Parte 28. Mis 40 años en educación
Parte 28. Mis 40 años en educación
Seguimos en la Telesecundaria Revolución de El Guácimo. A la hora del receso me metía a la cancha de basquetbol. Algunos tiros. Algunas retas. O al reloj. Y me gustaba verlos jugar un partido. O les arbitraba. En un pase mal lanzado un alumno grande dijo una palabra que se escuecha fea. Pasala bien, hijo de la & $#@&$#ga .La maestra que estaba a mi lado se escandalizó. ¡Maestro, escuchó lo que dijo Carlos! No, no escuché, dije con tranquilidad. ¡Como que no escuchó! No, ando algo sordo, dije con sorna. Casi me ganaba la risa. El mismo Carlos fue el que semanas después se quedó en el salón a la hora del receso para ver por televisión la llegada del Papa Juan Pablo Segundo en 1999. Vi que se le escurrieron las lágrimas. Al final del ciclo escolar le entregué un diploma de buen comportamiento. Y una medallita barata que me dieron en una tienda con la figie del Papa con motivo de su llegada histórica a México. Al final se me acercó su madre adoptiva. Y me dijo conlovida: Carlos cambió desde que llegó usted a esta escuela. Y me dio las gracias. No hay por qué, le dije.
Seguimos en la Telesecundaria Revolución de El Guácimo. A la hora del receso me metía a la cancha de basquetbol. Algunos tiros. Algunas retas. O al reloj. Y me gustaba verlos jugar un partido. O les arbitraba. En un pase mal lanzado un alumno grande dijo una palabra que se escuecha fea. Pasala bien, hijo de la & $#@&$#ga .La maestra que estaba a mi lado se escandalizó. ¡Maestro, escuchó lo que dijo Carlos! No, no escuché, dije con tranquilidad. ¡Como que no escuchó! No, ando algo sordo, dije con sorna. Casi me ganaba la risa. El mismo Carlos fue el que semanas después se quedó en el salón a la hora del receso para ver por televisión la llegada del Papa Juan Pablo Segundo en 1999. Vi que se le escurrieron las lágrimas. Al final del ciclo escolar le entregué un diploma de buen comportamiento. Y una medallita barata que me dieron en una tienda con la figie del Papa con motivo de su llegada histórica a México. Al final se me acercó su madre adoptiva. Y me dijo conlovida: Carlos cambió desde que llegó usted a esta escuela. Y me dio las gracias. No hay por qué, le dije.
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