Un nombre

1. Trato de escribir un nombre y no me sale. Por más que lo intento. Del pensado al escrito me doy cuenta que hay mucho trecho. Y no es broma. Todo lo demás lo escribo bien. O medianamente bien. Pero un nombre trato de escribirlo. Y nomás no. Sí sea tu nombre en el cielo como en la tierra. Solo que no puedo dejar testimonio del que siendo es. Y solo es un nombre.

2. Bueno, no solamente es un nombre. Es una historia completa. Si fuera solo un nombre, sería tan sencillo. Como abrir el diccionario de los nombres y escoger uno al azar. Sea este o el otro. Y listo. Pero no. Ese nombre que no puedo escribir es todo un universo. Es todo un tiempo. Es un plural activo. Como decir los mil y un nombres en uno solo. Es como decir amor y esperanza. Quizá por eso me es imposible.

3. No puedo escribir un nombre. Pensado y más que pensado es su condición. Iluminado e iluminador, radiante. Permanece vigente a pesar del cedazo del tiempo. A pesar de la rutina. A pesar de la indiferencia. Y sigue como si nada. Solo que no lo puedo escribir, por más que lo intento. Que si es adrede. Que es mentira esa imposibilidad. Que es censura o autocensura. Y es solo un nombre. Solo uno. Y no cualquiera.


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