Te lo digo a ti, República

1. El tema escolar de hoy es hablar de los rumbos de la República, según Platón, filósofo griego. La ventaja del lector, es que puede abandonar los textos farragosos en cualquier momento. Solo que la invitación es a asomarse a una clase de filosofía, donde cinco alumnos escuchan y participan. Y recordar que existieron esclavos físicamente, y que hay esclavos de pensamiento, y que hubo siervos en otro modo de producción, y que hay legión de obreros, campesinos y clases medias explotados en el modo capitalista. Quizá relacionemos las ideas de este texto con el hecho de que hay quienes en la sociedad son indiferentes, quienes aplauden sin pensar, quienes son llevados a mítines y asambleas. De esto no trata este texto, sino del "conocimiento sensible", que adquirimos solamente con nuestros sentidos, a diferencia del conocimiento "intelegible", que adquirimos mediante las ideas, que es con lo que se reflexiona y analiza, y se sacan conclusiones. De esto trata el presente.

2. Otro agregado más, previo al texto. El contexto es Atenas, Grecia. Y refiere a tiempos de aproximadamente 300 y 400 años antes de Cristo. Sócrates fue el gran pensador y maestro de muchos, y entre ellos del gran Platón, quien fundó la verdadera "Academia", y este fue maestro de Aristóteles, el gran científico de la humanidad (mucho de lo que manejamos ahora se debe a este portento de cerebro, entre ello la división y clasificación de los seres vivos, por ejemplo). Sócrates no escribió, y fue su alumno Platón quien, aparte de dar clases magistrales, escribió un montón o montonajal de libros de muchos temas, entre ellos uno que se llama "La república", donde establece algunos lineamientos de cómo debiera manejarse una república, y quiénes son los más aptos. El libro está escrito en forma de diálogos. Y en ellos sus compañeros y su maestro Sócrates son los personajes. 

3. En La República, Libro VI, de los “Diálogos de Platón”, el personaje Sócrates dialoga principalmente con Glaucón, aunque en algunas partes interviene Adimanto. Y con su estilo mediante preguntas, el autor, a través de  personajes, va exponiendo sus ideas. En este caso inicia con lo que es y no es un filósofo, y quiénes están mejor preparados son los que deben cuidar el Estado, y les llama "guardianes". Así mismo interroga de si estos deben "ver bien o estar ciegos". Lo que a simple vista parece una pregunta fácil, solo que el personaje Sócrates se refiere no a la vista natural, sino la vista metafórica que se requiere, como disponibilidad para aprender. Los ciegos fisicamente, no se diferencian de los que aún viendo están privados del conocimiento, o de la disponibilidad para aprender. Aquí marca la diferencia.

4. Precisamente en este libro Sócrates va definiendo el perfil del filósofo: "los más preparados para dirigir el estado". Una característica tiene el filósofo: la disponibilidad para agenciarse el conocimiento de la naturaleza de las cosas. El filósofo ama el estudio. Y además detesta la falsedad, por consiguiente ama la verdad. El filósofo va dominando, mediante la dedicación al estudio (y abandonando), a los placeres del cuerpo, para encaminarse al placer del alma, y a este lo refiere con la disponibilidad y amor al conocimiento. El filósofo no es ni cobarde, ni servil.

Además de esa disponibilidad para adquirir el conocimiento, debe tener mesura y gracia. Debe tener fcilidad para memorizar, y apreciar la verdad, la justicia, la valentía y la moderación. Llegando a esta parte, se hace el planteamiento de lo útil o inútil de los filósofos para gobernar los estados. Y la conclusión es que son inútiles, no porque no sepan, sino porque no recurren a él (al filósofo), no por culpa de este, sino de los que se aprovechan de los beneficios del estado y de quienes, como mayoría, les siguen como mansos corderos.


5. Es aquí donde Sócrates ilustra con el ejemplo del barco, en el que los marineros se dividen en dos: quienes defienden al capitán y quienes lo quieren fuera del timón, incluso enfrentándose y tirando al mar a quienes los defienden. Apresado el capitán, los marineros hacen y deshacen, tanto con los víveres, como con la dirección por donde llevan el barco.

Ahora bien, aún siendo pocos los filósofos en la sociedad, hombres con virtudes y amor al conocimiento, tienen muchas tentaciones que los apartan del camino. Así como la semilla, por más fuerte que sea, si es sembrada en tierra infértil, se desarrollará débil, así quien tiene dotes naturales para ser filósofo, si no recibe buena educación, cae en tentaciones, si es educado por sofistas, entonces aprende mal. En nuestros tiempos los oradores, en su mayoría, son captados por los partidos políticos, donde, la mayoría (precisando no todos, hay contadas excepciones) se corrompen, no precisamente con el fin de adueñarse de los bienes del estado, aunque también, sino por apartarse del bien común, y adaptarse y someterse a los intereses del poder en turno .


