El cine, como herramienta para enseñar

  

1

Porque la realidad no nos basta, por eso es que el hombre ha creado las artes. Aunque muchas veces la realidad supere la ficción. Pienso en eso mientras me preparo un café hoy sábado de sol, que presagia buenos tiempos. Es entonces cuando enfoco este texto en las películas. 

Aclaro que no he sido persistente en ver películas. Apenas he dicho en otros textos que de niño mi padre me llevaba al cine popular, cerca de nuestra casa en la colonia Treviño Zapata. Y allí disfruté películas de Los hermanos Almada, del Santo contra momias y otros especímenes; y del Mayor David Reynoso, sin olvidar El tunco Maclovio, de Julio Alemán. Y de vez en cuando entrábamos a ver una de las guapas Sophia Loren y de Gina Lollobrigida. 

 

2.

Una ocasión platiqué a mi amiga Nice sobre mi sueño de construir en la casa un espacio como cine familiar. Muchos años después vi que mi amigo Miguel López Cervera, en su casa de Cunduacán había construido una sala de música, con tres gradas para espectadores y espacio para cinco filas de sillas adelante. Estuve por supuesto en varios de los conciertos que daba Cervera con sus alumnos de música o con algunos amigos de la Cd de México o de otros estados que lo visitaban. También se hacían lecturas de obra. Y de allí me reforzó la idea -una especie de sueño- de construir un espacio para ver películas en casa. Hasta la fecha es un anhelo tener un cinito. Aunque ahora es mucho más fácil con la tecnología y el internet. Y más si recuerdo lo sencillo que era el Cine Popular de mi infancia: bancas rústicas para seis personas cada una. Y como techo la inmensidad del cielo. En ocasiones suspensión por lluvia. 

 

3. 

Esa ocasión sobre mi charla y anhelo de tener un cine en casa me preguntó si ya había visto la película Cinema Paradiso. Y mi respuesta inmediata fue que no. Medio me la platicó, aunque nunca pongo atención cuando tratan de platicarme una película. Pero quedó mi inquietud de verla algún día. Y una buena tarde, buscando películas y discos de música en la tienda Del Sol de Villahermosa, encontré ese tesoro de la cinematografía que es Cinema Paradiso. Inmediatamente la compré, y luego fui a otra tienda a comprar la vieograbadora para poderla ver en el televisor. En esos tiempos no había ni internet, ni renta de películas. 

 

4.

Tampoco se las platico aquí. Solo que el personaje es un niño que se aficiona a ver películas en un pueblito de Italia. Llega a ser un gran director de cine. Y la película empieza cuando le avisan, ya de grande, que murió el adulto del cine que lo ayudó a que comprendiera mejor todo lo que tiene que ver con la proyección de películas, y por lo tanto fortaleciera su inmenso amor por ese arte. Cuando puedan véanla.

 

Otras películas que me han impactado son Casablanca y Puentes de Madison. Son historias de amor con finales tristes, como toda buena película de amor. Hace muchos años la de Casablanca la proyecté en mi grupo de telesecundaria. De treinta alumnos la vieron quince. A los otros les di permiso de salir a jugar a la cancha luego de que la vieron por quince minutos y tenían cara de aburridos o torturados.  Uno de estos últimos la vio como 20 años después, y me contactó por redes sociales, y en lo primero que me dijo: “Profe, qué cree: acabo de ver la película Casablanca que usted nos recomendó en la secundaria; y lloré por dos cosas. Una porque no la vi cuando usted la proyectó en la secundaria. Y dos, porque me puso triste que Don Humphrey Bogart  no se haya quedado al final con Doña Ingrid Bergman". Y asimismo de quienes sí la vieron, me encontré a una ex alumna y me dijo: "maestro, no olvido nunca la película Casablanca que usted nos puso en secundaria. Lloré esa vez y he vuelto a llorar las veces que la he visto de nuevo".

 

La de Puentes de Madison. Un fotógrafo (Clint Eastwwood) de la revista National Geographic llega a Madison a tomarle fotos a unos viejos puentes. Le falta uno, y en una casa le pregunta a una señora (Merryl Streep) por dónde queda. Ella está sola en su casa, su esposo e hijos fuera de la ciudad, y ella se ofrece a llevarlo a ese lugar. La película empieza cuando -ella fallecida- sus hijos leen un cuaderno donde ella cuenta esa parte del romance de su vida.

 

6.

Cuando yo tenía 14 años se estrenó len Matamoros a película Papillón con Steve Macqueen y Dustin Hoffman. Yo no tenía mucha referencia sobre películas. Solo conocía las que había visto en el cine Popular. Pero un sábado luego de terminar mi trabajo de cuidado del jardín en casa de Doña Hortencia Lozano, me dio mi paga y me dice: “hay una película que quiero que veas. Te doy para tu entrada, y para palomitas y refresco. Pero no me hagas trampas. El lunes me la platicas”. Y en efecto al día siguiente, domingo, la fui a ver. Y salí maravillado con una conclusión. El cine no solo divierte, sino también inquieta y motiva para salir de situaciones adversas. En esta caso doña Hortencia relacionó la pobreza de mi familia (y de muchas, muchas otras) con la prisión de la película. Esa fue su razón de motivarme a que la viera y yo hiciera la misma inferencia.  

 

7.

En el último año que trabajé de docente utilicé las películas como estrategia didáctica. Uno como maestro tiene que justificar que una vez por semana el grupo esté viendo una película. Recuerdo dos de ellas. Habían ganado el premio Goya 2019. El documental Gaza, donde muestran los horrores que viven las familias de allí a causa de los ataques del ejército israelí. El tema que estábamos viendo estaban relacionados con la paz y la guerra, sus causas y consecuencias. Y la otra fue Ganadores, que trata de un entrenador a quien como multa por infracción de tránsito lo ponen en servicio a la comunidad a dirigir un equipo de basquetbol de personas con discapacidad. El tema que estábamos viendo precisamente era la inclusión.

(Continuará)  

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