A veces sí, a veces no

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A veces no te salen las cosas como quisieras. Y a veces te salen aunque no quieras, como de chiripa o de suerte. Bien dice el dicho, si va a ser para ti, aunque te quites, y si no, aunque te pongas.

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A veces decides ir a misa, y a veces decides que no. Te despiertan las campanadas de la Iglesia. Y piensas sí, o no. Hay un motivo para cualquiera de las dos situaciones. Y al mundo es indiferente si vas o no. Lo importante es que te sientas bien si vas, no por compromiso, sino por interés genuino, no a criticar quien llega o quien no. Y si te quedas en casa, no es porque no sientas el fervor de la religión, es porque sabes en todo caso que Dios está contigo y en todo lugar.

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A veces viene bien un café. Te motiva a reflexionar si estás solo. O a dialogar si estás con compañía. Cualquiera de las dos situaciones es buena. EL estar solo y no sentirse solo es fenomenal. Porque bien dicen que el camino más difícil es encontrarse a uno mismo. Y si estás solo entonces tus pensamientos fluyen al mil. Y t das cuenta de tus carencias, de tus motivos, de tus intereses, y eso hace que tomes decisiones sobre el futuro inmediato. Habrá nostalgia, sí, pero esbozarás una sonrisa cuando recuerdes los mejores momentos del pasado.

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Y a veces el café es con compañía. Qué grato es dialogar con quien aprendes, a quien te gusta escuchar y es recíproco ese sentimiento. Sobretodo que alguien lee en las discusiones, a veces uno a veces el otro, y nadie se aferra a tener la razón por sobretodos las cosas. Se nota en los temas que saltarines van de un lado a otro, se mezclan con sonoras carcajadas, y la risa sabe mejor que el café. Y se arregla el mundo en un dos por tres. A veces inicia algo, a veces termina algo, pero siempre en compañía es bueno de vez en cuando tomarse un café, preludio de cosas maravillosas.

5

A veces querías y no se pudo, a veces no querías y se podía. El equilibrio lo dicta el momento y las circunstancias. Ni era el momento, ni estabas dispuesto, y en este caso simplemente no iba a suceder lo que querías, anhelabas, ansiabas. Todo está dispuesto para tu felicidad, pero no cuando tú quieras, sino cuando el equilibrio se da, sin desesperarte, sin ansias que carcomen.

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A veces sentimos que necesitamos mucho, a veces nada. Y son esos momentos que van definiendo los equilibrios internos. La tanta necesidad es enfermedad. El tanto deseo de cosas inútiles es síntoma de que andamos mal. Y seguimos en una vorágine de tarjetas de crédito. O vestirnos según el qué dirán. Y los demás ni se fijan en uno. O si se fijan les es indiferente. Bien lo decía Diógenes al responder cuando reía al parecer sin motivo frente a una hipertienda (mercado) de Atenas: "me río porque veo tanta mercancía, y nada de eso necesito, así de simple".

A veces buscas el amor por todas partes, sales disparado en la mañana para encontrar a alguien con quien compartir la soledad, y ninguna mirada se encuentra con la tuya, desesperas y cantas la canción de Juan Gabriel esa que dice "nadie nació para mí, yo no nací para amar"; pero no es así, sucede que el amor huye si lo persigues y cuando no, allí aparece sin más explicaciones.

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A veces sin buscarlo el amor está allí, solo que no t as cuenta, esperas una señal, un indicio que te diga, ese esa es, y todo permanece en silencio. Pasa el señor de las paletas, el de la basura, el vende queso, el vende raspaditos, el del gas, el lechero y etcétera, y por allí anda el amor, solo que tu mirada es alta, te enamoras del cantante de moda, de la actriz de moda, del mañoso de moda, del político de moda, del ganador de medallas olímpicas de moda. Y no funciona así el amor. Humildad, se requiere, sin discriminación a nadie.

9

A veces sientes que te caes en un profundo pozo. Y crees que es tu destino el de la derrota, el de la caída permanente, porque hasta lo sueñas. Y no sientes el deseo de levantarte, porque es cómodo, porque no se requiere esfuerzo, porque hasta la belleza cansa, cuantimás la derrota reiterada. Pero a veces nunca caes, entonces te sientes soñado, soñada, y te elevas entre las nubes, por arriba de todos los demás, pero entre más te elevas, es como si anduvieras en globo, que basta un pinchazo de la vida para que caigas como Cornelio Reyna, desde los 20 mil metros de altura, de la nube más alta.

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A veces te levantas con ganas de escribir, ya por disciplina de hacerlo todos los días, aunque andas sin tema, sin brújula que te oriente, y es entonces que divagas, que navegas sin rumbo, bajo un vendabal que arrastra nubes negras, y viento huracanado, y todo puede suceder,, que te hundes o no, entra agua al barco, pero entonces despiertas y te das cuenta que era un sueño. Y el nuevo día con su sol deslumbrante te hace sentir el bienestar de la vida. Entonces sales a caminar, te das un buen baño, te preparas un café y disfrutas del día, en las condiciones en las que te encuentres.

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A veces me dicen que sí, a veces que no. A veces me mandan una señal, y a veces no dicen nada. Es confusión plena. Pero puede ser que yo no diga nada, ni señal ni nada, y es recíproco. Los silencios y las palabras son mensajes. Qué bien sabe un café. Qué bien este domingo. Qué bien la vida.

12

A veces crees que la vida es eterna, y a veces que es efímera. A veces sientes que en todo tienes mala suerte. Pero sabes: al tiempo y al universo todo eso le es indiferente. Un buen día se detiene el corazón, sea empujado por el Covid o por cualquier otra causa. Y allí se acaba todo. Así que a sacar la casta por la vida, es domingo, llueva o haga sol, nublado con su gris, con calor o fresco, lluvia leve o aguacero, vive la vida con amor, que es bella y esplendorosa.

 

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