Indigestión (Por poco me voy)

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Dos amigos trajeron a casa 4 charolas de guisos para tacos."Por el Día de la Amistad", dijeron. "Bienvenidos, siempre". Y con los cuidados del momento, bajaron las ricas viandas. Rajas con chile, cochinita, salpicón y bistec con papas. Además todos los aditamentos: tres tipos de salsa, cebollita morada y pepino picado. 

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Fuera de todo recato, y para no dar más vueltas, me sambutí 10 tacos, lo que nunca, siempre dos o tres. Y había agua fresca de dos tipos, piña y mandarina limón. Mas la coca líquida. Como a la 1 se despidieron. Yo me puse a escribir. Pero ni remotamente sabía lo que seguiría.

Como un antecedente. En 2012 íbamos dos amigos y yo a la ciudad de México convocados por Amlo. Allí por Córdoba nos detuvimos en un Itallians Coffee. Yo pedí un capuchino para saborear. Y no pasaron ni diez minutos ni cuatro tragos cuando empecé a sentir náuseas y escalofrío. Se lo dije a mi amigo piloto. Se rió y me respondió: no sabías tú que eres intolerante a la lactosa. Y de allí para adelante me di cuenta que mi cuerpo modelo 1959 ya no carburaba como antes. A partir de allí todo lo que lleva leche, lo pido deslactosada.

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Pero a veces el destino te lo disfraza. En 2017 fui con un amigo al Caffeto, lugar de café y bocadillos, en la zona cicom de Villahermosa. Que por cierto era atendido por muchachos Down. Y pedí mi café. Y el servicial mesero: "¿no se le antoja un chocolatito?" Y por qué no, me dije y se lo externé. Y el mesero, más zalamero que servicial, me da a escoger, si lo prefiero normal o blanco. "Bien. Dámelo blanco". Terminamos la plática, era diciembre,  hacía frío. Nos despedimos. Y rumbo a mi casa empecé a sentirme mal. Tan pronto estaba frente a mi domicilio, bajé del carro con urgencia y en un árbol cercano vomité todo lo que traía adentro. Y yo solo había pedido café. El caso es que lo blanco del chocolate "blanco", era leche entera.

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Ayer, a las 3:30 me empecé a sentir mal. Sudoración excesiva. Barriga llena, corazón preocupado. Con humor negro pregunté sobre lo que íbamos a comer, y se rieron quienes me escucharon.  Comenté de mis males. "Camina", fue una sugerencia. Lo intenté pero años 10 pasos me sentía desmayar. Me fui a la cocina y me preparé un té de manzanilla. Antes de tomarlo vomité a las 5pm (en charola, no imaginen que fue tan feo). Luego a las 11: pm. Otras dos a las 3:00 y 5: am. En la madrugada dormí tres horas interrumpidas por las sensaciones de náusea y la correspondiente expulsión de alimentos en condiciones previas a la digestión.

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Los hombres somos cobardes. Ya con una gripe tan o tos previa al 2020 ya sentíamos que íbamos a morir. Y redactábamos textos para leerse después de nuestra muerte y casi pedíamos perdón y abrazábamos a cada familiar cercano. Con más razón ayer y en la madrugada. Imaginaba lo peor. Realmente sentía molestias al respirar luego del primer vómito. Me acostaba con la intención de dormir y no había posición sin molestias. Así que mandé pedir prestado un sillón a un vecino. Para tratar de dormir en posición de dicho mueble.

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Claro que esta vez estuve cerca de la muerte. He sabido de personas que murieron por indigestión. Dormirse sin haber iniciado el tratamiento es funesto. Yo estaba asesorado vía telefónica por una doctora, y cuidado por las enfermeras de casa. Otras veces he estado muy cerca de la muerte, donde vez ratos blancos de luz y un río ancho que hay que cruzar y varios leales perros que me esperan para ayudarme.

Una de ellas es cuando regresé en 2008 a casa de un viaje a Mérida. Previo a la salida de la avioneta como de juguete. El piloto estaba muy cerca de mí. Yo en el asiento tres. Y él jugaba en un ipad mientras volávamos con piloto automático. Previo a la salida desayuné en el hotel cochinita y guiso negro, clásicos de la cocina yucateca. Llegué a mi casa. Me dormí en la sala, tenia sueño por el desvelo de la noche anterior. Y asustada me despertó mi hija. Mi abdomen se movía extraño. ¡No estaba respirando! Tenía 45 segundos para salvarme. Mi hija gritaba. Yo empecé a saltar lo más que podía y poco a poco los pulmones reaccionaron. 

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Otra estaba en la cocina preparando mi licuado habitual en las mañanas. Fruta con grano la. Esta se hace un "chis" que queda en el fondo. Todo el vazo del licuado siempre me lo tomaba de varios tragos, pero sin respirar. Faltaba solo la granola del fondo. Zonzo. En lugar de comerlo a cucharadas con calma. Le golpeé en el fondo del vaso. Se fue a mi garganta y se hizo tapón. Ni para fuera o dentro el aire. De allí, tosí despacio para que mi hija en la sala no se asustara. Cuando empezó a gritar tosí con todas mis fuerzas. Salió leche y granola por boca y nariz. Otro tosido fuerte y salió el resto.

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La indigestión es cosa mala. Es un descontrol que suspende la digestión y allí queda por horas. Aclaro que la culpa es solo mía. Mi máquina ya no procesa los saturado, lo condimentado, la lactosa. Los que ya han pasado por esto lo saben. Yo ya me había empezado a despedir. Recé, yo que soy poco creyente. Y es que la vida es bella. Y hay muchas cosas por hacer, dijo Francisca en el cuento, que la muerte espere. Así que cuídense. 







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