Lecturas 28

 

Hola. Buenas tardes. Soy el maestro Antonio Solís Calvillo y transmito desde Jalapa, Tabasco. El objetivo del programa es de difusión cultural, es por amor a la palabra, y reitero lan8mporrancia de desarrollar el hábito de la lectura en los niños, sean hijos o alumnos. Y con poemas de dos escritores muy distintos y distantes en tiempo. Alvaro Mutis, colombiano, y Francoise Villón,  francés de la edad media, allí por 1400 (620 años ya de su paso). Con poemas muy significativos de ambos.


Alvaro Mutis

Descripción

Descripción

Álvaro Mutis Jaramillo ​ fue un novelista y poeta colombiano.​ Vivió en México desde su juventud y hasta su muerte. Es considerado uno de los escritores hispanoamericanos contemporáneos más importantes. Wikipedia
Nacimiento: 25 de agosto de 1923, Bogotá, Colombia
Fallecimiento: 22 de septiembre de 2013, Ciudad de México
Nombre de nacimiento: Álvaro Mutis Jaramillo

El deseo

 

Hay que inventar una nueva soledad para el deseo. Una vasta  soledad de delgadas orillas

en donde se extienda a sus anchas  el ronco sonido del deseo. Abramos de nuevo todas las

venas del placer. Que salten los altos surtidores no importa hacia dónde.

Nada se ha hecho aún. Cuando teníamos algo andado, alguien se detuvo en el camino para ordenar sus vestiduras y todos se detuvieron tras él. Sigamos la marcha. Hay cauces secos

en donde pueden viajar aún aguas magníficas.

Recordad las bestias de que hablábamos. Ellas pueden ayudarnos antes de que sea tarde

y torne la charanga a enturbiar el cielo con su música estridente.

 

***

 

Sonata

 

Otra vez el tiempo te ha traído

al cerco de mis sueños funerales.

Tu piel, cierta humedad salina,

tus ojos asombrados de otros días,

con tu voz han venido, con tu pelo.

El tiempo, muchacha, que trabaja

como loba que entierra a sus cachorros

como óxido en las armas de caza,

como alga en la quilla del navío,

como lengua que lame la sal de los dormidos,

como el aire que sube de las minas,

cono tren en la noche de las páramos.

De su opaco trabajo nos nutrimos

como pan de cristiano o rancia carne

que enjuta la fiebre de los ghettos

a la sombra del tiempo, amiga mía,

un agua mansa de acequia me devuelve

lo que guardo de ti para ayudarme

a llegar hasta el fin de cada día.

De “Los trabajos perdidos”




Nacido en abril de 1431 o 1432, se sabe según los registros de la Universidad de la Sorbona y por los archivos judiciales, que su verdadero nombre fue François de Montcorbier. Su padre, probablemente originario de una aldehuela de la Borgoña, dejó la provincia para establecerse en la capital. La madre, nacida en Berry o en Anjou, enviudó cuando François era aun muy pequeño. Por motivos desconocidos, la madre le confió el niño al maestro Guillaume de Villon, canónigo y capellán de Saint-Benoît-le-Bétourné, cuyo apellido adoptó en prueba de gratitud. Estudió en la facultad de Arte, pero tras obtener una licenciatura, descuida el estudio para correr detrás de la aventura. A partir de esta época, su vida tendrá por telón de fondo la guerra de los Cien Años y su cortejo de brutalidades, hambruna y epidemias. Acusado de asesinar al religioso Philippe Sermoise, su rival en amores, es obligado a huir de París, pero obtiene el perdón en enero de 1456. Poco después participa en el robo del Colegio de Navarra. Entre 1456 y 1461, prosigue sus andanzas por el Valle del Loira, es encarcelado en el verano de 1461, pero liberado algunos meses más tarde con ocasión de una visita de Luis XI. De vuelta a París, escribe Le Testament y es arrestado una vez más en 1462. Es torturado y condenado a la horca, pero el juicio será casado en apelación en enero de 1463. La pena es conmutada por diez años de destierro de París. Se pierde su rastro después de este último episodio

Balada a los hombres de antaño


Balada de las damas de antaño

[Poema - Texto completo.]

