Dejé enterrado mi corazón

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Cuando se habla sobre Cuba, cada quien lo hace desde lo que conoce, y desde los prejuicios. Y estos están determinados en gran medida por la propaganda que continuamente hacen los medios oficiales y oficialistas de los Estados Unidos. Yo no dudo que muchas cosas sean ciertas, otras sean medias verdades y otras más simples mentiras y calumnias. Solo que quien esta desinformado se cree todo a pie juntillas. Y cierto es que con uno, dos tres viajes, que uno hace apenas podremos tener una visión turística, pero esta también está determinada por la mirada juiciosa o prejuiciosa que tenemos sobre esa bella isla a la que amo. 

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Yo he ido solo dos veces y me gustaría ir otras veces más. Una vez a Pedagogía 2003 junto con un grupo de compañeros trabajo. Y la otra vez en 2009 a un seminario sobre geopolítica, efectuado en el Centro de Estudios Martianos. Ambas veces compré varios libros en moneda cubana, porque están muy baratos, casi regalados para uno de turista, en esa moneda. el límite de libros estaba determinad por los que yo podía cargas y los que dejan pasar para el viaje en avión.

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Hay quienes tienen un amigo cubano sea que siga allá viviendo o esté radicado en México, y ya con eso creen tener la verdad sobre la forma de vivir en Cuba, por todo lo que les ha platicado ese amigo. Pero recordemos que cada cabeza es un mundo y cada quien habla de la feria como le ha ido en ella.

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Yo escuché por primera vez la palabra Cuba en una canción que luego supe de lo que se trataba: "Cuando salí de Cuba, dejé enterrado mi corazón". La escuché con Celia Cruz, y también luego me enteré que ella salióde Cuba y juró que regresaría a cantar a la isla cuando saliera del poder Fidel Castro, lo que efectivamente cuando sucedió, Celia Cruz ya había fallecido muchos años atrás.  

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En la secundaria la maestra Irma Reyes Delgadillo nos puso para poesía coral el poema Catarino Maravillas, que habla del susodicho, quien hastiado de las turbulencias de la revolución mexicana, de un asesinato político sobre otro asesinato político, se fue a Cuba. Y dice así en la parte de inicio y final: Catarino maravillas,/ Catarino maravillas/ de noche cruzó la mar,/ llegó de Cuba la linda./ ¡Ay sí! ¡Ay no!/ Llegó de Cuba la linda/ y nadie lo fue a esperar./ Se fue por el mal gobierno/ que lo quería asesinar.

Luego en la parte de en medio del poema da cuenta de un asesinato de los jefes políticos que le sucede a otro luego a otro, y en cada uno de ellos él pelea hasta que: Una mañanita blanca,/ blanca en los rieles del tren,/ se fue camino del Norte,/ se fue para no volver./ Del Norte se fue a la Habana
-destierro en el corazón-./ Catarino maravillas,/ Catarino maravillas/ piensa regresar a México/cuando haya Revolución. 
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Y fue también en la secundaria donde me aprendí el poema La rosa blanca, de José Martí. Y fue en la escuela Normal donde supe de un tal Che Guevara, y leí "La historia me absolverá", que es el alegato jurídico que redacta Fide Castro cuando fue detenido luego del ataque al cuartel Moncada en 1954; y que efectivamente es una pieza de oratoria excelente en lógica, historia sin la retórica que se utiliza para impactar al auditorio. Y al final expresa la famosa frase de:

"Termino mi defensa, no lo haré como hacen siempre todos los letrados, pidiendo la libertad del defendido; no puedo pedirla cuando mis compañeros están sufriendo ya en Isla de Pinos ignominiosa prisión. Enviadme junto a ellos a compartir su suerte, es inconcebible que los hombres honrados estén muertos o presos en una república donde está de presidente un criminal y un ladrón... En cuanto a mí, sé que la cárcel será dura como no la ha sido nunca para nadie, preñada de amenazas, de ruin y cobarde ensañamiento, pero no la temo, como no temo la furia del tirano miserable que arrancó la vida a setenta hermanos míos.

Condenadme, no importa, La historia me absolverá".

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En la primera ocasión que fui a Cuba tuve la oportunidad de ir al estadio latinoamericano, donde esa noche jugaron dos de los equipos más tradicionales de Cuba: Barrio Habana contra Industriales. El juego fue semejante en calidad a los de la llamada Grandes ligas de Estados Unidos. Me tomé dos o tres cervezas Bucanero, y compré cucurucho de maní, como en la canción. Vi con admiración la manera cómo los cubanos con sumo respeto antes del inicio del partido cantaron el himno nacional. Y la alegría desbordante del público de ver el partido.

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También en esa primera ocasión tomé un café en la casa de Inés, cantante jubilada, y allí conocí, porque llegó de visita, a Silvia González Guerra, compositora, quien generosa me invitó a comer en su casa, y nos atendieron ambas de maravilla.

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La segunda vez fue ya lo dije a un Seminario de Geopolítica. Un miércoles me salí de la programación y me fui con una amiga cubana a un pueblito cercano habitado por pescadores. Hicimos como tres transbordes. Y llegamos a la casa de una prima de ella. "No hemos desayunado, prima", le dijo mi amiga tan pronto al llegar. "Yo no tengo nada, somos muy pobres, prima, solo me quedan unas langostas, manda a conseguir arroz y les preparo algo". Mientras preparaba ese platillo pobre nos fuimos un rato a la playa con un six en la mano a mojarnos los pies. 

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Al ratito regresamos a comer. Y se improvisó una pequeña fiesta con los vecinos. "Es que casi no llegan los turistas hasta acá", dijeron. Y sacaron una botella de ron. Como ya eran como las 5 de la tarde no nos quedamos, nos "tiramos" unas fotos, y nos regresamos a La Habana. Mi amigo tabasqueño Pedro estaba muy preocupado, imaginando que me había pasado algo así como secuestro. Y nada de eso. En ese viaje de ida y regreso pasamos por San Antonio de los Baños, donde nació Silvio Rodríguez.

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De la pobreza que vi en algunos barrios por donde pasé no escribo porque es algo que conozco desde niño y mucha de esa he visto también en las comunidades rurales donde trabajé como maestro. No, no se compara, me dirán. Pues no la comparo yo tampoco. 

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De esos dos viajes escribí textos que algún día publicaré en libro. Pero sí comento dos cosas últimas: qué gusto me dio ver cómo ganaban medallas los atletas cubanos en las recientes olimpiadas de Tokio 2020, principalmente en box y lucha. Y ver que gallardamente ocuparon al final el lugar 14 del medallero, solo abajo de Brasil, y por arriba de todos los demás países latinoamericanos, incluido México. 

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Y que efectivamente en 2003 que fui, conocí a una muy bella negrita que nos hicimos amigos de carta, y quise haber sido yo el autor del famoso verso de canción: "cuando salí de Cuba dejé enterrado mi corazón".

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