De inundaciones y huracanes

  

 

1

Donde vivo es un lugar alto. Entre lomas. No es precisamente un lomerío, pero sí es parte alta en comparación con gran parte de todo lo demás en Tabasco. Las inundaciones las vemos por televisión. Y cuando transito tramos por carretera miro hacia los lados y veo la inmensidad del agua que tiene inundados casas y campos de cultivo. A veces son días de esplendente sol, y algunas partes están inundadas sin justificación aparente. Las explicaciones no pedidas (ni sustentadas por un servidor) es que sueltan aguas de las presas.

 

2

2007 fue fatídico de por más. Aproximadamente el 80% del territorio tabasqueño quedó bajo el agua. Sí, aunque parezca exagerada la cifra. Hay fotografías aéreas donde se ven partes de la entidad  como archipiélagos. Ese año los lugares altos quedaron aislados. Muchas personas viviendo en el segundo piso, y muchas más sobreviviendo en albergues. Fue una verdadera tragedia, tanto en lo material, como en lo emocional. Y como en todas las tragedias aparecen los dos rostros del ser humano. Su civilización y la barbarie. Mucha gente de aquí y de otras partes muy solidaria. Y muchas otras aprovechándose de la situación: robos en casas habitación, en negocios, y otros obteniendo ganancias en los apoyos civiles y gubernamentales.

 

3.

Esos días de noviembre de 2007 quienes vivíamos en partes altas estábamos aislados. En mi caso para entrar a Villahermosa (yo vivo fuera de la ciudad) dejaba mi auto antes de un puente, lo cruzaba caminando, y de aquel lado esperaba un transporte motorizado marino que nos ayudaba a pasar un tramo como 50 metros de agua. Era un camión alto. Y nomás pasando había un comedor solidario del ejército, donde pasábamos a echarnos un taco, muy sabroso por cierto, carne guisada con arroz, y nuestro respectivo vaso de Jamaica u horchata. 

Frente a mi casa hay un campo grande para prácticas de futbol o béisbol, y allí aterrizaba de vez en cuando un helicóptero que nos llevaba despensa. Y las mismas dependencias de gobierno repartían despensas a los trabajadores burócratas. Para darnos una idea el centro de la ciudad quedó dos metros bajo el agua. Y dijo el gobierno estatal que no hubo muertos. Lo que siempre nos quedó en duda.

 

4.

Hoy es el 5º día consecutivo de sol. Miro una fotografía de Ernesto Chacón sobre el río Grijalva, y con marca a la baja del nivel del agua. LO cual es prometedor. Sin embargo puntualizo asimismo que otras personas de otros lugares dicen que en sus áreas al contrario, sigue subiendo. Lo explicaba bien Francisco Cubas en un texto que leí: no toda la inundación de Tabasco se explica simple por el manejo de la presa Peñitas. Recuerden que por Villahermosa pasan dos ríos, el Grijalva y el Carrizal. Y al noroeste de Villahermosa, como a 45 kilómetros  pasa el río Samaria, cerca de la ciudad de Cárdenas (Tab). Entonces la inundación es una conjugación de agua que sueltan de Peñitas, lluvia en la sierra tabasqueña, lugares bajos, relleno de vasos reguladores, etc.

Entonces mientras en unas áreas baja el agua, en otras se mantiene o sube. Ya se dijo de manera oficial: algunos lugares van a quedar inundados por dos meses o tres más. Y claro que es una tragedia para esas familias.

 

5. Tabasco, con gran parte de terreno bajo, es susceptible a inundaciones. Mi pueblo, Matamoros, susceptible a sequía y a huracanes. Cada año se nos aparecen los nombres de nuevos fenómenos meteorológicos. En mi tiempo eran nombres solo de mujeres. Por parte de la lucha por la equidad de género, se alternó nombre de mujer y hombre. Ahora me dicen que han sido tantos que ya se rebasó la lista de hombres y mujeres, han sido tantas las tormentas que van ahora por nombres tomados de las letras del alfabeto griego: alfa, beta, gamma…

6.

En septiembre de 1967 azotó a Matamoros y alrededores el huracán Behula. 

Este huracán ya había hecho destrozos desde el 5 o 6 de ese mes en el Caribe y las Antillas, y la península de Yucatán; tres veces se debilitaba a tormenta tropical y otras tres volvía a agarrar fuerza llegando a 260 kilómetros por hora la velocidad de los vientos. Imaginemos el daño y terror que causaba. El 15 de septiembre hubo orden para que todos los de mi colonia y otras nos refugiáramos en albergues. Nosotros nos fuimos por cerca a la secundaria federal 2, a media cuadra de la casa. Por la noche, la más difícil de esos días, creo que fue el 19 o el 20 de septiembre; la lluvia no paraba más los vientos con una velocidad de miedo, y azotaba los ventanales del edificio viejo. Este es de tres pisos. Nosotros estábamos en el 2º. A través del ventanal mirábamos el espectáculo de terror. Los soldados diligentes repartían alimentos y estaban al pendiente de cuidarnos a todos los del refugio. Al día siguiente salíamos entre el agua a revisar nuestras casas. Todo en al agua, algunas láminas voladas y el agua dentro. No es ajena la tragedia al ser humano. Muy lamentable cuando se pierden vidas. LO material nos cuesta mucho esfuerzo conseguirlas a los asalariados. Pero de eso se repone uno. De la muerte no y nunca.

 

7.

Les propongo dos cosas: una, seguir cuidándonos por lo del Covid. Si bien ha bajado el nivel de contagios y por lo tanto de fallecimientos, leo que en europa hay un rebrote que ha empujado a que se vuelvan a tomar medidas de restricción de movimiento y de reuniones, por lo que nos obliga a que sigamos teniendo cuidado como siempre en estos días de pandemia, con nuestro lavado reiterado de manos, uso de cubrebocas, no visitas innecesarias, y lo que ustedes ya saben. Y dos: ser solidarios con nuestros paisanos que están inundados, dando de lo que tengamos en despensa, de artículos no perecederos. La vía que escojamos de hacer entrega, sea la que nuestro pensamiento nos asesore: iglesias, asociaciones civiles, etcétera. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam