De concursos y cosas mejores (Decía Catón: De política y cosas peores)

De concursos (O se incendia el cielo en el poniente)
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Leo la convocatoria emitida por las autoridades de Mérida, para el concurso internacional de poesía 2021. Y podrán participar solamente escritores radicados en México, Venezuela y España. ¿Por qué de estos tres países? Porque estos tienen cada uno una ciudad que se llama precisamente como la blanca Mérida.
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No sé si esta vez también haya concurso de cuento, no me ha llegado la convocatoria. Yo recuerdo que allá por principios de los 90s participé en cuento. Uyyy, ya llovió. Y obtuve una honrosa mención honorífica, que junto con el aviso me llegó la invitación para asistir al evento de premiación, que no fui, y a los dos o tres meses me llegó un lindo reconocimiento tamaño póster, muy bien diseñado y firmado por la entonces presidente municipal, Ana Rosa Payán.
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Hay escritores que detestan los concursos. Hay otros que los desean y esperan. Estos andan a la caza de las convocatorias. Y los otros se refieren a los concursos de manera peyorativa. Cada quien tiene su parte de razón. Hay jugosos premios, casi siempre, de acuerdo el nivel al que se convoque: municipal, estatal, nacional e internacional. En todo caso es la obra la que se defiende sola al momento de que es pasada por la criba del lector. 75 mil pesos único pagará al ganador este concurso.
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Hay que saber perder, porque se sabe ganar, dicen. Conozco muchos escritores que pierden y le echan la culpa al jurado, que a veces efectivamente reconoce en los textos concursantes con seudónimo a uno de sus protegidos, y los impulsa a quedar en lugar primero. Pero eso lo dicen quienes pierden. Lo destacable, y sería noticia es que el ganador denunciara que el jurado falló a su favor porque le conoce. Pero solo de pensar en los 75 o 100 mil pesos, no dice nada e invita a cenar al amigo que fue invitado al jurado.
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Pero cada quien habla de como le fue en la feria, dicen. Por cierto, en la feria de 1988, Tabasco, obtuve en narrativa el segundo lugar, y en poesía mención honorífica. El primer lugar de narrativa fue Miguel Ángel Ruiz Macdonel. El jurado de narrativa eran nada más y nada menos que Andrés González Pagés, Fernando Nieto Cadena y Efraín Gutiérrez, reconocidos escritores, a quienes yo solo conocía de vista. Y en esa ocasión había premio en económico hasta el 3er lugar, para motivar a las participaciones.
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Días antes del resultado, coincidí con Efraín en una mesa de cafetería céntrica y al aire libre en Villahermosa (también vendían cerveza). Alegre y dicharachero como era, escuché que dijo que había sido jurado de los concursos literarios de la feria. Yo no dije nada. Mas noche nos invitó a su casa, que vivía en un departamentito al que él le llamaba palomar, por estar en la parte alta de un edificio de apartamentos, y se llegaba allí ascendiendo en escalera de caracol, era cerca de allí de donde estábamos, Pedro C. Colorado, la calle, creo.
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"Yo participé en ese concurso", le dije ya en su casa, y algo más alegres todos. "¿Cómo te llamas tú?", soltó. "Antonio Solís Calvillo", dije trémulo. "Ah, tu nombre me suena. Ve por unas caguamas, y te adelanto si quedaste. o no", prometió. Fui por el encargo motivado por ese "tu nombre me suena". Yo no lo conocía a él más que de vista. De regreso me confió: "sacaste un lugar, pero no recuerdo cuál", dijo y sonrió con fuerza. Yo me quedé alegre con esa posibilidad. A los dos días leí en los periódicos que había sacado el segundo lugar, con mi conjunto de textos "Las malas compañías".
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Como éramos asiduos los aprendices junto con los escritores y artistas plásticos a esa cafetería céntrica conocida como La Alianza Francesa, como dos meses después coincidí en mesa con Fernando Nieto Cadena, poeta ecuatoriano que radicó hasta su muerte en Villahermosa, y fue coordinador de la red de Talleres literarios de Tabasco. A la tercera cerveza me atreví, trémulo igual: "Maestro Don Fernando..." Y él reviró rápido: "Para empezar muchacho imberbe no me digas maestro... dime solo Fernando". "Oiga Fernando, fíjese que yo gané 2o lugar donde usted fue jurado de narrativa". "¿Cómo te llamas?" Le dije mi nombre: "Ah, ya. Escribes mal, construyes mal tus ideas, utilizas mucho el hipérbaton, como defecto, pero se ve que tienes madera para escribir en el futuro buena literatura", me soltó con su voz nasal. Se tomó él dos cervezas más y se retiró. Y yo me quedé entusiasmado con esas palabras.
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Me gustaría que me publicara mi estado natal, Tamaulipas. A veces me piden textos para publicar. Y solo una vez participé, hace como diez años, en un concurso literario convocado por esa bella entidad. Y no tuve noticia nunca de nada. El silencio es también noticia: un participante más.
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Por eso las convocatorias son claras: "el resultado que emita el conocedor jurado es inapelable". Y hay un punto que le agregan que literalmente me imposibilita participar: "los textos deberán ser inéditos, y por tanto, no publicados por cualquier medio, incluyendo el internet. Y entonces allí sí que "tuerce la puerca el rabo", porque en mi caso todo lo que escribo lo publico en la red. Así que mi premio es el "like", y conformista con eso me conformo. Me dice una amiga: "debes saber que muchos te otorgan el "like" aunque no te lean". Mi respuesta: "No le hace que leaunque", como dijo en una canción Chico Ché, el más conocido de los músicos tabasqueños, ya fallecido. "Que al cabo que conque".
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Para los que no lo saben. El nombre de Chico Ché le viene porque en Tabasco a los Francisco les dicen Chico, y a los José Chepe. Que sería entonces Chico Chepe, solo que sonó mejor como nombre artístico el José con la primera sílaba.
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En el primer año o segundo qué estaba ya trabajando en Tabasco, participé con unos dizque poemas. Sería 1981 u 82. Yo había quedado sorprendido por los crepúsculo tabasqueños de mucho naranja y rosa, y la llegada a las 6 de la tarde en octubre de los zanates a los árboles ficus qué tenía la plaza de Jalpa. Y así recuerdo vagamente qué iba uno de esos textos: "se incendia el cielo en el poniente". Me dan risa. Es decir, me alegran.
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Volviendo a los concursos de belleza literaria. Más allá de los pros y los contra de los concursos, de que si se participa o no, lo importante es que cada escritor cada vez escriba mejor, y para eso debe leer mucho. Clásicos y no clásicos, pero reconocidos como lo mejor de la literatura universal. AH, y escuchar a las personas, que siempre serán prospectos de obras por sus tribulaciones y fracasos que les suceden en la vida diaria.
*Me ayudas mucho si compartes este texto. Lo agradezco de antemano.

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