Jala, muerte

 1.  Casa Alebrijes se vistió de fiesta porque este noviembre, como ya desde hace varios años, se vistió de muerte. Fue ayer sábado de tarde y parte de la noche. Se ambientó con efectos artificiales de frío y lluvia, tan bien que parecía natural el clima. Con un altar con la foto de la bella Cecilia Priego, que nos dejó solos al entrar este recién octubre pasado. Cabronaza la muerte.  Oportunista e inoportuna la flaca. Siamesa de la vida. Inoportuna con los jóvenes. 

2. Parafraseando al poeta "yo te bendigo muerte, porque nunca me diste ni esperanza de vida eterna, ni permanecer por siempre", que ya bien reflexionado, sería aburrida después de 120 años, es un decir, pero todavía lo sostengo. ("¿Y qué pasa si hoy me muero?" Nada. Nos entierran. Quizá una esquela en las redes sociales, con algunos corazoncitos, sorpresa o likes. Y luego nos olvidan. Así de simple.) Y una catrina bella, de unos 45 centímetros adornaba el ambiente. Fue elaborada por Jaqueline Benito, y la hizo dentro del taller coordinado por la anfitriona Delia Cantoral (que no aparecía en escena porque estaba vigilando el cocimiento de los tamales). Bien hecha, una calavera bella, un cuerpo escultural (es escultura) y una falda tabasqueña pintada con toda la significación maya- yokot'án.

3. Y las calaveras vivientes Alebrijes empezaron con la fiesta de la palabra. Bellos y sorprendentes textos de los talleristas de la Cueva, e invitados que dieron realce al evento. Textos de narrativa y poesía. Inició Jaqueline Benito con palabras sentidas a la muerte, quien además llegó disfrazada de catrina. Como para dar sentido al evento,  introducción al tema. Y luego vino Juan Carlos Guzmán, con un poema y un cuento inédito con final sorprendente. Este "Ronco y Horacio".

4. Andábamos con las prisas por el tiempo asignado:"terminar a más tardar a las 6:15", indicó Jaime. La tercera llamada para las lecturas la hicimos a las 4:30. Y en la lista eran no pocos lectores, cuya selección de orden al frente se hizo bajo sorteo arbitrario. Confieso, lo sorteé en mi mente. Y así fueron apareciendo, alternando invitados con talleristas. Siguió Johan Barrera, con una epifanía relacionada lo que es la muerte, lo que viene con ella y la estela que deja a su paso. Y luego nuestra estimada Rosy Pérez, poeta y promotora cultural con poemas propios y un fragmento de "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos". Enseguida pasó Érika Rodríguez Padrón, poeta, catrina, tictoquera y rapsoda, quien de su autoría leyó poemas declamados: Mictlán e inmortal. Yo esperaba leyera las calaveras que el día 2 había publicado. Pero no. Afuera llovía. Y se deseaba el café.

5. Afuera la lluvia intermitente. El frío como de 18 grados. El viento traía y llevaba el olor a los tamales y champurrado que tardaba (digo, tardaba por el hambre propia). Con el paso de los minutos la sala se iba llenando más y más por la siguiente actividad de cuentacuentos, con los participantes y familiares. 

6. Nora Balleza de Gea, catrina toda, leyó dos cuentos. Uno de ellos, "Hoguera de recuerdos", que la trama te va llevando hasta culminar con un final de animalitos que se percibían personas. Asimismo leyó del más allá un texto de Jass Ramos. Luego pasó al frente la valiente y entusiasta Kristel Hernández, con el relato "Luz". Bien escrito, bien llevado entre la sombra y la luz, los presentimientos, los presagios y las apariciones, propias de estos días de noviembre. Es su primer texto. Y luego pasó Fidencio Ramos Díaz con su narración de "Una noche y veinte flores", con dominio de la charla de los personajes y las descripciones del ambiente. Además con una muy excelente sintaxis y pronunciación.

