Las horas

Las horas pocas fueron nuestras en la sensación de lo imperdible. Navegaciones entre nubes donde el ensueño estaba en nuestras manos. A la prisa donde las horas parecieron siempre fracciones minúsculas de tiempo. Como chispas de brille perdurable fijas en la memoria. Relumbre de luciérnagas en la misma claridad del día. Chispas como solo soles en la noche. Instaladas ya en el pasado desde el instante mismo del presente, las horas circularon siempre con la seguridad de que siguen otras, esperanzadoras. Otras horas. Y en efecto en otras repetimos los gestos de la risa, las rutinas del fuego perdurable, y las palabras tibias. Y poco a poco el tiempo hizo trizas los sucesos. Y se instaló el todopoderoso silencio. Ahora llegan otras horas. prometedoras en exceso. Traen su carga de historia en el loco tiempo de la dicha. Y cantan villancicos de navidad, por si las dudas. Interminables, una y otra se suceden. Lo demás no importa.

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