6. Y más aún, todo lo malo se aprende en donde las reuniones son tumultuosas, (mítines, asambleas, etc), y donde quien dirige dichas reuniones enaltece y censura, entonces la mayoría arrastra al individuo pensante a aplaudir y a censurar lo que allí se dice. Cierto es  que muchos con cualidades se acercan a la filosofía, por el prestigio que esta tiene, y son halagados por familiares y amigos, y se crea en ellos un alma vanidosa. Estos son quienes más daño le hacen tanto al estado como a la filosofía misma. Son fugados, desde distintas áreas a la filosofía, porque esta, aún maltratada y vilipendiada les da prestigio. Pero ¿qué se puede esperar de estos? Más que se siga teniendo una opinión sesgada de la filosofía, tildando a quienes se dedican a ella, de depravados y, en el mejor de los casos, de inútiles. Entonces ¿Para qué sirven los filósofos en la sociedad?


7. Como es pregunta cuya respuesta se va presentando en el transcurso del capítulo, comento antes que pocos son los que se dedican a la filosofía, y de estos pocos la mayoría se pervierte en el ejercicio de la misma en búsqueda del prestigio y acercamiento al poder y sus vastos intereses. Solo se salvan muy pocos, y estos solo se salvan porque no se dedican a la política.

¿Que debe hacer el estado para no sucumbir ante los embates de la muchedumbre y sus dirigentes que hacen mal uso de la filosofía? Ante todo debe de procurarse una educación filosófica de acuerdo a la edad del pretendiente a filósofo. A los niños, filosofía para niños. Porque sucede que sin tener la edad suficiente por lo regular se les presentan los temas con conceptos dificiles, y esta es la razón por la que se deserta de ese noble campo de estudios, madre de todas las ciencias. 


8. Pero se construyen “Castillos en el aire”, dice Sócrates, cuando se tiene la aspiración que los hijos de los que dirigen los estados o aún estos mismos, obliguen a los filósofos a gobernar con ellos, lo cual se ve más que dificil. He allí la expresión como si estuvieran construyendo precisamente esos castillos en el aire. Ahora bien, no es verdad que la muchedumbre desprecie a la filosofía, sino que se les ha presentado mal esta, o bien que es dificil, o bien que quienes se dedican a ella no piensan en asuntos normales, como decir que solo los locos se dedican a la filosofía, o que andan levitando, vanidosos, despegados de la tierra.


9. Pero sin duda los guardianes perfectos del estado deben ser filósofos. Solo que es muy dificil no que lleguen a ser guardianes, sino que lleguen a ser filósofos, porque pueden abandonar por lo dificil de las materias, pero además que las cualidades que definen el perfil del filósofo, no se da fácilmente en una persona. Unos tendrán unas cualidades otros otras. Y aún teniéndo las cualidades requeridas, tendrán diversas tentaciones que los aparten del camino del bien. Y en conclusión, los filosofos para mantenerse como tales se alejan de las tareas de gobierno, y se apartan como ermitaños para evitar las tentaciones.


10. A partir de aquí el autor hace el planteamiento de lo que representa "el bien" para el "mundo intelegible", y de ejemplo utiliza el símil con el Sol, con la explicación de que lo visible con los ojos solo es posible con la luz, y la fuente principal es el Sol. Solo con la luz se pueden develar y por lo tanto ver los objetos del mundo sensible. Los ojos para ser útiles requieren de la luz. Y para el "mundo inteligible", para llegar a la verdad es "el bien" el faro que ilumina las ideas. Sócrates no se queda ahí, en el diálogo con Glaucón. Sino que relaciona el Sol lo que significa, que sin ser génesis, nutrición, ni crecimiento, es fundamental para tales procesos. Lo mismo el Bien, que sin ser poder, ni conocimiento de la verdad, se eleva por sobre ellas, a semejanza del Sol.


11. Aquí es donde aparece la alegoría de "La línea", que separa el conocimiento del "mundo sensible" del "intelegible", para pasar de lo que se ve en la primera sección: sombras, reflejo del agua, y la imagen deifinida por sus dimensiones y brillo, a la segunda sección donde estará todo lo que nos rodea. Y en la otra parte de "La linea" estaría el mundo "intelegible", donde estaría, de inicio la matemática, y en ella la geometría, que utiliza conceptos, pero todavía necesita de representaciones para comprenderlos, como son los dibujos del triángulo, el círculo, las lineas, etc, con los cuales elabora "conjeturas y supuestos". En la siguiente sección ya no se basaría en supuestos, sino que de allí concluiría en ideas, para partir y dedicarse solamente al mundo de las ideas. En el libro lo dice así: “desciende hasta una conclusión, sin servirse para nada de lo sensible, sino de Ideas, a través de Ideas y en dirección a Ideas, hasta concluir en Ideas”.*

Y para cerrar, en el último párrafo Sócrates sugiere ordenar este conocimiento para hacer la siguiente relación en orden descendente: "inteligencia", "pensamiento discursivo", "creencia" y "conjetura", esta última sin argumentos sólidos. Es decir, quienes se quedan en el discurso, creen y hacen conjeturas, pero no manejan ideas, sino opiniones y pareceres ("me parece que") del "mundo sensible". Y aplauden a rabiar.


*Fragmento de: Platón. “Diálogos IV”. Apple Books.  

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