Piedras rodantes

1
Alex Lora, entre varias, tiene dos canciones que me gustan más. "Todo me sale mal". Y "Las piedras rodantes". En la primera a un tipo todo le sale mal. Y en la otra el tipo, que de estudiante amaba a la chica del cuadro de honor, 45 años después se la vuelve a encontrar. Lindo un tema, entre nostálgico y memorioso. Y el otro sobre la mala suerte. ¿Se identifica con una canción o ambas?
2
"Crees que me encontré de nuevo a Martha". Me dice mi amigo. Habían sido novios de miradas y risas en la primaria. "Luego en la secundaria ella andaba con otro. Y me cuenta su amiga que eran puro pleito. Y entre esas andanzas de andar de novios y perder, yo me acomodaba bien, íbamos al cine y nos dábamos de besos."
3
"Luego supe que se le había muerto su mamá. Ella entró a la preparatoria y yo a la Normal. Dejamos de vernos por meses. Y luego la llamaba o me llamaba e íbamos a tomar café y a darle duro a la plática. Mi mano sobre la mesa buscaba su mano. Otro cafecito. Y bajo la mesa también. Y me atrevía a decirle qué yo quería con ella. No sé qué fue lo que entendió pero fuimos a un hotel unas tres o cuatro veces."
4
"Dos años dejamos de vernos. Y me fui a trabajar de maestro a Chiapas. En mis vacaciones volvimos a encontrarnos. Estoy embarazada y el papá no quiso responder, me confesó entre tierna y esperanzada. Soltó dos lágrimas. Una por cada ojo. Si deveras me quieres llévame a Chiapas, para vivir juntos -me soltó de sopetón- y tú seas el papá". Ya no la quiero. Pero tal vez la quiero, pensé en el poema de Neruda. "Le dije que sí, que vendría por ella en dos meses. Yo tenía 20 años con amor y andaba cantando canciones desesperadas. O lo que es lo mismo, la quería mucho y ese sería mi inicio para formar familia".
5
"Solo que a los dos meses volví. Busqué a Martha. Sí, ella se llamaba Martha. Y su segundo nombre era Alicia. Es, porque aún vive, me dicen. Vive en Estados Unidos, en una ciudad que se llama Arlington. Tengo su teléfono, pero nunca me animé a hablarle. Sí, aún lo guardo, por si suena mi teléfono y poderlo identificar. Así pues a los dos meses regresé por ella, enamorado y con miedo. Yo tenía 20 años, que es nada, y ella no había cumplido aún los 16, que es menos que nada. Nos citamos en un café. No le vi barriga de embarazada. Y me dijo: ¿Qué? ¿Estás loco? Yo no te dije que estaba embarazada. Eso lo inventas. ¿Por qué, Antonio? Yo me quedé perplejo. Me dijo que me amaba, le dije que igual, que la amaba mucho. Nos despedimos, fue en un café, el café París, de Matamoros. Y nunca más nos volvimos a ver. "Hasta ayer", me dijo mi amigo, que es el que cuenta. El que me contó. Ella separada. "Quedamos de vernos mañana en el mismo café. ¿Qué me aconsejas?" Yo no supe qué decirle, más que las historias de amor son lindas. Que leyera "El amor en los tiempos del cólera", del Gabo. Que la vejez no es sinónimo de virhuela.
6
Y la otra canción, de Lora, la del tipo al que todo le sale mal. Es un lugar común de algunas personas, que están dentro de nuestro círculo de amistades, o más bien conocidos. Empiezan la plática o la terminan, pero en todo se quejan de su mala suerte. Bien que se están separando de nuevo. Que ya perdieron el empleo. Que los vecinos los miran mal. Que les robaron la cartera. Que les duela la cabeza, que ya no aguantan la migraña. Y así siguen, de que yo tengo buena suerte, de que los ayude, porque todo les sale mal. Y miro sus rostros, sus expresiones. Hasta parece que veo un vibrar de su energía como las ondas de sonido que generan ruido cuando las cuerdas están mal afinadas. En total desarmonía. Sus miradas andan entre el temor y el desconsuelo. Destaca una gran insatisfacción.
7
No me canso de recetarles un libro, de que caminen por las mañanas unos veinte minutos, cuando menos. Que respiren profundo muchas veces. Hagan yoga. Que escuchen otro tipo de música y no solo de corridos tumbados. Cambien de trabajo por el mal ambiente laboral. Cambien de casa, a una en otro barrio, con otra gente de vecinos. De acera al caminar para que no pasen donde hay perros que orinan a los transeuntes. De familia donde haya risas, palabras de paz y no gritos destemplados. Que utilicen condón, si ya tienen varios hijos. Que vayan con el terapeuta, con el psicólogo o psiquiatra. Que se busquen una novia. Que se inscriban a una escuela de idiomas o de filosofía. O a una escuela de oficios.
8
No hay relaciones perfectas, ni hay santos a nuestro alrededor. Y yo tengo un conjunto de ideas, y no siempre son verdad, a veces sí. Anda uno equivocado pensando que la tierra sigue siendo redonda. Que los pajaritos no tienen problemas y solo cantan. Pensamos que todo debe ser perfecto a nuestro alrededor. Que las plantas de ornato deben de dar flores siempre. Que el vecino debe cortarse el cabello como yo creo que debe de ser. Que las casas de los vecinos deben de ser pintadas de otro color. Que todos deben de pensar como yo. Que no debo sonreír primero, porque pensaran que soy fácil o estoy loco. Y así no se puede. Anda uno como si los carritos chocones de la feria fueran una imagen móvil y explicativa de mis relaciones con los demás. Por eso es que todo les sale mal. 
9.
Todos tenemos un conjunto de ideas. Y con ellas andamos echados al camino en un viaje que un día termina. Decía Sartre que el hombre hace en la vida lo que hicieron de él. Y no hay marcha atrás. Solo que debemos -nos urge- reflexionar si el conjunto de ideas con las que nos manejamos en opiniones, mueven nuestras acciones, emprendemos otras rutas, tomamos decisiones, hacemos proposiciones, las cosas nos salen mal, entonces cambiemos de ideas, porque si no cantaremos a todo pulmón la canción de Lora:. Todo me sale mal: "Mi esposa, la banda, los niños, me dicen que todo lo que hago está mal, y no sé por qué. Si digo que es blanco, resulta que es negro, si digo que es águila, resulta ser sol, si estoy en el cielo me siento en el infierno, si me echo un viento , me sale con premio, si quiero hacer del dos, está ocupado el retrete..." Y así pues cómo. Cambiar de ideas, de punto de vista, ponerse en el lugar de los otros, ser émpaticos, domar al ego. Reconocer equivocaciones. Pedir perdón o mínimo disculpas.

10
Son una maravilla los recuerdos, sin duda alguna, donde el amor es el aliciente. Aclaro que los nombres sobre los que escribo son ficticios. Pero fueron reales, y le sucedió al primo de un amigo: Dice Lora: "...Fuimos parte de la misma historia, íbamos en la misma prepa. Yo siempre fui un lacra y tú eras del cuadro de honor. Encendimos el mismo fuego. Competimos en el mismo juego. Compartimos el mismo amor y el mismo dolor. La vida nos jugó una broma. Y el destino trazó el camino para que cada quien se fuera con su cada cual. Las piedras rodando e encuentran. Y tú y yo algún día nos habríamos de encontrar.  Mientras tanto ¡cuídate", y que te bendiga Dios. No haga nada malo que no hiciera yo". 



Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam