Los temas (apuntes para principantes)

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Cuando se agoten los temas habrá que retirarse y quedar contemplativo a los sucesos. Será entonces que se acerque la muerte. Si bien es cierto que para escribir debe haber algo qué decir. También es cierto que el tema ausente estará allí agazapado, esperando que lo descubras, que lo invoques, que lo trates. No rehuirá, pero tampoco se pondrá allí de ofrecido, que el zalamero siempre queda mal. Entonces solo se mantiene a la expectativa. Y allí está.

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Si quieres escribir (todos pueden hacerlo) tendrás un motivo para hacerlo, algo que te empuje a tomar papel y pluma (es un decir, para muchos es la computadora) y empieces a contar algo que haya sucedido o no, pero que tenga una lógica de credibilidad que entretenga al lector. O en el caso de la poesía las palabras anden revoloteando en la cabeza como pájaros ciegos y perdidos, y empujen para salir ordenados o no, pero con ritmo, y con una lógica rota e incompresible para quienes la palabra tiene un significado único y de utilidad y solo puede combinarse con otras que representen el ideal de la lógica: Sandía roja por dentro y verde por fuera; piña amarilla por dentro, y la flor roja con hojas verdes y tallo café.

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Tener tema es maravilloso en el caso de la prosa. Y en todo caso se puede recurrir a los sueños, o a los recuerdos, y son fuente inagotable de temas para escribir. Siempre hay una historia que queremos contar. Una vez nos dijo Barbara Jacobs en Mérida que ella hacía ejercicios con temas muy conocidos por ejemplo cada una de las figuras de la baraja o de la lotería popular. Y a partir de allí iban saliendo textos que luego mandaba a revistas y se los publicaban. El escritor incipiente si es lector se da cuenta cuando le están saliendo bien las cosas.

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Los primeros textos por lo regular son autobiográficos. Allí anda uno recordando situaciones vividas en preescolar,  primaria, secundaria., prepa, universidad. Entre anécdotas de amistad, trampas que se le hacen a la vida, y el amor, con los primeros acercamientos al sexo opuesto, generalmente, porque hay otras variantes al parecer invisibles para la mayoría. Somos ciegos o nos pretendemos ciegos ante temas que en familia no se tocan ni con el pétalo de un prejuicio.

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Y poco a poco van saliendo páginas que al leerlas de nuevo a la semana de escritas sentimos que no es de nosotros por lo "bien" que nos salieron. Y andamos orgullosos de ello, y más porque a cualquiera que se las damos a leer nos dicen maravilla de esos textos armados en el entusiasmo y en la zozobra. Hasta que alguien avesado, lector y escritor se da cuenta de los fallos que tiene y a veces garrafales y nos hace observaciones. Esto sucede a menudo e los talleres literarios. Y vamos para atrás. Muy bien el entusiasmo, pero hay que seguir leyendo mucho, viviendo mucho y viajando lo más que se pueda.

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En los talleres litrarios se hieren mucho las pieles sensibles, y hay quienes deja de llegar luego de la primera experiencia. y hace bien, porque los TL no deben ser de muchas personas, cuando mucho diez, para que haya tiempo de revisar la mayor cantidad de textos. Y el que se queda a pesar de los comentarios a veces imprudentes, va conformando un sentido de pertenencia al grupo, y se da cuenta que con la mayoría de sugerencias, no todas, sus textos van mejorando a velocidad vertiginosa.

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Pero asistas o no a un taller literario (si pretendes, quieres, sueñas con ser escritor) lo importante es leer mucho y escribir lo más posible. Tanto se ha escrito, y tanto queda por escribir. Nunca se agotarán las posibilidades, porque si bien se dice que hay solo tres o cuatro temas, cada una tiene todas las aristas para enfocarlo desde el punto de vista personal. Amor, vida, muerte. Algunos le agregan otros, y es válido. Decía Efraín, un amigo ya fallecido: si quieres que tu texto narrativo tenga suerte tienes que meter alcohol y sexo (sudor y lágrimas). Pero siempre habrá una manera de decir las cosas. Si crees que es fácil, tu texto quedará siempre mediocre. Si crees que es difícil, entonces tendrás muros que te será difícil franquear.

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Busca esos cuentos para principiantes que han escrito varios grandes y medianos escritores y que llevan el pomposo título o parecido de "Consejos para los nuevos escritores. A veces los encuentras como decálogo o nombre semejante. O si te encanta la poesía, pues léela y olvídate de escribirla. Pero si no puedes olvidarte de escribirla entonces deja fluir libre tu pensamiento. Y que sean los versos que solos se parezcan en la hoja en blanco. No te preocupes por el ritmo. Porque lo hay o no lo hay en lo que se escribe. Sobre escribir poesía y a manera de ejemplo búscate algo que el escritor nombra de manera general como Ars (arte) poética. Y vas a encontrar allí algunas claves que solamente los iniciados (porque ya iniciaron, no porque sean muy buenos, no aún) podrán descifrarlas.

9

Yo no recuerdo cuándo escribí el primer texto. Sobretodo porque al convertirme en lector y verlo de nuevo lo rompí avergonzado. Pero seguramente fue sobre algunos amores eternos de secundaria, y de algunas peleas en mi barrio o a la salida de la escuela. Tipo Rayo Macoy, del paisano tampiqueño Rafael Ramírez Heredia (busca el cuento y léelo, te va a sorprender su modo de contar las cosas: "en esta esquina el Jaiiiibo Solís")  Porque precisamente trata de un boxeador primo mío que es muy bueno, y que se sorprende ante lo rápido de la fama y no la puede controlar, pero el estilo del Ramírez Heredia es tan impactante entremezclando situaciones, pasando de un tiempo a otro sin seguir la linea del tiempo, etcétera, que hace que lo ames el texto para siempre.

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Como te puedes dar cuenta, estimado lector, hoy salí al ring sin tema. Y he hecho unos cuantos rounds de sombra, solo por no dejar que esta mañana se vaya franca. Escribir no es ni fácil ni difícil. Solamente es.




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