Luto

1

Ya en otras ocasiones he escrito sobre la amistad.  Que en el camino hemos sido acompañados por personas y las hemos acompañado, siendo coincidentes en muchas cosas, y tolerantes en también muchas otras, de manera recíproca. No estamos de acuerdo en todo. Pero el sentimiento de hermandad se impone. Y sigue ese acompañamiento. A veces es directo, por coincidir en salones, en trabajos, en vecindarios. Y por circunstancias de la vida, aún separados, nos sentimos acompañados. Como si ese sentir fuera un aura que nos ilumina en nuestros pasos.

2

Mi situación de migrante dentro del propio país, me llevó del norte al sur. Antes de cumplir los veinte años ya estaba instalado en Tabasco, habiendo nacido en matamoros, Tamaulipas, a 1500 kilómetros de distancia. de polo a polo. De la frontera Norte con Estados Unidos a cerca de la frontera sur con Guatemala. Y me ayudó a comprender mejor las relaciones humanas. A saber que todos somos viajeros, por más tiempo que estemos en una parte, por más huesos viejos que hagamos en algún lugar, en alguna tibia cama, junto a árboles frondosos, o desierto calcinante.

3

Tengo amigas y amigas a las que no veo por años, por muchos. pero nos sentimos tan cercanos que aquí por las redes estamos dialogando permanentemente. Claro, en lo posible por los tiempos de cada quien y los ratos libres de las ocupaciones. Intacta la amistad. seguramente porque son amistades también de las almas, esa entidad inasible, que se proyecta a través del movimiento del cuerpo y la luminosidad de la mirada, y los resortes de la risa. Sin la amistad nada, con la amistad todo.

4

Por eso siento mucho la partida de los amigos. Sea la razón médica por la que sea. Y siendo amistad de almas también, no termina esta partida (de la amistad) hasta que termine todo. Hoy triste y algo más al enterarme hoy domingo del fallecimiento de Victor Gerardo Grajeda Vargas, un amigo escritor, poeta de los buenos, con quien caminé y coincidí en muchos momentos de la vida, tanto aquí en Tabasco como en eventos fuera de la entidad. Solidario y sencillo, alegre, noble, talentoso en su obra que nos queda, bohemio prudente, siempre dispuesto a colaborar en las actividades culturales, y seguiría con más adjetivos que al amigo Gerardo corresponden por su don de ser humano bueno.Por radicar él fuera del estado, en los últimos años tuvimos pocas ocasiones de encontrarnos. Pero la amistad bien cimentada no requiere en urgencia las presencias. En la Casainternacionaldelescritor Bacalar estuvimos dos fines de semana en un Seminario de Narrativa, a finales de los 90s donde alargamos las charlas más allá de los horarios de los talleres y conferencias. Queda un espacio vacío, dice la canción, cuando un amigo se va. Irreemplazables los amigos, descanse en paz y mi pésame para su familia.


5

Este café de domingo me acompaña silencioso en la noticia de la muerte de un amigo. Café de olla. Cafe de vida, de recuerdos, de nostalgia. Hacía tiempo que al tomar un café no recibía tan infausta noticia. "Ha muerto
Victor Gerardo Grajeda Vargas
", el aviso. Y un rayo me cae junto. Y salto del susto. Tomo café como caricia y superar el sobresalto. Leo de nuevo el mensaje. Me tallo los ojos. Me pellizco para saber que es un mal sueño. Para constatar que estoy soñando. Y la realidad se impone.
Es que todos vamos muriendo cada día. Es que nadie sale vivo. Estar vivo es el requisito único e indispensable para morir. Y van pasando los minutos. Y no lo asimilo aún pasadas unas horas.
Te imagino Gerardo, allí en el féretro. Tibio aún. Luego frío. La mirada de incredulidad de tus cercanos. El dolor lacerante. Las tantas lágrimas. Y te imagino con rostro de paz. De descanso. Con la satisfacción de haber cumplido.
Te imagino montado en un cometa que se ha escapado y se eleva cada vez más y miras con indulgencia a quienes quedamos aquí. Y vas en vuelo, poeta, hacia la libertad, la paz, dejando las cadenas que nos atan a lo efímero. Y te imagino en tu vuelo diciendo: "alegraos, la vida eterna es la verdadera".
Tomo café. Es domingo. El día no es gris. Es negro.


6

"Dicen que hay que esperar muchos días para verte,
Esperé toda mi vida y no te he visto,
Me conformo con el rumor del viento
a esa hora maldita en que el alma necesita
un cuerpo que acariciar,
Rumor como de aldabas extrañando un cancerbero,
Rumor de deseos en estampida…"
De su libro Carne magra


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