Conversar con el viento
De vez en cuando converso con el viento. Sobretodo cuando nadie me ve. Le escucho y me escucha. De alegrías. De penas. De anhelos. El viento es travieso. Me despeina. Levanta faldas. Y causa estropicios cuando se enoja. Tira anuncios publicitarios y láminas de casas. Pero solo por juego. Las más de veces está contento. Entonces trae aroma de azahares, de lavanda y de gardenias. Para el disfrute. Y acerca cartas de amantes y hojas secas del otoño. Al viento le cuento de mis tinos y desatinos. Y el ríe y me abraza. Y él me cuenta de sus andanzas. Entre lomas y ramas. La manera como bordea laderas. Y levanta altas olas que se aquietan al contacto con las playas. Me incita a saborear espuma de las nubes. Me acerca a la montaña. Y me invita a viajar con él por todos los confines. Por ahora no acepto. Me responde que no ahora, que se darán las condiciones cuando se cumpla la profecía del polvo.
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