Alebrijes celebran a la muerte

 Casa Alebrijes de Villahermosa se vistió de fiesta con la muerte porque es noviembre, y celebró su Festival de palabras como ya desde hace varios años. Fue el sábado 4 pasado. Se ambientó con efectos artificiales de frío y lluvia, tan bien que parecía natural el clima. Con un altar con la foto de la bella actriz Cecilia Priego, que nos dejó solos nomás entrar octubre pasado. Cabronaza la muerte.  Oportunista e inoportuna la flaca. Siamesa de la vida. Inoportuna con los jóvenes. 

Una catrina bella, de unos 45 centímetros adornaba el ambiente, en el centro del escenario. Fue elaborada por Jaqueline Benito, y la hizo dentro del taller coordinado por la anfitriona Delia Cantoral (que no aparecía en escena porque estaba vigilando el cocimiento de los tamales). Bien hecha la calavera bella, un cuerpo escultural (es escultura) y una falda tabasqueña pintada con toda la significación maya- yokot'án.

Y las calaveras vivientes Alebrijes empezaron con la fiesta de la palabra. Bellos y sorprendentes textos de los talleristas de la Cueva, e invitados que dieron realce al evento. Textos de narrativa y poesía. Inició Jaqueline Benito con palabras sentidas a la muerte, quien además llegó disfrazada de catrina. Como para dar sentido al evento,  introducción al tema. Y luego vino Juan Carlos Guzmán, con un poema y un cuento inédito con final sorprendente. Este "Ronco y Horacio".

Andábamos con las prisas por el tiempo asignado:"terminar a más tardar a las 6:15", indicó Jaime. La tercera llamada para las lecturas la hicimos a las 4:30. Y en la lista eran no pocos lectores, cuya selección de orden al frente se hizo bajo sorteo arbitrario. Y así fueron apareciendo, alternando invitados con talleristas. Siguió Johan Barrera, con una epifanía relacionada con lo que es la muerte, lo que viene con ella y la estela que deja a su paso. Y luego nuestra estimada Rosy Pérez, poeta y promotora cultural con poemas propios y un fragmento de "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos". Enseguida pasó Érika Rodríguez Padrón, poeta, catrina, tictoquera y rapsoda, quien de su autoría leyó poemas declamados: “Mictlán” e “Inmortal”. 

Afuera la lluvia intermitente, y yo deseaba café. El frío como de 18 grados. El viento traía y llevaba el olor a los tamales y champurrado que tardaba (digo, tardaba por el hambre propia). Con el paso de los minutos la sala se iba llenando más y más por la siguiente actividad de cuentacuentos, con los participantes y familiares. 

Nora Balleza de Gea, catrina toda, leyó dos cuentos. Uno de ellos, "Hoguera de recuerdos", que la trama te va llevando hasta culminar con un final de animalitos que se percibían personas. Asimismo leyó del más allá un texto de Jass Ramos. Luego pasó al frente la valiente y entusiasta Kristel Hernández, con el relato "Luz". Bien escrito, bien llevado entre la sombra y la luz, los presentimientos, los presagios y las apariciones, propias de estos días de noviembre. Es su primer texto. Y luego pasó Fidencio Ramos Díaz con su narración de "Una noche y veinte flores", con dominio de la charla de los personajes y las descripciones del ambiente. Además con una muy excelente sintaxis y pronunciación. 

En primera fila muy atento, Diosdado Virgilio Fuentes, académico y escritor. "Aquí un sexto lector", dijo luego de escuchar los cuentos, ante la expresión de Nancy "mis cinco lectores".  

Edy Barrera me había preguntado sobre qué sabía yo de publicaciones. Y le comenté que se puede autpublicar pagando a una editorial, y que se pueden pedir 10, 20, 30 ejemplares, no como antes que imprimían si el pedido mínimo era de 500 y, aparte que el escritor invertía buena lana, se quedaba con la cantidad grande de libros. "Ahora hasta en Amazon se puede imprimir de manera gratuita",  le dije; "pero hay qué invertir en corrección de estilo, para que sea una publicación decente", terció Diosdado, autor de varios libros, entre ellos: "Superando la obesidad y el sobrepeso" y "La universidad patito", entre otros. 

Sigo con el recuento. Pasó nuestra amiga Dulce María Burgos, directamente desde Tenosique. Nos leyó un poema y un relato que le contaron: "La costurera", y que lo rescata embelleciéndolo con las herramientas de la literatura. Paola Tejada presentó a "Doña Cachito", bien armado texto, con imágenes asimismo bien construidas. Isaías Álvarez nos deleitó con el cuento "El agricultor de las calabazas". Y cómo no sentirse contento de ver crecer a los y las talleristas, mejorando cada vez más en sus textos. 

Ya sobre el tiempo, leí "Las tres muertes de Antonio", cuyo original fue en blanco y negro en mis sueños, me lo reveló y obsequió la diosa Morfema. Sí reitero, en sueños. Resumen breve: Antonio se encuentra en el cielo, para su grata sorpresa, con Joan Manuel y Joaquín Sabina, dos de sus cantantes favoritos. Pero los tres quieren ir al infierno, porque allá es pura pachanga las 24 horas del día eterno. Así que urden una estrategia para que los manden a la vida, morirse de nuevo y recalar en el infierno, luego allí los expulsan por pedir condiciones especiales como aire acondicionado, etc". De eso trata.

Y cierra con broche de oro el anfitrión, Jaime Ruiz, de pródiga memoria. Lo mismo dice sin leer poemas propios y de otros, que lee de manera suave, como repartiendo abrazos a los amigos y amigas. Recordó de entrada, para invitar a su lectura, a textos de escritores tabasqueños que hablan de la muerte, Teodosia García, Efraín Gutierrez (con "Retratística de muertos"y "Relación de muertos", en el que uno de los textos dedica y somete como personaje principal de uno de los cuentos al maestro Antonio), y José Carlos Becerra. De Vicente Hudobro leyó, de un libro que ama mucho y que solo llegaron tres a Villermosa, yo uno, él tiene otro, "Soy una flecha que grita". Y asimismo leyó uno de sus poemas inéditos.

 


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