La política (o los lobos y sus motivos)

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"Es muy político", me decía un compañero de trabajo y amigo, en1979, al referirse a una persona. Lo que él quería decir es que quienes se dedican a la política tienen habilidades para mentir y que le crean, esa facilidad es también la de hacer reuniones con personas que trabajan en el gobierno, y ofrecerles la mejor de las viandas. Ponerse de tapetes. No tener pudor para halagar y quedar bien. A eso se refería. Y siempre me resistí a ese planteamiento del "ser político". En cambio mi formación en la escuela Normal hacía que yo repugnara esa definición de la política. Para mí era una lucha de contrarios. De quienes con valores buscan organizar a la sociedad para una mejor convivencia. Sea en el área que sea.

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De hecho recuerdo que cuando empecé a escribir estos apuntes diarios me propuse no hablar de política. Pero claro que me refiero a la política electoral. Estoy como en una especie de ayuno. Y me preguntan que por quién voy a votar. Y yo hago como que oigo "botar". Y doy una respuesta u otra, pero no digo lo que quieren escuchar. Pero al fin de cuentas todo lo que hacemos es político, de acuerdo al apotegma de Platón: el hombre es un zoon politicón. Sea en la familia, con los vecinos, en el trabajo. Buscamos la manera de influir de manera positiva o negativa, con el fin de quedar bien. 

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¿Y de manera negativa cómo? Muy sencillo, desacreditando, echando cizaña, calumniando a nuestro potencial adversario. Y lo contrario, de manera positiva es buscando el bien común, lo cual no es ninguna utopía, sino la razón de la existencia del ser humano. 

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Yo tenía por años un vecino que tenía su máquina de podar pasto. Y cuando el área verde estaba con hierba de medio metro o algo más, se metía como un quijote a cortar (no el césped) la hierba. No faltaba un vecino que se acercara a ayudarle con una escoba de alambre o un ratrsillo, para recoger lo cortado, mientras otros lo veían desde la ventana.  Una ocasión, recordando al niño que le pregunta al loco y viejo sembrador, el por qué siembra arbolitos que van a dar frutos en veinte años si ya no verá sus frutos, le pregunté: "y por qué lo haces?". Esto porque también cortaba el pasto de las casas vecinas abandonadas. Su respuesta fue una lección: "porque aquí vivimos, y porque nuestros hijos por aquí caminan, y si no lo limpiamos nosotros, pueden anidar víboras, y nuestros hijos pueden ser picados".

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Una de las expresiones repugnantes refiriéndose al hacer política, la siguiente: el arte de "tragar sapos y no hacer gesto", aunque la palabra que realmente usan en lugar de sapos es excremento, en su versión popular. Uno se imagina a varios personajes de la política nacional (digamos los de antes, para no herir) acatando indicaciones sin estar de acuerdo, y haciendo verdad este metafórico dicho. El caso es que asumir esa actitud les recompensa en altos beneficios materiales. 

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Pero bueno, así ha sido la vida. De pronto se esperaban actitudes con valores e ideales de ciertos personajes de uno u otro partido, y nomás no. No se le pueden pedir peras al olmo. 

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Bueno, a fin de cuentas es un tema espinoso, que tiene muchas aristas, y que no es fácil de llegar a consensos. El planteamientos como una síntesis apretada del libro Diálogos de Maquiavelo y Montesquieu en el infierno, es el siguiente: "¿El hombre nace malo y la sociedad debe transformarlo en bueno con la educación? o ¿el hombre nace bueno y es la sociedad la que lo echa a perder y lo transforma en lobo feroz?" 

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Rubén Darío, poeta nacional de Nicaragua, expuso su planteamiento en el poema Los motivos del lobo, en el que San Francisco logra convencer a dicho animal para que ya no dañe a los pastores comiéndole sus ovejas, a cambio se le daría alimento y podría vivir en la iglesia. 

"...Francisco llamó la gente a la plaza y allí predicó. Y dijo: He aquí una amable caza. El hermano lobo se viene conmigo; me juró no ser ya vuestro enemigo, y no repetir su ataque sangriento. Vosotros, en cambio, daréis su alimento a la pobre bestia de Dios. ?¡Así sea!, contestó la gente toda de la aldea. Y luego, en señal de contentamiento, movió testa y cola el buen animal, y entró con Francisco de Asís al convento..." 

Dicha luna de miel, por así decirlo, duró poco. En ausencia del santo varón, todo volvió a su origen, el lobo a delinquir y la gente a tratarlo mal. Y es cuando el lobo expone sus motivos:

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"...Yo estaba tranquilo allá en el convento; al pueblo salía, y si algo me daban estaba contento 
y manso comía. Mas empecé a ver que en todas las casas estaban la Envidia, la Saña, la Ira, 
y en todos los rostros ardían las brasas de odio, de lujuria, de infamia y mentira. 
Hermanos a hermanos hacían la guerra, perdían los débiles, ganaban los malos, hembra y macho eran como perro y perra, y un buen día todos me dieron de palos. 
Me vieron humilde, lamía las manos y los pies. Seguía tus sagradas leyes, todas las criaturas eran mis hermanos: los hermanos hombres, los hermanos bueyes, hermanas estrellas y hermanos gusanos. Y así, me apalearon y me echaron fuera.Y su risa fue como un agua hirviente, y entre mis entrañas revivió la fiera, y me sentí lobo malo de repente; mas siempre mejor que esa mala gente. 
y recomencé a luchar aquí, a me defender y a me alimentar. Como el oso hace, como el jabalí, que para vivir tienen que matar. Déjame en el monte, déjame en el risco, déjame existir en mi libertad, vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad

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El santo de Asís no le dijo nada. Le miró con una profunda mirada, y partió con lágrimas y con desconsuelos, y habló al Dios eterno con su corazón. El viento del bosque llevó su oración, que era: Padre nuestro, que estás en los cielos..."


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