Los anónimos

Todos están allí. Afuera. Hombres y mujeres cuyo rostro es el mismo y nadie reconoce. Unos y otros. Manos para construir puentes,  carreteras, altos edificios, ferrocarriles, minas. Desterrados de su familia original fueron a la batalla de la alfabetización en la montaña. Con piel y uñas levantaron la cosecha en el campo. Talaron el árbol para el papel del libro. Caminaron entre el pantano para acomodar el teodolito. Lustraron los zapatos, costuraron el traje y el vestido elegante. Acomodaron la pasarela. Obturaron el click de la cámara. Movieron la cámara rodante en el riel del set. Maquillaron. Acomodaron las sillas. Sirvieron en el vuelo. Levantan banderitas en los estadios y en los mítines. Hicieron trueque con secretos. Trueque de piel para monedas. Quedaron en los últimos lugares de la competencia. Fueron expulsados de las escuelas de básico. Llevaron la correspondencia con mochila al hombro. Alimentaron vacas, caballos, mascotas. Acompañaron al cantante para el disco. Cortaron el césped y las flores. Fueron modelo para la marca. Y más aún: zurcieron el zapato, el tennis, la bolsa para el logo y marca. Acomodaron las piezas en las bandas. Fueron soldados x de la guerra o la industria. Y tienen su corazón de afectos hechos pedazos por las prisas. Un día los anónimos sonrieron también. Un día se congregaron alrededor de la fogata con guitarras. Cantaron en el templo. Pasó el tiempo. Los veo afuera, son polvo que reconozco. Su nombre no quedó en la tumba simple del cementerio.

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