Domingo, Oh, qué gusto de volverte a ver.
1 Es domingo último de febrero. Hoy termina un nombre. Y se enlaza marzo mañana. Al fluir del tiempo eso le es indiferente. Escribo fluir, y es pretencioso. ¿Qué se yo lo que es el tiempo? Si fluye, discurre, sucede, pasa, etc. Nada de eso sé en lo preciso. Solo sé que tomo café. Que la claridad del día es inmensa. Y que la noche nunca ha estado tan iluminada como hace horas con la radiante luna. De nieve, le dicen. 2 Ayer sábado leímos poemas de Don Álvaro Mutis, poeta caballero y de Francois Villón, poeta pendenciero. Calificarlos es manera de llamar la atención sobre su obra. Sobretodo hacia la obra de Villón, ocurrida su vida ya hace casi 600 años, en un París de enfermedades y sin retretes. Menos retratos. Nos queda del francés solo una imagen de libertino, ojo alegre, más su obra, un conjunto de poemas rutinarios sobre la vida disipada, la carne vil y magra, y sobre la existencia tan breve, tan temporal, tan efímera. Como si él fuera el autor, digo, como si lo fuera, de esa fras