La eterna instantánea

Libro La eterna instantánea 

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"Se lo manda mi papá", me dice Ángel, el joven escritor que asiste al taller literario los sábados en Casa Alebrijes. Le doy las gracias. Y acaricio el libro envuelto en celofán, pero que se adivina bien hecho por el formato, el título y el autor.

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Es tan trillado decir que leer libros es viajar. Y  los viajes ilustran. Yo aprecio el libro bien hecho tanto en su edición, diseño, como con su contenido. Y es el caso de "La eterna instantánea", de Ángel Valdivieso, publicado en 2017 por el Gobierno del Estado de Tabasco, a través del Departamento editorial del Instituto Estatal de Cultura.

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El domingo dediqué las horas a otros menesteres: respirar aire de campo, admirar los distintos verdes en el medio rural, miré una ardilla en un árbol, una hormiga arrastrar una araña muerta gigantesca, busqué termitas alrededor de mis libros para aislarlas y cosas así, pequeñas.

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Y esta mañana del lunes me dediqué a admirar y leer el libro del maestro Valdivieso: un despliegue de anécdotas retratan parte esencial de la vida de ocho fotógrafos que han hecho su vida en Tabasco, sea por ser originarios o por venir de otros lares.  Destaco ante todo la idea y concepto aterrizados en el libro: la fotografía que se hace en Tabasco y quiénes están atrás del ojo de la cámara y aprietan el botón del obturador para ese sonido de click.

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Excelente la selección de las 40 fotografías, cinco de cada uno de ellos, muestra breve de su trabajo. Ni más ni menos, la experiencia de la fotografía profesional aplicada asimismo en la selección del material y limitados por el espacio, el cual nunca será suficiente.

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Los fotógrafos son: Rafael  Vila Escalante, Ciudad del Carmen, Campeche 1937; Augusto Miguel Marí, Cozumel, Q. Roo, 1939; Edmundo Mario Segura Suet, Zozocolco de Hidalgo, Veracruz; 1959. Los siguientes de Villahermosa, Tabasco, Rigoberto Ceballos Ramírez, 1945; Armando De la Cruz Díaz, 1925; Arturo Fernández León, 1940; Ignacio Rafael Osorio Pedrero, 1951. A excepción de Israel Zúñiga Sánchez, Nacajuca, Tabasco, 1939.

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Y el autor es Ángel Valdivieso Cervantes, Cárdenas, Tabasco, 1972. El cuidado, corrección y diseño de la edición es de Antonio Alberto Mora. Y la portada es del autor y de Misaél Sámano Vargas. 

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Por tres razones disfruté las anécdotas del libro. Uno, por lo que se cuenta de los fotógrafos, lo cual me permite conocer, aunque sea de manera mínima, algo de la vida de dichos fotógrafos. Y dos, por el estilo en la construcción de los textos que transmutan de un lado a otro entre periodismo y literatura, con lo cual quiero decir que son bellos. Precisamente antier en el taller literario comentaba de manera rápida sobre la frontera imaginaria, movible, entre ambas disciplinas. Periodismo, sucesos verídicos. La literatura los incluye, pero los puede mezclar con ficción. Pero la belleza en los textos periodístico los hace resaltar.

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Los une a todos ellos una pasión vital, la fotografía. Y cuentan algún detalle  de la conexión entre el deseode ser y hacer, y la circunstancia que los hace entrar en ese maravilloso mundo del registro de una imagen, la magia de la química para el revelado, y la incertidumbre primera de cómo saldrá lo fotografiado. Y sin duda el paso de la réflex a la digital, que nos pone en otro estadio de la tecnología. Solo que la tecnología ni la cámara toman la fotografía, sino el cerebro del hombre el que capta la luz que lleva en fotones o lumines una composición percibida antes con una fórmula entre tiempo de exposición y apertura para el paso de la uz.

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Ocho estilos distintos, y una obra fotográfica maravillosa, instantáneas que arañan lo eterno, esfuerzo del hombre por permanecer en lo fugaz de la existencia humana.

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Es un verdadero agasajo visual y mental asomarse a las fotos que contienen el libro. 
Rafael Vila Escalante: El niño que se enamoró de la fotografía. La foto de Pellicer con la dedicatoria. Además las muestras de fotos para documentos, el anuncio en la sección amarilla y los retoques.
Augusto Marí, quien soñó radicar en Houston, mas la familia y la fotografía lo ató a esta tierra tropical. Sus fotos: Mujer bella con chal o rebozo, guayarán, la feria del amarillo, hombre con remo y las de bodas.
Edmundo Segura, el maestro. Su compra de cámara y vehículo en Brownsville. Sus fotos: experimentación y artísticas. Mercados. lineas y curvas de luz y sombra.
Rigoberto. la popular foto de la elegante María Garrido. Don Leandro y Doña Celia. Y las propias con cámaras de esos años.

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Armando De la Cruz Díaz. Marino y redactor del manual para revelado. Fotos con el Santo y en su estudio.
Israel Zúñiga, Don Chacato. Fotos premiadas por la  SMFP. Violinista, rostro de singular belleza, grutas y viejo.
Arturo Fernández León: Sus fotos arte. Su centro gravitacional, el desnudo femenino.
Ignacio Rafal Osorio. Sus fotos arte. Lineas, colores equilibrados, reflejos. La realidad ofrece materia para todos los conceptos de la fotografía. 

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Agradezco el libro que me hizo llegar Angel Valdivieso, a través de su hijo Ángel Valdivieso. Una rendija por donde pasa la luz fijada en lo instantáneo, y que perdura otro tiempo más gracias a la mirada de los fotógrafos que se sorprenden ante tanta luz que se mete entre los recovecos de los objetos para revelar los secretos de gracia y armonía que contienen en sí mismos.

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Ángel Valdivieso Cervantes, autor del libro, es originario de Cárdenas, Tabasco (1972). Es profesor de periodismo y fotografía en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco. Y es director  de aguilaosol.mx.


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