de la salida. Me presentó como su ex alumno, orgulloso él. Desde el inició en mi intervención pregunté si sabían quién fue Gabriela Mistral. nadie sabía, nadie levantó la mano. Y ya platique como quince minutos sobre la importancia de la educación mi vida de maestro, etc. Terminamos y salimos. Me invitó que al día siguiente fuera con el otro grupo. Así le hicimos. Antes desayunamos. Y fuimos al otro tercero. Igual, me presentó orgulloso como su ex alumno. Y empecé a platicar con ellos. En un momento se me acercó y me dijo al oído: "Pregunatles quién fue Gabriela Mistral". Le respondí: "No porque se lo dejaste de tarea". Y se rió. Efectivamente. Al final se lo pregunté (no podía dejar de lado la sugerencia de mimaestro normalista: "Levanten la mano el que sepa quién fue Gabriela Mistral, el nombre que lleva la escuela". Y todos levantaron la mano. 

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Me emociono al recordar. Al término de esa jornada, cuando se fueron las alumnas (es escuela solo para mujeres) me preguntó si sabía tocar tambor de banda de guerra. Le dije que sí. Entonces me llevó a donde estaban los instrumentos. Me acomodó un tambor, se acomodó otro. Y tocamos juntos "Toque de bandera", "Paso redoblado" y "Tres de diana". No había nadie ya en la escuela. Pero estaban todos nuestros recuerdos de escuela, imagen de la nostalgia y de la alegría por ser maestros. Parecía que yo estaba viendo una película con tema pedagógico. Y aprovechando: me permito saludar y felicitar a todos los maestros y maestras en su día. Tiempos difíciles para la educación escolar. Mucha responsabilidad tienen en la educación pública y privada del país. No menos de la que tienen la familia y toda la sociedad en su conjunto.


 


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