Gracias

1. ¿Cómo anunciar la sesión del taller literario de este sábado? Me hice la pregunta sabiendo que sería no solamente la última sesión de este casi agonizante 2023, sino en esa ubicación, atrás del Parque Los Pajaritos, en calle Hidalgo 204, donde fue la Casa Refugio de la Luna, y desde hace siete años La Casa de los Alebrijes, donde Jaime Ruiz, Delia Cultural nos reciben con el corazón a cielo abierto. Entonces me puse a buscar una foto de golondrinas, y con un fragmento de Bécquer, en el poema "Volverán las oscuras golondrinas tu balcón sus ventanas a tocar..." Porque yo sabía que será la última vez que nos abracen esas coloridas paredes de una casa vieja donde nació Norma Cárdenas, promotora cultural. Me repetí como dice el meme: "cuando vaya a ser la última vez, no diré nada, pero habrá señales. Y adónde irán, veloz y fatigadas, las golondrinas, que de aquí se van..."

2. Y dentro de las múltiples actividades, lugar de referencia de actividades culturales y artísticas en el centro de la ciudad de Villahermosa, en Casa Alebrijes ha estado funcionando el taller literario "La Cueva de los Alebrijes", iniciado por nuestro amigo Luis Alonso Fernández, quien lamentablemente nos dejó en 2020, y dejó la batuta o posta para continuarla, que en este caso recibí la invitación de Jaime y Delia, quienes me habían invitado a platicar, y casi como si fuera antes de que me hicieran la invitación les dije, "Sí", seguro de lo que representa una vez a la semana llegar a escuchar y platicar sobre textos literarios, pero sobretodo sabiendo que se requiere motivar, alentar para que las personas que quieren escribir sigan escribiendo y leyendo (por sobretodo).

3. Luna nos espanta cuando se acomoda debajo de la mesa. Allí se está quieta escuchando sobre construcción de textos, metáforas, adjetivos que matan cuando se exagera en ellos, o hiperbatones que siendo recurso literario, a veces quedan como errores cuando no son adrede, y comas que van en otra parte y acentos que se quedaron en la máquina o en la copiadora y no llegaron al texto, entonces, cuando se da cuenta que los errores persisten, como que se incomoda, y se mueve y nos asusta, y sala de debajo de la mesa y se acomoda a ver pasar transeúntes en el quicio de la vieja ventana de esta vieja casona.

4. Ha sido una dicha ese conjunto de sábados que hoy cierra un ciclo en esta ubicación. Me ha permitido conocer personas maravillosas como talleristas. Algunos no volvieron porque se fueron a estudiar a otras ciudades, otros por otras razones y no dudo que otros no volvieron porque pensaron que había fórmulas de escribir literatura sin leer, o que allí escribirían sus obras en ese espacio de Alebrijes y algún otro no regresó porque se sintió mal que se tocara con el pétalo de la sugerencia a sus textos, de los que sus amigos y familiares no lectores les habían asegurado que estaban muy bonitos. Esto es normal. Pero hay un grupo de asiduos que alegran cada sábado, y a todos les doy gracias. Porque además seguiremos, lo sé.

5. Cuando están leyendo en silencio lo que el tallista autor leyó previo en voz alta, me detengo a mirarlos. Y me pregunto ¿qué motiva al ser humano a realizar esas actividades de escribir, de leer, trasladándose en mente a los mundos que la imaginación o experiencias van creando? Y mi hipótesis es porque tienen necesidad de sostenerse comparte de la humanidad, vibrando con las ideas y palabras, riendo en la comunión, vibrando a un ritmo que solamente las artes pueden lograr para elevarnos por sobre la medianía. pero sobretodo porque hay amistad hacia los demás asistentes y amor por la palabra que por ahora solo puede ser humana.

6. En el taller literario la regla es que no hay reglas. Que el pegamento de unión es querer escribir mejor. De allí aparte, ni falta ni retardo se destaca, ni ausencia de semanas se señala, se vuelve como si nada, y tampoco se espera diploma o calificación. Y la satisfacción está en permanecer unidos, a pesar de las diferencias culturales, o precisamente por ello, porque la diferencia conforma el taller, si no qué aburrido. Y sí, uno tiene que reiterar que la lectura es urgente, por lo necesaria para escribir mejor. Y que además aunque nos llegue a ser escritor, mejorar en ser lectores y escribir mejor nos ayuda en todo tipo de campo en el que uno se desempeña. Y dicen que sirve para enamorar. No lo sé. O más bien, no lo aseguro. No creo falsas expectativas al respecto.

7. Pero decía que esta será la última sesión en Casa Alebrijes, porque el lugar ya no será posible habitarlos con la alegría y entusiasmo propio de los creadores. Porque se ha vendido el local. Y uno se habitúa a caminar por esas calles aledañas sea para llegar al domicilio citado de Casa Alebrijes, o para retirarse con satisfacción luego de una actividad en la que se participó. Porque es cierto que nos agarra la plática de tal manera que ni nos queremos despedir. Y en el caso del Taller, si no hay otra actividad, la plática sigue, hasta que, luego de tres o cuatro despedidas, y ya en la banqueta, nos despedimos por "n"ésima ocasión, y ahora sí, cada quien a su casa, rota la taza.

8. Dos años se dice poco (del taller literario). Ocho en total de Casa Alebrijes. La llama sostenida por los locales y los visitantes en ese lugar ha resplandecido. En la oscuridad si una luz de luciérnaga se nota, con mayor razón el conjunto de lucesitas. Las risas lo son. Las palabras lo son. El movimiento del baile. Las historias construidas en los cuentacuentos y el stand up. La presentación de libros. Las lecturas públicas. Las obras de teatro. Los talleres. Las canciones lo son. Los poemas declamados lo son. La plática de bohemia lo es. Todo ello es una flama que ha sido sostenida sostenida por otras generaciones. Y cuando no estemos serán otros. Y Casa Alebrijes ha sido en esta ubicación y lo seguirá siendo en otra, pronto, un lugar donde las almas encendidas se cargan de combustibles, y las almas por apagarse se encienden nuevamente. Perdonen lo cursi.

9. Olvidar nombres es vergonzoso. Por eso no menciono los de los talleristas. Los que están y los que estuvieron. Porque hay otros nombres asimismo, de quienes nos han visitado. Y otros amigos y amigos que han venido de otros lugares a compartir con los tabasqueños lo que ellos hacen en teatro, contar cuentos, fotografía, literatura, artesanía, arte, etc. Nos han enriquecido con su manera de ver la vid y contorno de sus experiencias, de su disciplina, de sus primeros acercamientos con el arte, de los obstáculos que han superado, de los retos asumidos, etc. Y nos han hecho partícipes de sus sueños y anhelos. Gracias a todos ellos.

10. Cerrar este texto con la palabra gracias es muy simple. Pero sí, gracias con el alma y corazón. A ti, Delia, a ti, Jaime. A ustedes por esos abrazos que transmiten paz y armonía. A Luna por ejercer de crítica en el taller literario, que repito: no le gusta un texto y se quita, y se va al interior de la casa. O se queda en el quicio de la ventana mirando pasar el tiempo. Y de pronto la veo mirando a lo alto, nostálgica, las golondrinas que alzan el vuelo desde el tejado derruido de una casa abandonada que se alcanza a ver desde esta ventana. Y escucho desde mi mente unas líneas de José Alfredo, "Yo quisiera saber qué se siente tener millones y millones, si tuviera con qué, comprara para mí otros dos corazones..." Gracias.


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