De Catulo
Príncipes jóvenes, emperadores ricos
y mullás divinos, me pretenden,
dijo ella orgullosa y superior
A mí, mozas esclavas, cocineras sonrientes
y barrenderas lectoras,
todas ellas de cuerpo turgente
y de alma generosa, contestó él, ufano.
Se miraron a los ojos, como un espejo
Y, sonriendo, se besaron
(Versión José Emilio Pacheco)
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