El amor

 

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Hoy salí a caminar a las 6 am. En 40 años, ocasionalmente hice ejercicio. Nunca tuve constancia. Por ejemplo hace como tres meses durante doce días me subí a la bicicleta durante unos 30 minutos, recorriendo entre ocho y nueve kilómetros. Y abandoné por una razón u otra. Esto quiere decir simple y llanamente flojera. Hoy como desde hace seis días empecé de nuevo, ahora a caminar. Inicié con dos kilómetros. Ahora ando en los cuatro y medio kilómetros. Y mi promesa a mi mismo y a los cinco o tres lectores es que he de caminar, luego correr, desde aquí hasta un día antes de llegar a mi última estación, que espero sea dentro de mucho tiempo, porque amo la vida.

 

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Amar la vida no se les da a todos. A mí sí. Y desde que tengo uso de razón la amo inconmensurablemente. Sin medida y sin escatimarle adjetivo alguno. He ido encontrando siempre motivos muy diversos, no para aferrarme a la vida, sino a sentir gusto por lo más simple. A no incomodarme por nada o casi. A dormir a pierna suelta, con la conciencia tranquila. A soñar muy seguido con personas que quiero mucho estén en la vida o no. Amar es una actitud de vida, que implica muchas cosas, entre ello disfrutar del tiempo que nos ha tocado vivir, volver al pasado completamente conciliado, y no estar desesperado por lo que sigue, que finalmente es el arribo a la estación última, o para decirlo con Cavafis, llegar a las Itacas. Si la poesía es un destino, apreciar la belleza de la vida es poesía, sin duda alguna.

 

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Encontrar el hilo de la felicidad es un complejo de conceptos. Ejemplo, para encontrar hay que buscar. Y si buscas un hilo específico y literal, al menos el de la felicidad, nunca lo vas a encontrar, porque no existe. Otro ejemplo es el concepto mismo de la felicidad, que equivocadamente se quisiera fuera un estado permanente, lo cual hace que no se valoren instantes felices, que al poco tiempo desaparecen. Lo mismo si asociamos el concepto de felicidad con riqueza, con personas. Y pensar que el concepto debe ser el mismo para todos. Y como yo ni mínimamente soy especialista en esto, solo puedo hablar de mi, porque es el yo la persona que más conozco, y esto desde hace 60 años. Aclaro que esta temporalidad no me da autoridad alguna para dar consejos ni mucho menos.

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El tema del amor es un buen tema. Con Lope de Vega y su poema, o Erich Fromm con su Arte de amar, nos dan algunas pistas de manera literaria. Lo que percibimos sobre el tema es lo que hemos desarrollado a través de nuestra relación con los demás, y por supuesto las lecturas que nos han acercado y nos hemos procurado. 

Lope de Vega lo circunscribe el tema en las agitaciones de las personas enamoradas, sean correspondidos o no: 

Desmayarse, atreverse, estar furioso,/ áspero, tierno, liberal, esquivo,/alentado, mortal, difunto, vivo,/leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo, /mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,/
enojado, valiente, fugitivo,/ satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,/ beber veneno por licor süave,/ olvidar el provecho, amar el daño;/creer que un cielo en un infierno cabe,/dar la vida y el alma a un desengaño;/ esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Y en el Arte de amra, Erich Fromm lo amplía a toda la gama de amores en función de su destinatario: filial, a la madre, a la naturaleza, erótico, etc. Aclaro que estoy escribiendo de memoria. El amor a la madre, y de esta al hijo, en lo general no cabe duda. Recuerdo por ejemplo cuando yo, luego de estar quice días en casa de mi madre, la mañana del día de mi partida, subía las maletas al carro, acomodaba las cosas, y mi madre se sentaba en su sillón en el patio del frente, y miraba -con unos ojos entre tiernos y tristes, previos al llanto- mis prisas y dubitaciones al cargar el auto y revisarle un poco los niveles de líquidos del freno, del aceite y del refrigerante. Y yo en mi partida sintiendo que algo me arrancaba del alma al separarme. 

 

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Yo admiro mucho el amor que muchas personas les tienen a sus mascotas. Algo menos del que yo pudiera tener, o he tenido, a perros que han convivido en mi casa. Yo tengo claro que jamás me pasaría por la ment hacer daño concientemente a un animal. Quizá al mosquito sí, pero los tabasqueños me han de comprender. Pero evidentemente es del tipo de amor del que habla Fromm, del amor a la naturaleza.

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Un buen ejercicio que me ayuda mucho es el repasar la lista de las diez situaciones que me causan felicidad, y sin orden alguno de prioridad, señalo la ocasión de cuando uniño aprende a leer y a escribir, y que es gracias a su dedicación y a mi trabajo en la enseñanza. Esto lo viví principalmente en mis cinco años de trabajo en educación primaria de 1979 a 1984. Me asignaban primer o segundo grado, y yo feliz. Muchos maestros no lo entendían. Otro: hubo años en los que empezaba a leer un libro a las 3 de la tarde y no lo dejaba hasta terminarlo a las 3 o 4 de la madrugada. Principalmente los de del checo Milán Kundera: Los amores ridículos; La broma; El amor está en otra parte. Al día siguiente me iba a mi trabajo, algo desvelado, pero con la alegríade conocer a través de la lectura otras sociedades, personajes, situaciones, etc. 

 

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Pero si todos somos distintos, y cada cabeza es un mundo, es que todos venimos de familias distintas, con conocimientos, lecturas o ausencias de lecturas, costumbres y tradiciones, manías, fobias, afectos. Se dice en broma que va caminando una pareja, una noche de octubre, cuando “la luna es más hermosa, porque en ella se refleja la quietud, de dos almas, que quisieron ser dichosas…”, y esto se lo hace notar ella con una expresión romántica de admiración a la luna que brilla de manera exagerada, y el responde: “sí, está buena la noche como para matar puercos”.  

 

8. La felicidad son momentos. Y el amor transforma a las personas, sea de manera directa en lo romántico huracanado a la manera del poema de Lope de Vega, o en sus distintas manifestaciones, como lo señala Erich Fromm. 

Recuerdo mucho la anécdota de cuando saludaba a un amigo que ya falleció y saludo a otro amigo, un maestro; ambos de nombre Amado: "ya ves que no es lo mismo amar que ser amado..."  Uno se reía, otro se ríe, y los dos contestaban en la efusividad del saludo de manos o el abrazo: "no, pues no es lo mismo".


9 Y el cuadro famoso donde la hija visita a su padre preso, sentenciado para que muera de inanición, con la prohibición que le lleven comida, y solo lo puede visitar su hija. Y se extrañan que no muera. Luego descubren el secreto: ella le da leche de sus senos. El cuadro es un fragmento del cuadro La misericordia, de Carvagio. La escena proviene de una leyenda recogida por el historiador romano del siglo I Valerius Máximo: Cimón, es el anciano. Su hija Pera. Cuando el secreto es descubierto por los carceleros, los jueces romanos se compadecen y perdonan a Cimón, concediéndole la libertad.


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...Amé, fui amado, el sol acarició mi faz, vida, nada me debes, vida, estamos en paz.", seguirá diciendo el poema de Amado Nervo.

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