Un café más

Al café, honra y prez. Por su disponibilidad de acompañar en todo momento. Dormido en el sueño, o despierto. Sin otro afán que ayudar con su fuerza ancestral. A que tengamos ruta de bien. Entre amistad, amor y disponibilidad.

Honor, que bien lo merece. Líquido celestial que baja a todo terreno. En el campo y en la ciudad. En casa viejita de madera o mansión, en un gran café, o en celda de prisión.  En oficina de pueblo o en palacio nacional.

Lo toma el bracero migrante, lo toma el intelectual, el comerciante y de toda profesión. A nadie discrimina. En sus distintas versiones, yo en mi caso lo prefiero simple y negro, intenso. Y respetable el que lo prefiere con leche, o monje capuchino, aguadito por no dejar, o con dulce, de olla, o en caramillo con piquete.  Este último un día lo pido, o lo hago en casa. Uno de esos días cuando la nostalgia se encaje más y hasta los sueños se mete.

Esta mañana me acompaña , negro intenso , americano, le dicen, con el buenos días para tí y todos.

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