"Y bueno, pues, un día más..."

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Ningún día se detiene. Cada uno pasa en fila. Y utilizando la expresión en su justa medida, la tierra sigue girando en su propio eje, cuyo concepto es lo que llamamos día. Y año es la vuelta que hace al sol. Etcétera. 

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Y siendo día de domingo, procuramos hacer cosas que dejamos para el fin de semana, las que sean de cada quien, las que urjan a cada uno. Entre tanto posible por hacer, esperan las delicadas plantas una poda, un cariñito en fertilizante, algunas lindas palabras, hasta la recitación de unos versos. Y en todo caso, el agua que les es vida, como a todos. Lo mismo los árboles frutales, si se tienen, claro. O en todo caso los que están en áreas públicas, también son nuestros, y si están algo abandonados, también requieren un esfuerzo traducido en lo de un cariñito, de conciliación con nuestros semejantes. Diría el místico de Asís: nuestras hermanas plantas, nuestros hermanos animales.

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Pero bueno, quienes estamos jubilados, jubilosos armamos actividades con nuestro tiempo, y hacemos una reparación de casa, sea cualquier día de la semana, incluyendo un día como hoy, que es domingo. Pero más dedico por ahora a viajar en la lectura. Ya les dije que ando por Afganistán, tratando de entender esa tierra de conflictos permanentes, luchas a sangre y fuego por cacicazgos del poder, pero asimismo aprovechados por los intereses geopolíticos de los imperios, de los de hoy y de antes. Y sobretodo muy doloroso que toda la sociedad esté estructurada en tradiciones, costumbres y leyes para mantener bajo yugo a la mujer.

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Pero eso lo escribiré de manera especial en unos cuatro o cinco textos, ya con ese fin. Por ahora solo como referencia en lo que ando, y en carrera de leer siete libros en menos de quince días, ya estoy en el tercero, que es el "Librero de Kabul". Que con estilos diferentes, los autores de esos siete libros confluyen en lo fundamental, la estructura social de Afganistán, la vida cotidiana. Los diferentes y antagónicos grupos poblacionales (pastunes, kayikos, hazaras, usbekos y otros), que mantienen una permanente guerra civil cuando no hay ocupaciones de países extranjeros. Y cuando gobiernan tratan de imponer sus excesos, (en este caso los ultraconservadores pastunes), los cuales justifican con el fanatismo religioso. No fiestas. No música. No películas. No imágenes. Burka. Lapidaciones. Mutilaciones por robo. No alcohol ni para curaciones. No estudio para la mujer. Ni trabajo fuera de casa para ellas. Etc.

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Los domingos trato de estar en el campo. Algún amigo me invita. O algún amigo me presta la llave de su casa de campo. Y desde temprano ocupo el lugar, preparado con todo lo que se requiere. Entre lo básico que es café y computadora, y libros. Hasta lo que es imprescindible como es la comida. A veces hago fuego y aso carne o hago puchero. Y en otras ocasiones compro en el camino lo que voy a comer. Pero también me traigo un machete y una desbrozadora para tumbar un poco de monte. Mis amigos son generosos que me permiten cortar de las frutas y llevar a casa y algo más para regalar. Así que a veces voy cargado de naranjas, limones y plátanos, principalmente.

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Ah, sin olvidar la hamaca, que es imprescindible para soportar estos calores de primavera y verano, cuya temperatura asciende hasta los 40 grados con sensación de 50. Pero en tiempo que no hace mucho calor, entonces caminar y respirar profundo en el campo es grato porque se siente el bienestar del aire puro. Y entre más tiempo se haga este tipo de respiración, se refleja en la salud.

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A mi me gustan los perros. Me digo a mí mismo: "cuando viva en el campo tendré tres perros para que pueda correr a campo traviesa, juguetones, y no estar limitados en el pequeño patio que tengo, y de por sí se me enferman, más si no tengo tiempo o hago tiempo para sacarlos a caminar y jugar con ellos". Ayer que pasé por el mercado de la ciudad, del que hago juego sobre que "Soy totalmente mercado", porque está recién remodelado y parece de primerísimo mundo, vi a un señor vendiendo cerditos cachorros. Y me dio ternura de comprar uno para tomarlo como mascota.  Se ven tan tiernos. Aunque luego de grande mis amigos me presionen para hacer fiesta de cumpleaños matándolo, y sí que daría mucho sentimiento, que nunca más lo volvería hacer.

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Y bueno, pues, que se van los días, de uno en uno. Y regresa otro en ocho días, con el mismo nombre, sea domingo o jueves. Y nosotros poco a poco, sin darnos cuenta en lo inmediato, tenemos la oportunidad de darnos dicha teniendo paz y armonía en el presente. Yo hago fiesta si canto, si escribo, si como, si respiro, si suspiro. Hago fiesta al caminar, al saltar, al escuchar, al ver una película, al brindar. Canto y hago fiesta aunque solo yo me escuche. Hago fiesta si saludo a un amigo o amiga. Si nos damos de abrazos. Hago fiesta con un saludo. Si me comparten o comparto el pan y la sal. Si me comparten cerveza o agua limonada. No hacer fiesta con lo que uno hace, es desperdiciar la vida.

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Serrat lo dice de manera poética: " Que hay que empezar/ un día más. / Tire pa'lante/que empujan atrás./ Y póngase el calcetín, paloma mía,/ y véngase a cocinar el nuevo día./  Todo esta listo, el agua, el sol y el barro,/ pero si falta usted no habrá milagro./ Si le falta usted/ a un mundo enfermo y con canas,/ quién va a hacerle la cama/ y quién le peinará la frente/ y quién le lavará la cara. /Si falta su risa/ para echarlo a andar./ Venga conmigo y el gallo a cantar./ Que hay que empezar/ un día más..."

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Deveras. No hay que desaprovechar ni un minuto de la vida para hacer fiesta. Aunque estemos en descanso o trabajando. La armonía interior ayuda a construir armonía exterior y de grupo. Y esa es la mayor felicidad de la existencia. Por lo pronto acabo de tomar un café de la tarde. Y en pocas horas empieza el juego de beisbol en Mérida, lo veré por televisión, de Olmecas y Leones de Yucatán. Y no es que sea fanático del beisbol. Pero solo por hacer fiesta lo veo.  Salud por la vida!


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