François Villon

Decidme en qué comarca, decidme en dónde
encontrar a Flora, la beldad romana;
dónde Archipiada de la luz se esconde
y Thaís que fuera la su prima hermana;
Eco condenada a repetir, lejana,
el cantar del agua, del monte el ruido,
que tan bella fue cuando lo quiso el hado;
mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?

Decid dónde Heloísa está, la tan juiciosa,
por quien fue castrado y enclaustrado luego
Abelardo el Sabio en Saint-Denis famosa:
pagó con tal pena su imprudente fuego.
¿Dónde aquella reina está, asimismo agrego,
quien a Buridán, que la hubo poseído,
quiso que arrojaran al Sena embolsado?
Mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?

La reina Blanca como flor de lis
que con falsa voz de sirena cantaba,
Berta la del gran pie, Beatriz, Alís,
Haremburgis que en todo el Maine reinaba,
y la lorenesa Juana, buena y brava,
que en Rouen quemara el Inglés forajido,
Virgen soberana ¿dónde se han guardado?
Mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?

No buscaréis, Príncipe, año ni semana
un oculto sitio al que hayan escapado
sin que mi estribillo cante en vuestro oído:
“Mas las mismas nieves del año pasado
¿adónde se han ido?”


Balada de los señores de antaño

[Poema - Texto completo.]

François Villon

¿Dónde está Calixto Tercero,
que papa fue por cuatro años,
último muerto de ese nombre?
¿Y el muy gracioso Borbón Carlos,
Arturo, el duque de Bretaña,
Alfonso en Aragón reinando
y Carlos Séptimo triunfante?
Mas ¿dónde el bravo Carlomagno?

¿Y el rey de Escocia, que tenía
una mejilla -se ha contado-
color sangre desde la frente
hasta debajo de los labios?
¿Y el valeroso rey de España
cuyo nombre se me ha olvidado?
¿Y el muy famoso rey de Chipre?
Mas ¿dónde el bravo Carlomagno?

Renuncio a hablar de glorias idas:
el mundo es sólo un sueño vano.
Nadie triunfa sobre la muerte,
no la detienen los palacios.
Una pregunta aun formulo:
aquel rey de Bohemia, Lazlo
¿dónde está, dónde está su abuelo?
Mas ¿dónde el bravo Carlomagno?

¿Dónde el conde delfín de Auvernia?
¿Dónde el astuto y buen Bernaldo?
¿Dónde el difunto Juan Primero?
Mas ¿dónde el bravo Carlomagno?

Balada de los ahorcados

Hermanos, los humanos que aún seguís con vida,

no tengáis con nosotros el corazón muy duro,

pues si queréis mostrar piedad con estos pobres,

Dios no lo olvidará y os podrá ser clemente.

Vednos aquí colgados a cinco o seis que somos,

ved aquí nuestros cuerpos, que tanto hemos mimado:

nuestra carne está ya devorada y podrida

y nosotros, los huesos, nos hacemos ceniza.

Nadie de nuestro mal debería burlarse:

más bien rogad a Dios que nos absuelva a todos.

Si hermanos os llamamos, no debéis ofenderos

ni mostrarnos desdén, aunque fuimos matados

por obra de justicia. Antes bien, ya sabéis

que todos los humanos no saben comportarse.

Disculpadnos a todos, pues estamos presentes

ante el buen Jesucristo, el hijo de María;

que no nos sea negada a ninguno su gracia

y que quiera preservarnos del fuego del infierno.

Ya estamos todos muertos, que nadie nos maldiga:

más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.

La lluvia ya nos tiene mojados y lavados

y el sol nos ha secado y nos ha ennegrecido;

las urracas, los cuervos, nos sacaron los ojos

y arrancaron los pelos de cejas y de barbas.

Nunca, en ningún momento, podemos estar quietos:

hacia un lado, hacia el otro, según varía el viento,

a su antojo nos mueve, sin parar un momento,

por las aves picados lo mismo que dedales.

Así pues, no queráis veros como nos vemos:

más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.

Señor Jesús, que a todos nos tienes en tus manos,

Evita que caigamos en poder del infierno:

no creo que tengamos mucho que hacer en él.

Hermanos, yo os lo juro, en esto no hago burlas;

más bien, rogad a Dios que nos absuelva a todos.

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