Departamento de quejas

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Este es el lugar especial para usted. Es el Departamento de quejas. Aquí vierta todo lo que a su juicio está mal y le es molestoso. "Hace calor, qué contrariedad; mejor estaríamos en el infierno!"; "Llueve bastante, hasta parece el diluvio"; "¡Qué color le puso el vecino a su casa; ¡hasta parece casa de citas!" "¿Ya viste el tipo de ropa que usa la vecina?" Este es el lugar para quejarse de todo. De lo caro que está todo. De "los tiempos ya no son como antes". "Allá está tirado el que se creía el rey de todo el mundo". Siga, siga. La queja la puede hacer verbal o por escrito. Con su nombre o de manera anónima. El resultado es el mismo: nada.

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En familia se queja uno. En el café, lo mismo. En el salón de clase. En la junta de vecinos. En la asamblea de padres de familia. Quejarse en público y no hacer nada es una inconformidad sin causa, sin brújula. Y es la mayoría de los casos. Quejarse es parte de una catarsis que no conduce a nada. Estar inconforme no es el problema. Lo es cuando esa inconformidad se traduce solamente en queja estéril.

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Pero leí un libro sobre pensamientos filosóficos. Y recordé también el refrán que decía mi padre: "el que mucho abarca, poco aprieta". De niño no lo entendía. De joven, arrogante, ni intenté entenderlo. Hasta que me enfermé de estrés de manera grave. Me dijo el médico: "usted piensa en muchas cosas y poco hace, porque son cargas que no le corresponden". Y me repitió el refrán de mi padre.

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Fue entonces que comprendí la palabra acotar. Y además que la queja debe ir a quien corresponde, como cuando se va a comprar carne, no se va a la ferretería, sino a la carnicería. La educación nacional es un ámbito amplio. Mi lugar es el salón de clase, y cuando mucho la escuela. Y si te vas a quejar: hazlo por escrito y entrégalo a la oficina correspondiente, no despotricar en cualquier reunión, sobre todo si la reunión es de iguales. Todo eso me lo dije yo mismo. Como conclusión de una reflexión de fin de semana, un tiempo de crisis emocional. 

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"Bienvenido al Departamento de quejas. Estamos para servirle. No le vamos a hacer caso, pero usted puede desahogarse. Es una catarsis para justificar el no hacer nada de lo que corresponde. Quéjese de lo que quiera. Saque lo que le molesta. Puede quejarse de la escuela, a donde no llega a las juntas. Puede quejarse de sus hijos, si nunca los ha escuchado. Puede quejarse de la administración pública, si usted aplaude todo lo que escucha y se queda callado ante el responsable, además de que se toma foto."

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Quizá sería a los 35, cuando yo me quejaba de todo. Algunos me han de recordar en esa etapa. Del gobierno soviético, me quejaba. "Ni socialistas son", decía, y mis amigos me miraban con severidad, de que le estaba haciendo el juego al gobierno gringo. Me quejaba de Elba Esther, con todo lo que de ella se puede decir. Me quejaba por estar lejos de mi casa. Por la venta y consumo indiscriminada de la Coca Cola. Por el contubernio de algunos líderes sindicales con el gobierno y cosas por el estilo. 





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