Lecturas 28
Hola. Buenas tardes. Soy el maestro Antonio Solís Calvillo y transmito desde Jalapa, Tabasco. El objetivo del programa es de difusión cultural, es por amor a la palabra, y reitero lan8mporrancia de desarrollar el hábito de la lectura en los niños, sean hijos o alumnos. Y con poemas de dos escritores muy distintos y distantes en tiempo. Alvaro Mutis, colombiano, y Francoise Villón, francés de la edad media, allí por 1400 (620 años ya de su paso). Con poemas muy significativos de ambos.
Alvaro Mutis
Descripción
El deseo
Hay que inventar una nueva soledad para el deseo. Una vasta soledad de delgadas orillas
en donde se extienda a sus anchas el ronco sonido del deseo. Abramos de nuevo todas las
venas del placer. Que salten los altos surtidores no importa hacia dónde.
Nada se ha hecho aún. Cuando teníamos algo andado, alguien se detuvo en el camino para ordenar sus vestiduras y todos se detuvieron tras él. Sigamos la marcha. Hay cauces secos
en donde pueden viajar aún aguas magníficas.
Recordad las bestias de que hablábamos. Ellas pueden ayudarnos antes de que sea tarde
y torne la charanga a enturbiar el cielo con su música estridente.
***
Sonata
Otra vez el tiempo te ha traído
al cerco de mis sueños funerales.
Tu piel, cierta humedad salina,
tus ojos asombrados de otros días,
con tu voz han venido, con tu pelo.
El tiempo, muchacha, que trabaja
como loba que entierra a sus cachorros
como óxido en las armas de caza,
como alga en la quilla del navío,
como lengua que lame la sal de los dormidos,
como el aire que sube de las minas,
cono tren en la noche de las páramos.
De su opaco trabajo nos nutrimos
como pan de cristiano o rancia carne
que enjuta la fiebre de los ghettos
a la sombra del tiempo, amiga mía,
un agua mansa de acequia me devuelve
lo que guardo de ti para ayudarme
a llegar hasta el fin de cada día.
De “Los trabajos perdidos”
Nacido en abril de 1431 o 1432, se sabe según los registros de la Universidad de la Sorbona y por los archivos judiciales, que su verdadero nombre fue François de Montcorbier. Su padre, probablemente originario de una aldehuela de la Borgoña, dejó la provincia para establecerse en la capital. La madre, nacida en Berry o en Anjou, enviudó cuando François era aun muy pequeño. Por motivos desconocidos, la madre le confió el niño al maestro Guillaume de Villon, canónigo y capellán de Saint-Benoît-le-Bétourné, cuyo apellido adoptó en prueba de gratitud. Estudió en la facultad de Arte, pero tras obtener una licenciatura, descuida el estudio para correr detrás de la aventura. A partir de esta época, su vida tendrá por telón de fondo la guerra de los Cien Años y su cortejo de brutalidades, hambruna y epidemias. Acusado de asesinar al religioso Philippe Sermoise, su rival en amores, es obligado a huir de París, pero obtiene el perdón en enero de 1456. Poco después participa en el robo del Colegio de Navarra. Entre 1456 y 1461, prosigue sus andanzas por el Valle del Loira, es encarcelado en el verano de 1461, pero liberado algunos meses más tarde con ocasión de una visita de Luis XI. De vuelta a París, escribe Le Testament y es arrestado una vez más en 1462. Es torturado y condenado a la horca, pero el juicio será casado en apelación en enero de 1463. La pena es conmutada por diez años de destierro de París. Se pierde su rastro después de este último episodio
Balada a los hombres de antaño
Balada de las damas de antaño
[Poema - Texto completo.]
François VillonDecidme en qué comarca, decidme en dónde Decid dónde Heloísa está, la tan juiciosa, La reina Blanca como flor de lis No buscaréis, Príncipe, año ni semana |
Balada de los señores de antaño
[Poema - Texto completo.]
François Villon¿Dónde está Calixto Tercero, ¿Y el rey de Escocia, que tenía Renuncio a hablar de glorias idas: ¿Dónde el conde delfín de Auvernia? |
Balada de los ahorcados
Hermanos, los humanos que aún seguís con vida,
no tengáis con nosotros el corazón muy duro,
pues si queréis mostrar piedad con estos pobres,
Dios no lo olvidará y os podrá ser clemente.
Vednos aquí colgados a cinco o seis que somos,
ved aquí nuestros cuerpos, que tanto hemos mimado:
nuestra carne está ya devorada y podrida
y nosotros, los huesos, nos hacemos ceniza.
Nadie de nuestro mal debería burlarse:
más bien rogad a Dios que nos absuelva a todos.
Si hermanos os llamamos, no debéis ofenderos
ni mostrarnos desdén, aunque fuimos matados
por obra de justicia. Antes bien, ya sabéis
que todos los humanos no saben comportarse.
Disculpadnos a todos, pues estamos presentes
ante el buen Jesucristo, el hijo de María;
que no nos sea negada a ninguno su gracia
y que quiera preservarnos del fuego del infierno.
Ya estamos todos muertos, que nadie nos maldiga:
más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.
La lluvia ya nos tiene mojados y lavados
y el sol nos ha secado y nos ha ennegrecido;
las urracas, los cuervos, nos sacaron los ojos
y arrancaron los pelos de cejas y de barbas.
Nunca, en ningún momento, podemos estar quietos:
hacia un lado, hacia el otro, según varía el viento,
a su antojo nos mueve, sin parar un momento,
por las aves picados lo mismo que dedales.
Así pues, no queráis veros como nos vemos:
más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.
Señor Jesús, que a todos nos tienes en tus manos,
Evita que caigamos en poder del infierno:
no creo que tengamos mucho que hacer en él.
Hermanos, yo os lo juro, en esto no hago burlas;
más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.
Comentarios
Publicar un comentario