Ha muerto Mariano El Buitre Calvillo, de la Colonia Treviño Zapata




Ha muerto Mariano Solís "El Buitre"Calvillo

1

Anoche viernes a las 10:30 aproximadamente de la noche falleció mi hermano mayor Mariano, en la ciudad de Matamoros, Tamaulipas, donde radicó, siendo originario de  San Felipe Torres mochas, Guanajuato. Limitado en la movilidad a causa de su andar pausado, seguía realizando sus funciones naturales de vida, así como su vida social de trabajo (también limitado, pocas horas) y de amigos con los que frecuentaba.   

2

Se va en paz, tranquilo, sin dolores ni hospitales, con un viernes de trajín normal en tiempos de crudo invierno norteño: levantarse, asomarse a ver si hay probabilidad esperanzadora de sol, expresar al prójimo: "hace frío". Y recibir la respuesta que cada quien hace a su modo, de el "cuidarse", de "abrigarse", de "hay que comprar más carbón". Y por las heladas recientes, constatar que han muerto las plantas del patio, las abundantes plantas, revisar las tuberías de agua que no estén rotas, y pensar en las tortillas con huevo para el desayuno y algún caldito para el mediodía, sin olvidar tener listo un fogón, calentador de las gente sencilla, para frotarse las manos a la menor oportunidad.

3

¡Cómo ayudan tanto las sonrisas en tiempo de frío! hay que reír mucho. Y de pronto estas noticias de muerte te vuelven a congelar.

4

Hace 20 años en diciembre, con la misma temperatura de ayer, y casi a la misma hora, fallecía nuestra madre, quien como amorosa madre, lo recibe dichosa de agrandar su familia en el cielo, sabiendo que nos espera allí la verdadera vida, la eterna, lugar de flores, de manantiales de miel y aguas transaparentes y límpidas. Como también lo espera mi padre que nos inculcó siempre la honradez como medalla suprema y triunfo de la vida, para decirle: "muy bien mi muchachito". Y a quien escuché decirle: "si uno de ustedes cae a la cárcel por borracho o por pleitista que se defiende, pongo mi cara ante la justicia. Ah, pero si es por ladrón, nunca se les olvide que no me asomaré por vergüenza, y allí se me quedarán para cumplir su condena".

5

Lo cumplió a cabalidad. Nunca le vi algo que no comprara con su esfuerzo de trabajador jardinero. Ni reloj o bicicleta, que aparecieran de improviso en la casa; ni medallas o anillos, porque no usaba, si acaso traía un escapulario al pecho para protegerlo de las calumnias e imputaciones. Quienes lo conocieron lo saben. No fue de persona de problemas, ni de barandilla por conductas, ni por leyes de justicia penal, civil ni de otro tipo.

6

Su juventud en los 70, le hizo formar parte de esa generación de la Colonia Treviño Zapata, su barrio. Generación de cumbias, de bailes en la terraza Marys, y de enfrentamientos. Y seguramente, sabía que el que corre y se quita, sale menos golpeado, lo cual le permitió  llegar casi a los 73 años, la misma edad final de mi madre. Que los vivió en empate con la vida, en la justa linea del hombre pobre y honrado.

7

Su gusto era viajar a su tierra en Guanajuato. A veces acompañaba a papá, en otras a mamá, y en otras al abuelo Jacinto. Cuando llegaban a esas casas de las tías y primos, hacían fiesta, eran como las correspondencias de afectos. Así que hizo amistad muy fuerte, estrechó lazos muy fuertes de familia con sus primos y primas de Guanajuato,  Lulú y Vicky Hernández. Porque son igual de almas, sencillos, humildes, solidarios. Así que Mariano no escatimaba tiempo o ponía pretextos para ir porque sabía que le esperaban alegría, abrazos, jolgorio, (posadas de casa en casa en diciembre), charlas interminables y la música que ponían los primos con un nuevo sonido, o con primos que tenían su tambora, saxo y guitarra. 

8

Fue creyente católico y practicante, formando parte de los adoradores nocturnos, que me imagino llegan a charlar a la iglesia por las noches con temas relacionados a la vida diaria y reflexionar sobre ellos, y entre esto, algunas oraciones y alabanzas. 

9

Trabajó de jardinero como mi padre. Y si acaso en algunas ocasión le dijeron que no volviera, era cuando pedía aumento de sueldo, yo lo sabía bien porque lo escuchaba en la casa hablar sobre ese tema; y luego lo volvían a buscar porque sabía bien hacer su oficio o por alguna urgencia de fiesta, donde se necesita lucir un jardín bien cuidado.

