Carta de M. Belem

1

Fue linda la época de cartas. Fuera el motivo ramón que fuere. De un novio a la novia y viceversa. De un hijo a un padre. De un amigo a otro. Iban en ellas reflexiones, mensajes de amor y de amistad, y sobretodo un dejo de nostalgia y demostración de cariño. Hay cartas que se guardan y hay las que se tiran a la basura o se queman. Yo también escribí y recibí cartas. 

2

"Maestro: gusto en saludarlo. Soy Aría Belém. La que sufría al verlo. Ojalá se acuerde de mí. Se que usted coordina o coordinó un taller literario. Y fíjese qué a mí me gustó mucho leer gracias a usted, y empecé a escribir. De eso ya algunos años. Pero tenga la idea de escribir una novela tipo Memorias de una Geisha. Esta sería Memorias de una bailarina. El motivo de la carta es precisamente pedirle el favor de que me ayude a corregirla."

3

Ahora el correo tradicional con sus carteros solo lleva cartas comerciales, donde nos mandan ofertas, ofrecen tarjetas de crédito, o los estados de cuenta de los bancos. De tal manera que se ha perdido la emoción de la espera. Su inconfundible silbato tritónico anunciaba su cercanía. Y nosotros con el palpitar del corazón esperando se detuviera frente de la casa. Y a veces sí. Y la alegría. Y las más de las veces no. 

4

"Fíjese maestro que cuando entré a la secundaria ya me gustaba leer poemas, de los que vienen en los libros de lecturas que eran mi alegría y adoración. Pero cuando entré a la secundaria y usted me dio clases de español e historia, me di cuenta que la lectura nos transporta a una dimensión desconocida. Y yo veía a emoción con la que usted nos platicaba de libros y de autores. Y nos leía un fragmento. Y me soñé con ser escritora y sorprenderlo con un libro mía, y usted me admirara como admiraba siempre a los escritores. Pero mi vida tomó otro rumbo que ya le iré platicando."

5

Yo recibía cartas de joven cuando tenía novia. Me llegaban de un municipio lejano a donde ella pasaba las vacaciones, porque es originaria de ese lugar. Y antes tuve una amiga norteamericana que conocí en mi pueblo en un campaña cristiana, de las que realizan en verano. Yo me acerqué de curioso. Y con mi inglés de secundaria podía hacer preguntas tipo de dónde eres, cómo te llamas y qué horas son. Y eso me sirvió para hacerla reír, y luego intercambiar dirección. Y así empezó e carteo que duró como tres años. La primera carta se la mostré a mi maestra de inglés para que me ayudara en palabras que no entendía. Y luego me ayudé con un diccionario Oxford para estudiantes. Y una carta siempre traía en mi mochila, para mostrarla a los incrédulos.

6

"¿Qué parece la idea? La de escribir una novela y usted me ayude en las correcciones. Sí, entiendo que le tome de sorpresa. Tantos años de no verlo. Y todo lo que ha pasado en ese tiempo. Pero sobretodo sepa que siempre le tengo admiración y cariño. Un aprecio que usted se sabe ganar con los alumnos. Y siempre cuando me preguntan que de dónde salió mi hábito de la lectura, y la loquera de escribir, le echo a usted la culpa. Ya lo dije, por la emoción que transmitía, por los versos que declamaba, por los libros que nos prestaba para que nos lleváramos a la casa. No e cabía en la cabeza cómo sus libros los daba prestados con el riesgo de que se perdieran o se dañaran. Pero hizo bien usted su trabajo sembrando en mí la semilla de la esperanza de un mundo mejor".

7

Ahora la comunicación es directa a través de mensajes digitales, o en todo caso cartas digitales que al instante están en otra parte del mundo. Y si las leen asimismo al recibirlas, y si las contestan tan pronto la terminan de leer, entonces se conforma una situación un tanto caótica. Pero esa es la situación actual de las cartas. Sería bueno reflexionarla. Y asimismo se midan mensajes indirectos a través de las redes sociales. Y con iconos y otras figuritas. De tal manera que las nuevas generaciones no entenderían el sentimiento que se generaba antes por el escribir, depositar en un buzón, recibir,  leer, contestar, cartas. Y que tardaban semanas o meses para que llegara la contestación.

8

"Espero que me conteste, y que acepte mi solicitud de apoyo. Le estaré eternamente agradecida. Procederíamos de la siguiente manera: yo le enviaría fragmentos de la incipiente novela. Y usted la lee y me hace sugerencias. Si cree que no funciona nada, pues me lo dice, y no hay problema. A lo mejor es más mi entusiasmo que la calidad literaria que pretendo. Pero aún así me gustaría terminarla. Y quede como un testimonio de alguien que cruzó pantanos y que sigue en la vida retirada de esa vida difícil, marrullera y traicionera. Quedo a la espera de su respuesta, y como siempre, de usted, como decir a sus órdenes.".

9

Recibí esta carta de Aría Belem. Claro que me acuerdo de ella. Le di clases en preparatoria. Y la deje de ver desde entonces. Vagamente alguien me comentaba algo de ella. pero nada más. Un cruce en una central de autobuses. Un encuentro casual en el centro de la ciudad. Un saludo en el aeropuerto. Y eso fue todo. La leí tan pronto al recibirla. Y me da gusto que se acuerde de las clases, en las que me esforzaba por lograr que todos tuvieran el hábito de la lectura. Lo cual evidentemente no es posible. Solo en algunos casos como este, de maría Belem, que fue una estudiante brillante, de diez. Si ella me lo permite, iré publicando parte de sus textos, con algunas sugerencias de corrección que yo le haga. Y sí, ojalá la termine. Y nos enteremos de cómo vive en lo diario una mujer que se dedica al baile. 



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