Llueve
El caso es que llueve. Y se extrañan las palabras. Y el abrazo como antes. Tibieza para calmar la ansiedad por la vida. Para calmar las prisas. Pará encontrarle sentido a la vida. Con esa brújula de calma. Y en el abrazo escuchar las palabras precisas. También tibias. También abrazadoras. El caso es que llueve. Y truena. Lo lejano va siendo cada vez más azul. Cada vez más tristes. Como esas despedidas que presagian un nunca más.
Es cierto que los pájaros buscan nido. Los árboles cantan en ese vibrar del viento. Un Dios empoderado lanza rayos y centellas. Como aviso que desdeñemos el olvido. Pará recordarnos en su furia celeste lo efímero del hombre. Pequeño ante la vastedad del universo. Llueve a cántaros. Pará limpiar el hollín de las fábricas y los autos. Llueve y pasa el panadero.
Es cierto que los pájaros buscan nido. Los árboles cantan en ese vibrar del viento. Un Dios empoderado lanza rayos y centellas. Como aviso que desdeñemos el olvido. Pará recordarnos en su furia celeste lo efímero del hombre. Pequeño ante la vastedad del universo. Llueve a cántaros. Pará limpiar el hollín de las fábricas y los autos. Llueve y pasa el panadero.
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