Nunca es tarde

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Nunca es tarde para el amor, el amar. Para hacer la llamada aquella que siempre has querido hacer. El tiempo de todas maneras se va, no perdona. Y como constancia queda la mirada escudriñadora en el espejo. Nunca es tarde para pedir perdón. Y tampoco, claro, para tomar el penúltimo último café.
2
Le cuento de ayer en la tarde. Una historia personal, que bien podríamos llamar historia del olvido. En efecto olvidamos la vez que estuvimos en el límite. Lo cuento como experiencia. Era ya  la hora en que empieza a oscurecer. Solo había desayunado y tomado dos tandas de café. Llegué a casa (7pm) y tomé un vaso de agua. Practiqué algo de guitarra, notas de una canción de Bee Gees. Sentí hambre. Me asomé al refrigerador y había un vaso con un tercio de shiss de pozol (residuo de cacao y maíz molidos). Lo comí. E intenté tomar otro vaso de agua. Y sentí en el momento que no entró el trago. Al contrario, se regresó. Algo obstruía el esófago. Uyyy, y parece que todo acabó.
3
Por eso digo. Nunca es tarde para hacer lo pendiente, lo que se anhela, lo que se ha soñado. Decir un te quiero y amo. Comer una fruta deseada. Caminar por donde nunca. Viajar a ese lugar donde has querido. Poco importa si es París, Amberes o la colonia de al lado. Si es a la biblioteca o al mercado popular. O si es comer algo que te alcanza aunque salga caro. O comprar el libro que ansiabas leer y tener. No se sabe si son las últimas horas o minutos. Por decir el último día de mirar y sentir vibrar la bella vida, la maravillosa vida.
4
"¿Y ya fuiste al médico?" Si ya. Fui y me platicó de los descuidos que solemos tener. Que la memoria nos juega una mala pasada. Y nos sentimos Superman. Y hacemos lo que no debimos hacer. "Camine todos los días". "Coma frutas y legumbres". "No odie". "No envidie". "Baje de peso". Y la guapa doctora llena la receta. Me manda hacer estudios. Y sé que lo hace por mi bien.  
5
"Yo soy Garrid, cambiadme la receta". Responde Garrid, en el poema. Es el clown más famoso de Inglaterra. A todos hace reír. Ha viajado mucho. Mujeres ha tenido de a montón (perdonad la misoginia del poeta). Y como el doctor, personaje del poema no lo conoce en persona al famoso cómico, le recomienda hacer todo eso que ya se señala. Además, como a todo eso responde que ya, entonces le sugiere acudir al espectáculo de Garrid, para que lo haga reír. Por eso responde con eso verso que recordamos desde los concursos en la escuela primaria o secundaria: "Yo soy Garrid..."
6
Nunca es tarde para respirar profundamente unos 15 o 20 minutos al día (como disciplina), como ejercicio de meditación. Luego de este ejercicio todo se ve tan distinto. El cuerpo bien oxigenado no permite que pensamientos negativos hagan nido en el pensamiento. Vienen, sí, Tratan de quedarse. Y nosotros a tratar de que salgan rápido, a dejarlos fuera, para que se eduque el pensamiento que está bajo nuestro dominio, y no al revés, nosotros bajo el dominio ellos, de esos, sí, los pensamientos que nos provocan incertidumbre, ansiedad, estrés.
7
Hace como veinte años tuve un estrés agudo. Me daba por faltarme el aire al acercarme a las cajas de pago en los supermercados. Miraba tanta gente desconocida a mi alrededor. Y me faltaba el aire. Tenía que salir de urgencia. Y ya en el auto ponía música de Claude Debussy, entrecerraba los ojos y pensaba en mi primera novia o en mi mamá. Y la respiración volvía a su ritmo normal. Hasta que una vez, de tantas, me desmayé. Al volver en mí, yo tirado en el suelo, miraba a decenas de personas a mi alrededor. Para eso ya tenían a la mano un refresco de cola, y me lanofrecían, me echaban aire con un cartón. Y, ya repuesto, me dejaron ir, previa recomendación de ir con el doctor. Y fui.
8
Fui con el Doctor márquez, un eminente médico general. Su consultorio (en Ocuiltzapotlán) y la misma imagen de él, como si estuvieras ante el viejo Galeno, griego. Y rápido olió la enfermedad. me hizo como cincuenta preguntas. A todas ellas yo respondí. Sonrió bonachón y me soltó su diagnostico acertado: "usted tiene estrés". Escribió "Frisium 10", una vez al día. "Doctor, pero tengo miedo a hacerme adicto a las pastillas". "No se preocupe, todo va a salir bien. Venga dentro de un mes". Yo pensé mal, y me dije a mí mismo: "así me va a traer, con consultas cada mes con su respectivo pago". Y vieran que no. Me bajó la dosis de la pastilla un día sí y un día no. Y al tercer mes me dijo que ya no la iba a necesitar más. Pero comoquiera la trajera en el portafolio o bolsillo, como un bastón. Y de allí el estrés se me alejó y nunca más volvió.
9
Agregó el doctor como reflexión final: "el estrés es una enfermedad moderna. ¿Por qué cree que los templos y las iglesias están llenas de personas? Porque entran, se concentran oran a Dios. Y cuando salen se sienten más livianos. La carga emocional y de sufrimiento la dejan allí mediante oraciones y rezos. Usted no tiene ese consuelo, esa manera de aligerar sus cargas. Pero me dice que usted es lector y que lee poesía. Así que cuando sienta que no puede respirar busque su libro preferido de poemas y léalo. La mente es poderosa. Y verá que su respiración se normaliza". Dos o tres veces eso hice en los meses siguientes. Y a partir de esas consultas (que solo me cobró la primera) el estrés nunca de los nunca más volvió a mí.
10
Nunca es tarde para ser feliz. Para salir de una situación que nos afecta. Para entrar en un ambiente que nos deleita (sin dañara otros). Para aprender algo nuevo. Para estudiar algo que siempre quisimos. Para ver la película que nos gusta y la queremos volver a ver, con palomitas incluidas, solo o acompañado. Nunca es tarde para decir un te quiero. Aunque el "stop" nos lo pongan enfrente. O lo tengamos en la mente. Nunca es tarde para vivir. 






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