El redivivo bambú

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La edad nos convierte a algunos en el señor de las plantas. Y el bambú siempre me ha gustado. Siempre trataba de pedir un esqueje o plantita chica a algún amigo, cuando se daba la ocasión de estar en fiesta en su casa. Y al final se nos olvidaba. Así hasta que fui a una tienda de materiales donde venden todo de casa, y en el área de plantas vi un doble hermoso bambú. Me impresiona su verticalidad. Y en ese caso su color, a diferencia de los amarillos este era verde. Y era doble. Como decir al dos por uno. Ganga, al precio de uno, me estaba llevando dos. Así lo pensé.

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Lo llevé a mi casa, y lo puse en una parte muy visible, para que todos los vecinos al pasar lo vieran y lo chulearan. Y efectivamente. Al pasar, las vecinas y también algún vecino, miraban el bello bambú doble. "Está muy bello su bambú, vecino", decían. Y las preguntas consiguientes: ¿dónde lo compró? ¿Cuánto le costó? Y la charla sobre las plantas. "Yo tengo rosa del desierto, se lo intercambio por un bambucito, cuando tenga sus retoños". Y sí, le empezaron a salir retoños.

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Yo estaba tan orgulloso con el bambú, que al ser doble, se me ocurrió la peregrina y avara idea de separarlos, así, para en lugar de tener uno, tendría dos. Ya me imaginaba, las dos macetas, cada uno con un precioso bambú. Su estatura cuando lo compré era como de un metro y medio. El color un verde vegetal. Y al paso de las personas, los comentarios sobre su belleza, como para exposición, y a la espera del intercambio de plantas.

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Al momento de hacer la cirugía, me di cuenta que tenían la misma raíz, pero, engolosinado con la operación, no me detuve. Y logré separarlos, como siameses que eran. Gran parte de raíz por mitad le quedó a cada uno, que me dije a mí mismo, sobre la supervivencia: asegurada. Confié en lo que veía, no en lo que debí percibir sobre la vida de las plantas, y su inteligencia. 

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Investigando, la caña de bambú es originaria de la India, Sudamerica y del sur de África. se utiliza en la construcción, decorativa y en uso nutricional y medicinal. De acuerdo a la filosofía del fenchui, es planta que atrae suerte y fortuna. En los estados de Veracruz, Chiapas y Oaxaca se cultiva mucho. Y se encuentran plantíos tanto a nivel del mar, como en lo alto de las montañas. Sorprende y es notorio su crecimiento de un día para otro. Es de las plantas que más crecen en el planeta. Y le ayuda al planeta a detener la erosión.

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Ya tengo mi bambú. Ya es admirado y elogiado por las vecinas. Ya estoy en acuerdo para el intercambio cuando tenga retoños. Ya los separé en una operación burda. Y ya está cada uno en su maceta respectiva. Y ya había leído que consumen mucha agua, pero no hay que regarlo a diario. Al paso de los días noté que uno de ellos empezó a decaer en su coloración. El otro no. Y seguía observándolo día con día. Me decía: "es por tristeza por la separación, pero ya se acostumbrará. Empecé a hablar con ambos. Aquí noté ya que las vecinas pasaban por la acera de enfrente. Me ponía acariciarlos a ambos. Les decía de la necesidad de separarlos para que tuvieran vida independiente.

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"Si me llaman el loco, porque el mundo es así, la verdad sí estoy loco, pero loco por tí", les cantaba, mientras los regaba. Pero uno de ellos continuó muriendo poco a poco. Y vinieron los consejos de los biólogos. "Ponles fertilizante". "No les pongas fertilizante". "Riégalos", "no los riegues. Pero el bambú, ¡ay!, siguió muriendo. Al verme con cuitas, vinieron las vecinas todas a darme ánimo y a decirle al bambú en ruta de secarse que adelante guerrero. Pero bambú, ¡ay! siguió muriendo. Y para golpe final, finalmente murió. 

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El otro en cambio estaba campante, muy vivo, creciendo sus retoños. "Cuando estén sus retoños del grosor de un lápiz, ya los puedes sembrar. Y yo cada día los medía con una cinta. Primero al lápiz, luego a los retoños. "Ya mero", me decía a mí mismo. Para esto el bambú lo tenía fuer a de mi casa, en la banqueta, para que mayor curiosidad despertara en quienes pasaban por allí. Ya a punto de alcanzar los retoños dicho grosor. Salí de viaje dos semanas. La sequía hizo su parte. Las vecinas ya no se asomaron para echarles un vasito de agua cuando menos. Y al regresar parecía que había pasado una quemazón. El bambú con los retoños secos. Dos plantas de granada ya casi secas. Dos gardenias, lo mismo. Me espanté. Pregunté a mi amiga veterinaria, digo bióloga. "Les faltó agua, me hubieras dicho para pasar a regarlas". Ya ni modo.

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Inmediatamente le puse agua. Y al día siguiente, igual. Las granadas y gardenias poco a poco empezaron a sacar sus hijitas nuevas. Las secas se las quité. Me dicen que la planta hace un esfuerzo portentoso por revivir las hojas secas, y en ese afán y esfuerzo puede secarse toda. Así que se les ayuda al tumbarle esas hojas café y ponérselas en el suelo para que se vuelvan fertilizante. Pero el bambú, no daba signos de revivir. Al contrario, del 80 por ciento de su tallo verde, se iba agrandando la parte seca, día a día. "Corta su tallo, y déjalo chiquito, de Minos 30 centímetros", me dijo mi bióloga amiga. Así le hice.

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Y cada día me asomaba. Así pasaron quince días. Hasta ayer que descubrí un retoño. Uno solo. Que crece día a día. Y ya investigué cómo sembrarlo para que se desarrolle. No creí que se salvara. Eso sí, me dicen que hay que hablarles y regarlos, ponerles fertilizante, que no solo de palabras viven y florecen las plantas.






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