7. Yo miraba los rostros de todos los asistentes, entre público y participantes. Me detenía en el tiempo, como si fuera una fotografía con movimiento. Como si los viera a todos ellos veinte, treinta y cincuenta años después. Yo hacía mi autojuego de imaginación para estar en el ambiente. ¿Quiénes están vivos, quiénes muertos? ¿Qué pasará dentro de 100 años. Uy, ni se diga, del polvo enamorado quedará solo el amor, concepto que sobrepasa el tiempo sin origen ni fin. En primera fila muy atento, Diosdado Virgilio Fuentes, académico y escritor. "Aquí un sexto lector", dijo luego de escuchar los cuentos, ante la expresión de Nancy "mis cinco lectores".  

8. Edy Barrera me había preguntado sobre qué sabía yo de publicaciones. Y por lo regular mi respuesta de broma es que hay qué preocuparse por escribir no por publicar, pero me recuerdo en esa edad en la que yo soñaba, dejaba, anhelaba  publicar, no por escribir con disciplina y mejor. Y le comenté que se puede autpublicar pagando a una editorial, y que se pueden pedir 10, 20, 30 ejemplares, no como antes que imprimían si el pedido mínimo era de 500 y, aparte que el escritor invertía buena lana, se quedaba con la cantidad grande d libros. "Ahora hasta en Amazon se puede imprimir de manera gratuita",  le dije; "pero hay qué invertir en corrección de estilo, para que sea una publicación decente", terció Diosdado, autor de varios libros, entre ellos: "Superando la obesidad y el sobrepeso" y "La universidad patito", entre otros. 

9. Sigo con el recuento. Pasó nuestra amiga Dulce María Burgos, directamente desde Tenosique. Nos leyó un poema y un relato que le contaron: "La costurera", y que lo rescata embelleciéndolo con las herramientas de la literatura. Paola Tejada presentó a "Doña Cachito", bien armado texto, con imágenes asimismo bien construidas. Isaías Álvarez nos deleitó con el cuento "El agricultor de las calabazas". Y cómo no sentirse contento de ver crecer a los y las talleristas, mejorando cada vez más en sus textos. Digo talleristas, pero debo decir escritores. ¿Qué sigue con ellos? Sugerirles que sigan leyendo mucho, viviendo mucho -fijándose en los detalles de lo cotidiano-sorprenderse ante las maravillas de la vida y escribir lo más que puedan. Sé que es un consejo trillado. Pero me emociono al escucharlos.  

10.Ya sobre el tiempo, leí "Las tres muertes de Antonio", cuyo original fue en blanco y negro en mis sueños, me lo reveló y obsequió la diosa Morfema. Sí reitero, en sueños. Resumen breve: Antonio se encuentra en el cielo, para su grata sorpresa, con Joan Manuel y Joaquín Sabina, dos de sus cantantes favoritos. Pero los tres quieren ir al infierno, porque allá es pura pachanga las 24 horas del día eterno. Así que urden una estrategia para que los manden a la vida, morirse de nuevo y recalar en el infierno, luego allí los expulsan por pedir condiciones especiales como aire acondicionado, etc". De eso trata.

11. Y cierra con broche de oro el anfitrión, Jaime Ruiz, de pródiga memoria. Lo mismo dice sin leer poemas propios y de otros, que lee de manera suave, como repartiendo abrazos a los amigos y amigas. Recordó de entrada, para invitar a su lectura, a textos de escritores tabasqueños que hablan de la muerte, Teodosia García, Efraín Gutierrez (con "Retratística de muertos"y "Relación de muertos", en el que uno de los textos dedica y somete como personaje principal de uno de los cuentos al maestro Antonio), y José Carlos Becerra. De Vicente Hudobro leyó, de un libro que ama mucho y que solo llegaron tres a Villermosa, yo uno, él tiene otro, "Soy una flecha que grita". Y asimismo leyó uno de sus poemas inéditos.

12. Se cierra el telón y se abre el telón imaginario. Inicia la actividad de cuentacuentos de niños y adultos. Participaron Gibran Delfin, Laura Díaz, Laura Sierra, además de las niñas y un niño. Pero ese es material para otra crónica (próximamente en este cine). Ah, cómo no dejar asentado que hubo sabrosos tamales y champurrado, que repetimos ración, con la confianza de estar en Casa Alebrijes, de los buenos Delia y Jaime. Un abrazo. 





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