10

Vino a Tabasco en 1986, a mi boda. Fui por ellos al ADO, de Mina y Arboledas. Venía con ellos mi hermano de toda la vida, Ubaldo Bogar Reyes, (que lamentablemente ayer mismo falleció su esposa). Acompañó a mi papá (ambos se acompañaron). Acá hizo algunos amigos, y los lugares de Tabasco le dieron tema (al igual que un viaje a Sonora en su juventud, y sus tantos viajes a Guanajuato, donde dicen que la vida no vale nada) para sus pláticas interminables en su regreso. 

11

Yo disfrutaba de sus pláticas. Me preguntaba sobre Tabasco, y yo le comentaba sobre parte de mi vida acá en esta entidad. ¿Y no te quieres cambiar para Matamoros, o de plano te gusta más allá?, me decía cuando estábamos tomando algunas copitas. "Y bien que te comprendo porque cuando estuve por allá...," y se soltaba recordando ese viaje, que sería como si yo fuera a La estrella Colombia a visitar a mi amigo Iván Graciano, y que de allí me llevara a la selva Amazones. Tema siempre para rato.

12

Luego yo se la regresaba: "¿Oye Mariano, y por qué no le escribes una carta a Dios?" "Noooooo. Yo no sé escribir. Sé hablar". Pero con habilidad, sonriendo, con mirada de buitre, me la regresaba fácil: "esa te la encargo que la escribas por mí, a mi nombre, y te la firmo desde arriba". 

Yo le respondía rendido: "trato hecho".

13

El día de su muerte, ayer,  lo transcurrió natural. Sugirió comprar a mi hermano Chencho más carbón porque la helada se iba pero venía otra. Al mediodía no aceptó comer hígado encebollado. "Por lo picante". Vieron juntos televisión toda la tarde. Y a eso de las 10 de la noche se fue a dormir. En minutos s levantó para ir al baño. Algo normal. Al salir el corazón se detuvo. Había tomado las pastillas normales de las personas ancianas (de la tercera edad) en su horario marcado. Solo que el fatigado corazón, el miedo, la tranquilidad, el frío, la incertidumbre, la combinación de todo eso, se juntaron para el desenlace. 

14

Acompañaba en segunda exacta las canciones que cantaba mi hermano Chencho (dos años menor que él). Recuerdo principalmente la de Cornelio Reyna, "Te vas ángel mío, ya vas a partir...", tan pronto la iniciaba el otro, Mariano ya lo iba siguiendo como si estuvieran ensayando toda la vida. Y así seguían cantando, como dos jilgueros, hasta que finalmente le hacían caso a mi mamá que los llamaba a eso de las 11 de la noche, a dormir. 

15

Una vez le mentí. Tampoco lo olvido. Enterramos a mi madre el 27 de diciembre de 2001. Antes de que bajaran la lápida dije unas palabras de agradecimiento. Entre ellas que "mi madre ya está instalada en un gran campo de flores con ríos y cascadas de miel y leche, y desde ese lugar nos mirara a sus hijos, nietos, sobrinos, y sonría cada vez que nos visitamos, convivimos, hacemos un esfuerzo para vernos...". 


Caminando hacia los autos, se me acercó y me preguntó: "¿ya lo habías preparado o lo dijiste así nomás de improviso?" "Fueron palabras de improviso", fue mi respuesta de mentira blanca. Y él me recordó mi promesa: "No te olvides de escribir mi carta a Dios, cuando yo me muera, y si tu mueres antes, yo diré unas palabras en tu tumba", me prometió.


No le dije que las palabras para despedir a mi madre las fui preparando en el camino, de copiloto en la carroza.

16

Lo del apodo de Buitre le gustaba a él y a mí. No olvido la tarde noche de un sábado, eran como las 7 de la noche, yo tenía 15 años, regresaba de mi escuela Normal, iba caminando por la calle César Sandino (que luego cambiaron de nombre a Roberto Guerra); ya estaba medio oscuro, y se me acercaron de frente y por atrás ocho o nueve maleantes, pidiendo que les entregara mi mochila, que dentro iba mi tesoro, mi adorada máquina Brother. Vi el reflejo de cuchillos y estiletes. Se las entregué cuando uno de ellos me reconoció como hermano de Mariano y dijo a todos: "chale, es el hermano de El Buitre, regrésale su mochila". Y me la devolvieron, por respeto al Buitre Mayor..

17

Así bien, descansa en paz Mariano Solís Calvillo, sin deberle nada a nadie terrenal. Llegó cuando fue el momento y se va cuando también correspondió. Rinde tributo natural a la Ley de la naturaleza. Sin mayores pecados (lo digo porque él era creyente convencido).  Y con una tranquilidad que solo los hombres buenos tienen y reflejan en el rictus final.


PD. Breve, sencillo, emotivo, pequeño, pero de corazón este homenaje al hombre sencillo, mi hermano.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam