Guiño de libros viejos en Villahermosa


Guiño de libros usados en Villahermosa

 

En Villahermosa, aparte de otras cosas por ver, museos y galerías por visitar, mercados por admirar, monumentos por retratar y comidas por degustar, sugiero visitar a los libreros de viejo. Aparte de tener libros de diversos temas, los precios son a la medida de cualquier bolsillo y su charla es amena. Como sabios de la antigüedad, saben algo de todo.

De manera permanente cuatro grandes amigos se dedican a esta muy humana actividad. Ellos cumplen de sobra con el perfil: son lectores habituales, conocen de libros y, en muchos casos, de los autores. En la Calle Lerdo, casi llegando a  5 de Mayo, por donde estaba Café “La Antigua”, se ubica Pedro Luis Hernández. Él es escritor, gusta de la música y los gatos, y es promotor cultural. Una referencia de su ubicación es la oficina de Correos, subiendo la escalera.

Los libros de viejo tienen vida y, por tanto, historia propia. Sea porque tienen nombre, una mancha de café, la dedicatoria del autor, o fueron de un muchacho que regaló el libro a una muchacha que pretendía. Suele suceder que a veces vienen con un pétalo seco, una nota, un recado, o un número telefónico junto a un corazoncito. Y vale la pena, en este último caso, hacer la llamada, y hacerle saber a la persona que conteste, que hay en venta un libro con poemas de amor (digamos “Epigramas, de Ernesto Cardenal, “Recuento de poemas), de Sabines),  unas iniciales y ese número de teléfono.

Jesús López -Chucho- tiene su espacio en la calle Juárez y Martinez de Escobar, junto a Café Parissi, lugar propio para la buena charla y el saboreo de un buen café en cualquiera de sus presentaciones. Humanista que es, Chucho es de las personas que tienen un corazón noble y grande y una charla siempre prudente; sabe escuchar con atención y se interesa por todos los temas. Cada último viernes  de mes, Chucho recibe siempre con buen ánimo y cofraterniza con escritores que leen sus textos en dicho café.

Y en la calle Sáenz con Lerdo, por Correos, se instala José Luis Rabelo, Rabelais (Rabelé), musicólogo, y especialista en cine, tema del que escribe, y ahora graba videocápsulas con diversos temas. Se le reconoce por ser vendedor incisivo. Yo a veces me siento a platicar con él. Le leo algo de lo que escribo y, en venganza, él me responde leyéndome de lo que escribe. 

Luis Soberano Ovando también forma parte de esta cofradía. No tiene lugar fijo. A veces se le mira en la calle Reforma y Aldama, en pleno centro, o a un costado del Centro Cultural Villahermosa. Luis es cuentacuentos, promottor de lectura y activista cultural.

Los cuatro son personajes de esta ciudad calcinante,bulliciosa y verde. Tienen de todo tipo de libros de viejo, y además tienen discos de vinilo y cedé premodernos, con buena música. Se arma buen ambiente con ellos. Con Jesús están las mesas y sillas de Parissi, para tomarse un buen café, charlar y empezar a hojear los libros adquridos. Con Pedro y Rabelé la vista de las escaleras y sus árboles de lluvia, más algún gato tenaz, alegran la vista; si es de nuestro interés, podemos obtener fotografías para postal. Y si tenemos suerte, se admirará la sesión de fotos a modelos que posan para fotógrafos profesionales. Con Luis, por donde se encuente ubicado hay mucho qué admirar de esta bella Villahermosa. 

Los cuatro vendedores tienen de lo mejor en literatura, academia, leyes y teoría jurídica, arte, y de seguro también de autoayuda, a los que de vez en cuando hay que asomarnos. Ellos, los libreros de viejo, hacen más por la sociedad vendiendo libros, que muchos otros.


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