Mil años hace y unas horas

1. Libérate de los lastres. Pueden tener muchos nombres. Pero pesan y bastante. Nos anclan a un pasado que no volverá, y que tampoco renunciamos a ello. Diría aquella: lo pasado, pasado. Libérate de ese pasado que te calcina en el amor perenne, perdido e insustituible.

2. Libérate del complejo de sentirte más, mejor que los otros. Tienes tus talentos, pero no es para tanto. El pez le gana al conejos nadando. Y le gana a la jirafa y al león. Y pierde este triunfador en la tierra. Cada quien en lo que hace con lo que tiene. Hay quienes besan mejor. Y no andan haciéndose propaganda, porque no la necesitan.

3. Libérate de ayudar a los demás a costa del sacrificio personal. Hay quienes piden ayuda y quienes no. Oídos sordos. La mirada sea de águila. Y la ayuda ha de ser entre iguales. Y el más pobre entre los pobres es tu igual.

4. Liberarte es no dar nada por hecho. Libérate de ir al frente de batalla. Camina en círculo si lo quieres. Mira hacia atrás y sigue esa otra ruta. El tiempo no perdona. La vida no es un blanco y negro. Y la verdad de las cosas anda sin dueño. Así que libérate también de tener siempre razón en pos de la verdad.

5. Libérate de decir la palabra exacta. De decir la palabra correcta. Del silencio. De dar el discurso. De nada de eso estás obligado. Libérate de la carga de cuidar a los viejos. Sea la voluntad y la conciencia. No la culpa de lo que no hiciste,  de lo que no dijiste. Libérate de escribir la mejor tesis. De publicar un libro. De estar enamorado. De hacer el amor con sexo o el sexo sin amor.

6. Libérate de la carga de ser soporte, de ser palanca, de ser bisagra. Libérta de la carga de saber más, de correr más rápido, de llegar primero. Libérate de la carga de la edad. De no equivocarte. 

7. Libérate de las cadenas de la esclavitud del tinte. De aprenderte todo de memoria. De dejar buenas huellas y ejemplos. Nada hay más tedioso qué ser repetitivo. Nada hay más odios qué vivir bajo presión. Bajo el escrutinio de los otros, por el qué dirán. Libérate del yugo de no llorar, de tener que ser fuerte a pesar de ti y de todo.

8 Libérate de creer en Dios o de no creer. No es tan importante ni lo uno ni lo otro. Ni de escribir una carta ni de contestala. Ni de llamar por teléfono. Libérate de pedir perdón. No lo hagas. O hazlo. El destino no cambia un ápice. La circunstancia es cambiante. Eres un río interno y tu agua fluye para ser otro siempre y por siempre. 

9. Del odio y del rencor, libérate. Nada hace más daño a las personas que esos sentires de desear el mal a los otros. Es como un ácido qué recorre tu  cuerpo en su interior y te mina. Y no hay manera que le llega algo de ese mal al otro. Al contrario, la otra persona se la lleva chévere y ni sabe que te corroe el deseo para su daño. Eso es cierto. Libérate, hazte un bien.

10. Libérate del yugo de ser sabio, de ser sano, santo, buena persona, buena onda. Solo sélo. Sin más. Si esa es la ruta. Libérate de hacer caer el capitalismo. De ser de derecha o izquierda. De hacer la revolución ión o la involu ión. No creas nada. De todo. Toma agua simple. Haz limonada. Y ríe cuando te nazca,  llora cuando de plazca. Y haz el amor con el planeta. Eso sí. La palabra planeta es la clave. Así lo supieron los antiguos. Y más no están porque ahora ellos somos nosotros.

11. Serrat: "Patria pequeña y fronteriza,/ mil leches hay en tus cenizas,/ pero un soplo de libertad/ revuelve el monte, el campesino,/ el marinero y la ciudad. / Que la ignorancia no te niegue,/ que no trafique el mercader/ con lo que un pueblo quiere ser./ Lo están gritando/siempre que pueden, /lo andan pintando/por las paredes... . Mil años hace que el sol pasa,/ pariendo esta  uriosa raza... mil años hace y unas horas..."

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