Coincidir (o somos muchos mundos)

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Hemos coincidido en este tiempo y en esta geografía con miles de personas, cercanas algunas de ellas. De entrada, con la familia, en esa laberíntica ruta de encuentros y desencuentros anteriores en razón de la genética. Luego con los compañeros de escuela, vecinos y luego en el trabajo. Coincidencia total con muy pocos, con quienes tenemos amistad y con quienes hemos tenido cercanía en los afectos. Mucha risa, muchas palabras, muchos sueños.

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Y en esa coincidencia, como rieles de tren que se cruzan, como lineas que se entrecruzan, nos vimos en una estación, central de autobuses o fila para el banco. Quizá han sido miradas que no registramos en la conciencia. Quizá nos saludamos y quedó fija una señal imperceptible. En otros casos la cercanía fue tal que tocamos juntos la luna y las estrellas. Sea en una cama, en un pasto o en un auto. Yo no le sé mucho de cierto pero son suposiciones aisladas para explicarme los fenómenos de unión con o sin libertad.

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Esas coincidencias y discensos van conformando nuestras relaciones, algo así como te vi y eres lo mejor, y lo contrario: si te vi, ni me acuerdo. Son encuentros circunstanciales que se hicieron permanentes en algunos casos. Reververación de los afectos, de los anhelos y sueños. Que dejan huella permanente con ese tipo de tinta indeleble en el corazón, en el cerebro, y con algunos y algunas, en el alma. Así de trascendente o intrascendente han sido nuestras coincidencias. 

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Unos pensamos de una manera, otros de otra, así de sencillo. Cada quien tenemos una historia personal diferente, y por lo tanto miramos el presente y vislumbramos el futuro de manera distinta. Ese pasado desde nuestros orígenes, y los orígenes de nuestros ancestros directos, nos han conformado a como somos. Así tal cual, o por lo mismo, se dan as relaciones. A veces por un tiempo breve. A veces por tiempo de un poco más. o importante es lo que nos aportan en crecimiento o aportamos. Lo que sí es que todas son experiencias que nos enriquecen.

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Estar en la vida ya de hecho es un logro de la naturaleza o de lo divino, que vienen siendo lo mismo si conciliamos las ideas del origen primigenio. Imaginaos dentro del caos ordenado del universo, ese magma ardiente de amor sideral al que pertenecemos por siempre, no como individuos, pero sí como parte de la materia, que bien recordamos: "ni se crea ni se destruye, solo se transforma". Vorágine ordenada dentro del caos, con un nombre propio pronunciable o impronunciable. Culpables de tatuajes, marcas de la vida, cicatrices que solo el tiempo cura esa locura.

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Pero ya que estamos, en ese errático inicio del crecimiento desde el nacer, y de mucho aprendizaje, hemos recibido las influencias de nuestro alrededor, tanto creencias vario pintas, mitos muy antiguos y modernos, hasta llegar al presente donde estamos. Y en este estar coincidimos con unos y otros, maravillados de los encuentros luminosos, tanto por las coincidencias, como por las chispas en los choques. Y todo eso que  son registros en nuestra memoria.

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Tanto tiempo, tanto espacio y coincidir, dice una canción. Otra dice coincidencia total con el cóncavo y convexo. Así va la vida. En esa maravilla de encuentros y desencuentros, en los que va definiendo nuestra forma de ser. Tanto sensible, como poco sensible. Tanto solidarios, como indiferentes. Y es así, con esas características donde por gustos y preferencias, naturales y culturales, es como nos acercamos o dejamos unos y otros, o unos y otras.

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Todos tenemos a la vista el amanecer. Pocos lo miramos. Todos tenemos la fortuna de ver una noche con claro de luna o noche con estrellas ( otras noches son con nublados). Todos al caminar nos encontramos en disyuntiva para decidir caminos. Todos enfrentamos las piedras. Y pocos encuentran la serenidad entre todo el caos. A eso aspiro.

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Mas están los miedos, como mounstruos fantasmales que nos aquietan, nos paralizan y no dejan que se avance en un sentido o en otro. Son necesarios para la prudencia sí que preserva la vida. Pero a veces en esa parálisis no nos dejan vivir de manera natural. Esas causas de dicha parálisis tiene diversos nombres, uno de ellos es el pecho, el qué dirán, y el terror asimismo de encontrarnos con el otro, que a fin de cuentas es un desconocido, una desconocida.

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Los mounstruos no existen si no se piensa en ellos. Lo contrario, nos tienen tomados como una tierra conquistada, un cuerpo conquistado, una alma conquistada. Y de allí es gloria o infierno nuestra vida. Por eso se celebran las coincidencias con almas gemelas.

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