Mírate desde fuera

1. Intenta separarte de ti. Dirás que estamos locos, pero no. Separarte es ir afuera de ti y mirarte en tus movimientos. Capaz que hasta puedes saber lo que piensas sintiéndote otro que se asoma a tus pensamientos y te descubre. Recuerda que nuestros ojos solo miran hacia afuera. Eso es común. Entonces para reconocerte en tus rasgos necesitas mirarte a un espejo. Mas solo el que sale de sí y logra mirarse como un extraño, realiza la autocrítica y mejora.

2. Lo demás es ser el Narciso de siempre, quien considera equivocado a los otros, el que encuentra fallas en todos los demás, equívocos que a la postre resultan suficientes para considerarlos menos, loco, deschavetado, pero ante todo falto de razón, y más directo, irracional. El Narciso siempre tiene la razón.Y si no, se enfada, hace berrinche, casi se le saltan los ojos del enojo y entonces violentamente la arrebata. 

3. Ve a un parque. Y siéntate en una banca donde puedas mirar todo lo que sucede a tu alrededor. Unos niños correteando. Unas ardillas que suben y bajan de los árboles. El fluir del agua del riachuelo. Y otros viejos sentados como tú. Ahora despréndete de ti. Y mira como otro. Y mira a quienes están sentados en la banca donde tú ahora estás. Y critícalo fuerte. Sabrás de su congoja, de su nostalgia, de su esperanza. Y es entonces que puedes regresar a ti, y sientes como todo cambia. Miras de otra manera a quienes te rodean.

4. De vez en cuando platica con un indigente. Y escúchalo en sus quejas, en sus cuitas, en sus pareceres. Y fíjate bien en lo que coincides. Date cuenta que traes pegada a ti una máscara que te permite soportar la vida. Y en el fondo quisieras ser ese indigente. Sin más preocupaciones diarias que comer, beber, leer y escribir. Y cada día un nuevo amanecer. Y guiñarle un ojo a la vida que no se detiene.

5. Salte de ti. No es fácil, ni difícil. El yo se siente victorioso aún ensu derrota, aún en su abandono, porque te tiene sujeto a su yunta. Y así vas, caminando, sintiendo que la virgen te habla ante la pobreza, deseando la comida de los otros, el vestido de los otros, la casa de los otros. Salte de ti. Es buen ejercicio para encontrarte. Claro, si te buscas. Empieza de nuevo cuando sepas quién eres tú: ser vivo que va a su muerte. Y entonces vivirás cada instante con más conciencia de los otros y de lo fugaz de ti, del yoismo.

6. Querer que quieras, no es una frase publicitaria. Ni tampoco romántica. Es un anhelo de sueño. Lo que se vive está dentro y fuera de nosotros. No somos más que parte de un conjunto. Y el engaño es que esa parte somos nosotros, la individualidad. Y no. Querer que quieras es reconocerte parte de ti, reconocerte parte de mí. Como un nosotros. Un bosque donde cada árbol es necesario. pero no imprescindible.

7. Barniz de ideas no es pensarte para ser. Tampoco es el maquillaje de ocasión. Pueden ser palabras rimbombantes, huecas, vacías. Que no significan movimiento, sino estanque, pantano. No el que piensa más llega primero. No el que produce mil ideas por hora es el más inteligente. Si la hormiga hace su parte. Y la rana salta y es la maravilla. Y el cometen construye sus altas ciudades, intrincados laberintos. No adornes tu idea. Que se muestre tal como somos. Efímeros y audaces. Lo fugaz es lo que realmente somos y por tanto permanece.

8. Sal de ti. No de sal, sino de salir. Y no está mal sal de sal. Lo del origen precisamente es la mar. Por eso las lágrimas y el sudor con su sal. Y fuera solo así lo que fuéramos, sal de mar. Pero aquí refiero a sal de salir de uno mismo. despegarnos lo suficiente. Para mirarnos. Pero no tanto que ya no volvamos. Ya llegará el día. No desesperemos. pero mientras somos y estamos, es necesario despegarnos como en sueños, para mirarnos en desapego. Y aprender a distanciarnos de lo que no somos, aunque nos reconciliemos. Como esos sueños cuando nos soñamos a nosotros mismos.

9. "Almirante, aquí estoy". "Verdugo, aquí estoy". Siendo el final, ante alguno de los estaremos para hacernos presente. Y quisiéramos que volteara a vernos aún en ese instante. Y es probable que sean personajes creados por nuestra imaginación colectiva. Creados por ese espíritu universal del ue formamos parte. Y aún así, ese personaje creados por nosotros mismos, y nos enteráramos con cierta sorpresa, o confirmaremos la sospecha, que esos personajes a la vez somos nosotros mismos. Alirantes, capitanes, pero también verdugos. Que activamos un cielo o un infierno. Una guillotina o el barco más resistente a los vientos huracanados del amr. Y lo subimos solo al final.

10. Por eso mírate desde fuera de ti. Despréndete para mirarte. Y quizá, si lo haces, te des cuenta desde ahora que eso has sido siempre. Capitán de tu vida (no arquitecto, poetas), sino capitán de ti mismo. Y también verdugo que autoflagela. Si entonces te tiras cuenta, sería más firme tu mano en el timón con una visión clara de la ruta a seguir, y menos flagelante de ti mismo.

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