Los ríos (o vuelves a mí)

 

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Los ríos no retornan. Su cauce  viene de lo alto de la montaña, viaja, y al final se une al vasto mar, que amoroso lo espera. Es su destino. Y en el trayecto suceden muchas cosas, entre ellos con los años el crecimiento de los pueblos en sus riveras, porque su agua significa paz y esperanza, sus peces, alimento, y su eterno movimiento, enseñanza para conformar filosofía de vida. No, las aguas de los ríos no retornan, como el tiempo.

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Y yo que de río vengo, a otros ríos he ido a parar. Desde el Norte inquieto y multiétnico, donde me zambullí en el Bravo o Grande, según del lado en que uno se encuentre, hasta los caudalosos Grijalva y Usumacinta en el sureste. Me he sumergido en ambas aguas. En uno por una razón y en los otros por otras. Pero el fin es el mismo. Constatar que todos somos ríos que a la mar de la nada vamos a parar. Y no hay retorno.

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El río Bravo del Norte, en gran parte es el límite geográfico acordado que separa México de Estados Unidos. Para ellos el nombre es Grande, aunque no es tan grande, y mas bien es río de de poca anchura. De hecho hay partes que se puede cruzar caminando entre piedras. Pero significa mucho, aparte de la importancia de ser límite, sino que su cruce es esperanza de muchos para cumplir el sueño americano. Ha sido muerte de muchos. Tanto que se ahogan por cruzarlo sin saber nadar, y aún nadando me dicen que es traicionero. Y es lugar donde echan cadáveres ejecutados en otras partes.

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De vez en cundo se miran cadáveres en su fluir hasta que quedan enredados en raíces salientes de árboles de su rivera. Quienes lo miran dan aviso a las autoridades. Luego lo sacan y saben de sus causas. Y al día siguiente ocupa un lugar en los periódicos. Sea desconocido o den sus datos consignados en alguna credencial. Siempre se da el caso de que los ahogados son personas pobres que buscan un futuro mejor. A veces son niños que iban con sus padres, y que ellos tuvieron que seguir. Y en muy pocos casos son personas ejecutadas.

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Hace muchos años las familias llegaban a alguno de sus playones formados al dar vuelta el cauce y quedar un espacio arenado y sus aguas bajitas que permiten el solaz de las personas. Principalmente para Semana Santa. Llegan las familias con todo lo que se necesita para pasar el día. Sus sandwich y refresco, una sandía para compartir, y otros todo lo necesario para la carne asada tradicional. No falta una guitarra y un acordeón. O cuando menos una grabadora, o la puerta abierta del carro con sus poderosas bocinas. Y a sacar polvo del baile, o echar polvo.

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En Tabasco en cambio los ríos forman parte de la rica diversidad que ha proporcionado la naturaleza. Se dice que el 70 por ciento del agua del país está en Tabasco y Chiapas. Y es evidente que es cierto. Tanto ríos, lagos, lagunas, arroyos, contienen dicha agua, de tal manera que cuando llueve por algunas horas, muchos de esos cuerpos de agua se desbordan y generan inundaciones. Pero antetodo los ríos son vida, porque alimentan con su variedad de peces y proporcionan el agua que se utiliza en todo lo necesario para lo cotidiano.

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En Tabasco había más cultura del agua, por la densidad de los ríos que desbordan. Los viejos sabían qué semanas del año eran proclive a que sucediera este fenómeno natural (cabe aclarar que por Tabasco pasa mucha agua que viene por ríos cuyo origen es en los altosde Chiapas. Cuando allá llueve, se mira cómo aumenta el caudal de los ríos en su paso por Tabasco). Entonces se preparaban con comida no perecedera y tenían construido un tapanco donde pasaban dicho temporal. El tapanco es una construcción como piso medio en la casa, de tal manera que en tiempo de seca sirve de bodega y en tiempo de inundación sirve para que allí duerman las personas y suban algunos animalitos como gallinas y pavos.

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Yo a veces me siento a la orilla del río y me pongo a pensar en todo lo que se vive en esa relación río-gentes. Y es tanto lo que ignoro y mucho lo que imagino. Una relación amorosa y de rebeldía en sus desbordes, porque finalmente incomoda y trastoca la vida cotidiana de las comunidades rivereñas. Pero en tiempos normales es relación amorosa porque se ve fluir el agua y permite la reflexión de nuestros orígenes. Ya no de las generaciones recientes en nuestros antepasados, sino en el origen de la vida y su evolución. 

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Se dice que los ríos tienen memoria. Que el agua tiene memoria. Y es una expresión que refiere al hecho que al desbordarse busca los lugares bajos, pero en las ciudades muchos lugares bajos fueron rellenados, lo que hace que el agua busque otros lugares, o se construyó precisamente en dichos lugares bajos y entonces puede suceder que en cinco o diez años no pase nada. Pero de pronto se vienen unas lluvias abundantes con su aguajeral desmedido y todo se inunda como una novedad que no lo es. Entonces los viejos que vieron los rellenos de espacios donde ahora están Sorianas, Chedrauis, y otros, miran y sonríen y expresan: "el agua tiene memoria, sabe por donde es y era su lugar". 

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Y hay otros ríos. El de nuestra sangre que fluye en las venas. Y hay otros ríos que tienen su propio cauce, como cuando hay risas, cuando ríes. Dice el cantautor Napoleón:  "Vuelves con la corriente. Porque no hallaste río como el mío/ Pero soy río creciente y en otros mares yo me vacío..." tan, tan. 

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