Hablo por mí

Mi destino fueron las derrotas. Pero no esas humillaciones comunes y simples de tragar polvo y morder suelo. Ni la vergonzante huida o la apatía ante las injusticias como avestruz. Sino la lucha honesta frente a frente con la cara altiva. Y quedar puntos abajo solo por la ceguera de los jueces. Y tenían finalmente razón: eran derrotas que empastaban el camino al triunfo. La actitud en la derrota, define al hombre, sentenciaron. Y caminé en esas circunstancias. Y miré pocos hombres altivos en las derrotas y muchos pusilánimes pavorreales en la victoria. Y seguí mi camino con sol y sombra. De pronto ante mí el verso, el lago, el beso, el fruto a punto de caer. En fin que se quitaron careta derrota y triunfo, impostores. Y ambos tenían el mismo humano rostro. Nunca la derrota fue destino, y el triunfo será siempre un insolente que no alimente y menos de respiro a mi ego. Ese gigante superficial siempre será mucho más chico que una punta de alfiler en comparación al universo todo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

lecturas 20. Poemas de Carlos Pellicer Cámara

Rigo Tovar y Chico Ché

Max in memoriam